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La política de medallas de la Jefatura Superior

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Recuerdan aquella película ganadora del Oscar en 1989 que nos contaba la bonita relación entre una anciana con ciertos prejuicios y su chófer, papel interpretado por Morgan Freeman? Luego volveremos a ella.

La Confederación Española de Policía, luego de haber conocido la relación completa de policías que se verán condecorados en las distintas órdenes policiales y civiles, cuya imposición formal tendrá lugar hoy martes 29 de septiembre a propósito de la festividad del día de los Ángeles Custodios, se encuentra en la difícil e ingrata tarea de determinar los criterios por los cuales la Jefatura Superior de Policía de Ceuta ha confeccionado dicha lista.
Decimos ingrato porque en el comité nos hicimos varias preguntas al respecto, y este documento pretende reflejar con sinceridad nuestros propios reparos y dudas en relación a la política de concesión de recompensas de la Jefatura Superior de Policía de Ceuta.
¿Cómo se analiza una lista en la que aparecen compañeros, compañeros y además amigos, sobradamente merecedores del reconocimiento otorgado, con una dedicación encomiable al ciudadano, y estos profesionales intachables se entremezclan en una especie de cajón desastre, con otros funcionarios policiales que objetivamente, bajo ningún concepto deberían ser gratificados? ¿Cómo se señala a los segundos sin perjudicar a los primeros? ¿De qué manera un sindicato por y para los policías puede y debe ser respetuoso y justo, también crítico, sin precisamente desvirtuar la imagen policial que la ciudadanía tiene en tan alta estima, por cierto? ¿Es la función de un sindicato de Policía exponer sus objeciones ante una lista de medallas confeccionada con nocturnidad, alevosía, oscurantismo y opacidad en cuanto a la información, o deberíamos optar por un perfil bajo, limitándonos a un escrito puramente institucional, felicitando a los premiados y dándole  ánimos al resto de la plantilla con un ‘mucha fuerza chicos, el año que viene será’?  Difíciles cuestiones.
Finalmente en la CEP hemos intentado ser portavoces de un sentir generalizado en la plantilla. Una sensación extendida de hastío e incredulidad. Eventualmente los criterios que la Jefatura Superior de Policía, personalizada en su máximo responsable, ha utilizado para confeccionar las 3 órdenes o encomiendas de galardonados no pueden por menos que considerarse discriminatorios y arbitrarios.
Discriminatorios porque más del 80% de los galardonados pertenece a dos brigadas operativas concretas, Información y Seguridad Ciudadana, y dentro de Seguridad Ciudadana, particularizando en una unidad también muy determinada, y dentro de esa unidad, un grupo asimismo muy específico. Seguridad Ciudadana es la brigada más amplia de la plantilla, sin embargo este hecho no ha sido óbice para que se obvien muchas unidades policiales favoreciendo a una en especial. Las otras 3 brigadas policiales (Judicial, Científica y Extranjería) se han visto relegadas hasta la insignificancia por parte de la Jefatura. He ahí la discriminación de la que hablamos.
La discriminación palmaria también se refleja en la concentración de recompensados ‘en varias categorías’, o sea, que encontramos policías que van a ser condecorados recibiendo dos medallas por un mismo hecho. Nos preguntamos el por qué de dicha acaparación de medallas, circunstancia además nada excepcional por cuanto se repite en nada menos que en un 40% de los casos.
Y es arbitraria porque como indicamos, entre los policías sobradamente merecedores de una medalla, el Jefe Superior ha colado ‘otros’ utilizando el muy castizo criterio del ‘dedazo’, además sin el más mínimo pudor y de manera indisimulada, y ¿por qué? Porque puedo, como dirían los anglosajones. Y porque puede y citando al gran Marx (Groucho) ha comparecido ante el respetable con ‘estos son mis principios, si no le gustan tengo otros’.
