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Haga usted como yo, no se meta en política

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Me pregunto repetidas veces si España es un país en decadencia. Y no tengo más remedio que preguntármelo una y otra vez comparando lo que he vivido en la denominada “Transición”, antes de  y desde ella. Es cierto que no es comparable el grado de libertad individual y colectiva que existe ahora con el que existía antes de la “Transición”. La inexistencia de partidos políticos propia de los regímenes fascistas, sean de derechas o de izquierdas, hacen que el Parlamento obedezca órdenes del dictador de turno lo que produce como resultado leyes de todo tipo, que pueden ser buenas, regulares o nefastas para los ciudadanos. Pero al no tener el marchamo de la democracia las hacen ilegítimas al ser producto de una democracia adjetivada, “orgánica”, “del proletariado” “del pueblo”. La diferencia de las leyes producidas por un sistema legislativo nulo, ya que todo proviene de los partidos que dirigen con mano férrea lo que hay que legislar, sinceramente no me parece un gran paso con el sistema anterior. Antes democracia adjetivada, ahora democracia de partidos. Ninguna de los ciudadanos.

Que en la culta Europa un tipo tan narcisista amanerado y tan zafio como Iglesias haya encandilado a los universitarios, cuando es un producto típico del chavismo más cutre y despreciable,(“narcisista, prepotente y tonto” le llama un antiguo profesor suyo que seguro que le conoce más que yo), que se burla de los periodistas que le critican, porque no soporta la menor crítica y enseguida impulsa a sus hordas mediante “escraches” contra todo lo que se mueve que no está en su panorama, es aterrador. Fundamentalmente para la Universidad. De nuevo el miedo “Parece que los periodista tienen miedo” dijo este mamarracho en la Universidad, cual Torquemada. Un tipo que invita a asesinos etarras a presidir sus asambleas como siempre acude con su guardia pretoriana a la presentación de un libro sobre el maldito populismo y que señala aludiendo a un asesino etarra “que sin personas como él no habría paz” cuando lo que no habría serían asesinatos si no hubieran existido tales personajes, y mientras el PSOE rechaza firmar una carta en el Parlamento Europeo, para expulsar del mismo al terrorista Otegi si defiende a ETA, dígame usted si no es motivo para pensar en la decadencia de nuestra sociedad. El caso es que tenemos a este narciso  en los medios, todos los medios,  por la mañana,  por la noche y hasta para defecar. La propiedad privada, otro de sus tótems la deja en manos de los Ayuntamientos, así la tal Carmena “Ve lamentable que haya detenidos por ocupación”, vaya juez que nos hemos perdido. La ocupación es el robo del uso de la propiedad privada adquirida dicha propiedad con el trabajo del propietario y es uno de los pilares de la civilización occidental. De nuevo la política convertida en demagogia sin espacio para el pensamiento. Mientras se invita a  terroristas a que nos hablen de paz. O a presidentes de  “generalidades” a ir por el mundo a dar conferencias a favor de la independencia de su maceta en contra de la Nación y del Estado  que paga sus viajes.
La búsqueda de la “inteligencia” entre los ciudadanos para encontrar quien nos dirija es una búsqueda que desde el siglo XIX nos atañe. Y sigue sin haber escuela en España. Los franceses después de la revolución de 1789 y tras el paréntesis bufo napoleónico iniciaron el camino de la República, después de otro  paréntesis monárquico de Charles X y Louis Philipe, de Luis Bonaparte primer Presidente de la II República y finalmente tras el paréntesis de las dos guerras mundiales, han encontrado su  camino. El prestigio de sus Universidades y sobre todo la Escuela Nacional de Administración son el filtro para el prestigio intelectual paso previo a dirigir el país.
Los británicos se han asentado firmemente en la tradición recalcando que es su pasado y que aman ese pasado para poder saber qué hacer en el futuro, de ahí que revistan con tanto simbolismo su monarquía, es un verdadero espectáculo en el que creen firmemente. Sus reyes en ese convencimiento  han estado a la altura de las circunstancias. ”La solemnidad de la corona ha opuesto una vez más al método revolucionario el método de la continuidad, el único que puede estar en la marcha de las cosas humanas ese aspecto patológico  que hace de la historia una lucha ilustre y permanente entre los paralíticos y los epilépticos”, según escribió Ortega con motivo de la coronación de Jorge VI en 1937 al defender la historia como continuidad. Las Universidades de Oxford y Cambridge son los filtros que en general debe superar la intelectualidad británica para dirigir el Reino Unido.
Ya en el siglo XXI y estando asentadas las formas de gobierno en el resto de Europa, España todavía no ha encontrado la suya. Las dos repúblicas han sido nefastas, las dos dictaduras son siempre regímenes puente transitorios y la monarquía y las restauraciones de la  monarquía,  principalmente por el  escaso nivel intelectual de los monarcas y sus valídos, y sus intereses personales, ha tenido hasta ahora, un   resultado pobre en todos los órdenes. En parte seguimos viviendo de lo que hicieron nuestros antepasados, la gran gesta del descubrimiento de América que sería la base del Imperio español donde no se ponía el sol y la transmisión de la lengua, el español que ahora lo hablan más de cuatrocientos millones de personas y en parte de España se prohíbe su aprendizaje . La cuestión es que nos quedamos mirándonos los uno a los otros. ¿De dónde ha de provenir el intelecto que  surta  de inteligencia a los rectores de nuestra Nación? De la Universidad. Claro está no de la actual Universidad, ausente de cualquier lista de Universidades de renombre, convertida en una expendeduría de títulos que para que tengan algún valor deben ser acompañados de numerosos “Master”. Es el sistema educativo el que falla en toda su extensión. Mientras no se premie el mérito en vez de la igualdad no habrá solución. El nivel medio de un  bachiller de los de antes de la Transición es superior a la mayoría de licenciados actuales y nada que ver el nivel de las antiguas Escuelas de Ingeniería con las actuales. Por ello los políticos en la Transición eran muy superiores a los actuales. ¿Dónde están los  Torcuatos Fernández Miranda? Por poner un ejemplo. Únicamente los actuales son superiores en Consejos de las empresas del sector público. Por no hablar del nivel de la Justicia.
Todo ello ha conducido a un país inculto, vean ustedes los programas de televisión, siempre las mismas  caras de hijos de famosos como máximo mérito, y los actores de cine como grado superlativo de la intelectualidad, o el “tertulianato” teledirigido como expresión máxima de la sociedad civil. ¿Por algún sitio aparece el mérito? Bueno a un líder sindical acaban de concederle la medalla del mérito en el trabajo después de haber dirigido un sindicato más de veinte años con las máximas cotas de corrupción y  tener el mayor número de “liberados”, en detrimento de algún empresario que ha logrado las mayores cotas de oferta de empleo en nuestro país. Ah! Pero tenemos un nuevo “Papa” en El Palmar: Pedro III acaba de suceder a Gregorio XVIII que se ha enamorado de una funcionaria municipal y deja el “papado”. El próximo podría ser un tal Junqueras, ¿por qué no? da el tipo.
 España es así, de nuevo la melancolía orteguiana, por eso les ruego que no me pidan consejo, porque entonces les tendría que aconsejar lo que dijo un conocido  franquista, “Haga usted como yo, no se meta en política”.


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