Era 1 de mayo de 2011. Ese día este medio publicaba la noticia de que la Ciudad iba a recuperar la batería de Valdeaguas. Primero, nos contaban, se colocarían los cañones ubicados en el K8 para después trabajar en una zona que se dejó morir poco a poco. Porque sí. Hubo un tiempo en el que se atendió este lugar. Se llevó a cabo un trabajo exhaustivo para limpiarlo con la idea de darle un uso y devolverle el sentido patrimonial que nunca debió perder. Después llegó el olvido.
Pues bien. Parece que todas esas promesas volverán a caer en saco roto, ya que la idea que persigue la Ciudad es utilizar el espacio para un Parque de Perros. Entiendo que a alguien se le habrá metido entre ceja y ceja esta idea y la Ciudad habrá querido atender dicho antojo, incumpliendo lo que, en 2011, era una de sus grandes promesas y cargándose un punto con su riqueza histórica. Lo que hace el Gobierno es callar bocas porque ya eran demasiadas las críticas vertidas sobre la situación del Parque de La Marina y empezar, a toda prisa, a colocar otro más en el primer sitio antojado, pasándose por donde ya se pueden imaginar la riqueza de este punto.
Es increíble el descaro en el que incurre la institución municipal con nuestro patrimonio. Directamente le da igual. A pesar de las críticas continuadas, de las denuncias de los entendidos, no hacen nada. Luego, eso sí, se ponen bravucones si les recuerdas su nefasta acción, como ocurrió con el incendio del castillo de San Amaro. ¿Por cierto, se acuerdan de él?
Es el abandono por el abandono. Se han publicado fotografías y reportajes poniendo la nota crítica sobre estas situaciones, pero la callada es la mejor de las respuestas. Y ahora, para colmo, se sacan de la manga nuevas funciones para lugares en los que se tendría que llevar a cabo una inversión para recuperarlas, con tal de tener espacios que puedan ser admirados y tenidos en cuenta por las futuras generaciones.
Sí. Probablemente hace falta otro Parque de Perros, pero no precisamente en este lugar, elegido como vía urgente ante la imposibilidad manifiesta del Gobierno de poner orden en el de La Marina.
No alcanzo a entender cómo se adoptan este tipo de decisiones o cómo no se les cae la cara de vergüenza ante el pasotismo que están teniendo con lugares que están dejando morirse, de los que estamos escribiendo sus últimas crónicas a diario. Es nuestro patrimonio, nos debería doler. Cuesta creer que a nadie se le remueva la conciencia con el crimen que estamos cometiendo con nuestra ciudad. Confíemos en que los pocos de siempre sigan denunciándolo. Al menos.