Una de las primeras medidas que como máximo responsable policial adoptó el Jefe Superior a su llegada a Ceuta (hace poco más de año y medio) fue la de crear una plaza en comisión de servicios de conductor personal, de tal forma que se trajo a un policía de confianza desde Madrid. La manera en la que se ofertó la plaza en cuestión en su momento ya resultó lo suficientemente ‘peculiar’ por su discrecionalidad. Era una petición expresa del máximo responsable policial de la ciudad. Su máxima preocupación. Traerse su chófer. Muy bien. Pero es que además, no bastándole al señor Jefe Superior el detalle mencionado, ahora lo premia con nada menos que la Orden de Isabel la Católica, cuya función es la de ‘PREMIAR AQUELLOS COMPORTAMIENTOS EXTRAORDINARIOS DE CARÁCTER CIVIL, REALIZADOS POR PERSONAS ESPAÑOLAS Y EXTRANJERAS, QUE REDUNDAN EN BENEFICIO DE LA NACIÓN O QUE CONTRIBUYAN, DE MODO RELEVANTE, A FAVORECER LAS RELACIONES DE AMISTAD Y COOPERACIÓN DE LA NACIÓN ESPAÑOLA CON EL RESTO DE A COMUNIDAD INTERNACIONAL’.
Desconocemos el comportamiento extraordinario que haya hecho merecedor al conductor personal del Jefe Superior para laurearle con la Orden de Isabel la Católica o qué contribución relevante haya podido tener para favorecer las relaciones internacionales. No se le conoce ninguna virtud profesional salvo la de conducir bien, o muy bien, y tener la total confianza y afecto del señor Jefe Superior, tanto, que ambos unen sus respectivos destinos profesionales. ¿Eso le hace merecedor de tal recompensa? Díganlo ustedes, ciudadanos.
Este caso sería anecdótico (al jefe le cae muy bien el muchacho, le crea un puesto profesional ‘porque yo lo valgo’ y además hasta le da una medallita, civil, como premio), y simplemente reflejaría el talante y el talento del sujeto en cuestión. Nos consta, empero, que el excelentísimo señor Delegado del Gobierno, organismo que concede la medalla en cuestión, desconocía este tipo de prácticas y criterios cuando la Jefatura de Policía le participó la lista de laureados. En base al principio de confianza, el Sr. Delegado del Gobierno dio por buena la lista de meritorios facilitada por esta Jefatura así como los méritos acreditados para su concesión. La bonhomía del Sr Delegado le precede. La CEP no se lo puede permitir.
Este Sindicato ha solicitado formalmente a la Jefatura de Policía la hoja de servicios y los méritos acreditados por los laureados a la Orden de Isabel la Católica, recibiendo como respuesta el silencio y el desprecio.
La concesión de una medalla a un ‘protegido’ del Jefe también quedaría en mera anécdota (en definitiva quién no conoce un caso así, en cualquier ámbito), de no ser porque un Oficial de Policía de nuestra plantilla, que SÍ ha acreditado actuaciones extraordinarias más allá del cumplimiento del deber, habiendo participado en incendios salvando vidas, dando cuenta de pesquisas en robos de domicilios que dieron con el autor de los mismos y hasta atendiendo y colaborando en partos acaecidos en plena vía pública, favoreciendo esa cooperación internacional a la que nos referíamos, ha sido expedientado a instancia directa del propio Jefe Superior, convirtiendo el caso en una causa personal, y... ¿saben ustedes el motivo? El considerarse este Oficial de Policía merecedor de la recompensa y así informar de ello a la Delegación del Gobierno, acreditando sus méritos, por cierto. Se saltó el conducto reglamentario. Intolerable. Sí es tolerable, en cambio,  crear un puesto profesional ‘ad hoc’ y considerar que conducir, maniobrar, frenar, aparcar y mantener un vehículo oficial limpio y aseado es una labor profesional EXTRAORDINARIA, merecedora de una medalla. Eso es lo que este Jefe Superior considera tolerable y hasta premiable, digno de recompensa. ¿Recuerdan la película a la que hacíamos referencia al principio? Pues eso.
Como decíamos, el cajón desastre entre ‘los medallistas’ ha propiciado que este Jefe Superior haya colocado en un mismo nivel moral y profesional a policías que en absoluto comparten méritos, capacidad, ni siquiera integración en la ciudad y su particular idiosincrasia, por lo tanto no podemos aprobar la gestión en la concesión de recompensas, medallas, encomiendas y además, como somos un sindicato diferente, lo hemos explicado de manera irrefutable y comprensible, tanto para nuestros compañeros y amigos, como para la ciudadanía, a la que nos debemos. Discriminación y arbitrariedad.
La CEP no va a acudir ni a participar en los actos de celebración de los Ángeles Custodios, día de la Policía, tristemente convertido en una onomástica que justifica de modo ostentoso, las prácticas denunciadas en este escrito.
Asimismo procede a impugnar la lista de condecorados ante el Consejo de la Policía, presidido por el Director General de la Policía, solicitando su revisión exhaustiva en base a los principios de méritos acreditados y de concentración.


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