Querido Juan, nuestro muy querido Juan, Ceuta acaba de perder a uno de sus mejores civis en circunstancias tristes y difíciles. El pueblo llano está ya habituado a sufrir desgracias y a perder parte de su valioso capital humano, por diversos motivos, más de los deseables.
En este caso, la pérdida ha sido la de un servidor de sus Fuerzas Armadas y de la salud de su población. Nos hemos quedado sin un gran amigo y sin un gran profesional.
Nuestros antepasados nos dejaron hermosas tradiciones basadas en las culturas griega, romana y cristiana; de ellas hemos aprendido mucho, pero aún más parece que nos queda por aprender. ¿Hemos sabido bajo la amenaza de la parca de la muerte ponerle los medios necesarios para aliviar los sufrimientos de una persona en lucha contra ella?
Don Juan Baselga era un trabajador incansable, siempre eficaz, amable y cariñoso; allá donde había enfermos a los que cuidar allí estaba don Juan, subiendo y bajando cuantas cuestas, escaleras y rampas fuera preciso para atender al paciente, civil o militar, pues de todo había que hacer de vez en cuando. Y todo ello a pesar de tener ya su pierna en bastante mal estado.
Ademas, allí donde había ejercicios de tiro, marchas, maniobras, ejercicios tácticos, jornadas castrenses, etcétera..., estaba nuestro veterano y experimentado SOLDADO REGULAR nacido en tierra española.
Las circunstancias de su fallecimiento ya son conocidas por los ceutíes a través de las informaciones dadas por EL FARO. Podrán ser entendidas de una u otra manera, pero en todo caso, se trata de algo que nos parece que a nadie puede agradar.
Un viejo proverbio latino nos ha dejado estampado a tórculo para la eternidad aquello de 'clipeum post vulnera somere' que traducido al castellano práctico quiere recordarnos que es inútil cubrirse con el escudo después de haber sido herido por el enemigo y más -cuando como ocurre en este caso- este enemigo fue esa parca mortífera a la ya que hemos aludido más arriba.
Antes de terminar estas líneas creo que debo excusarme ante los lectores de las mismas pues algo inconcuso es que no tengo la autoridad ni el derecho para hablar de este funesto acontecimiento, pero mi afecto y mi familiar estima hacia el finado no me permiten guardar mas mutismo.
Manoli Ocaña fiel esposa, a tus hijos, a todos tus familiares y a los muchos que recordaremos siempre a nuestro entrañable Juan, os acompañamos en vuestro dolor.