Sí, hoy va la cosa de eso. De periquitos. Dice la Ciudad que quiere adquirir unos cuantos para el Parque de San Amaro. Se van a gastar 5.000 euros entre jaulas y aves. Vale. Lo dicen, lo cuentan y a dormir. Ojo, que los periquitos en cuestión son neozelandeses. No sé, debe ser que su presencia dará el toque que necesita el Parque, el mismo que dieron sus plantas (¿cuánto se gastaron y cuántas de las originales sobreviven) o aquellos sones melódicos que querían colocarnos a modo de altavoces.
No. Yo no me río. Que la Ciudad decida gastarse 5.000 euros en jaulas y periquitos dice mucho. Su concepción del Parque de San Amaro es insultante. No saben ni qué hacer con él. Lo mataron cargándose la naturaleza en favor de un proyecto que chocaba frontalmente con el entorno, le dieron la puntilla cuando decidieron convertirlo en una especie de experimento privado: cerraron la puerta que comunica el Parque con San Antonio y decidieron suspender la obra de sus senderos, que asoma completamente abandonada. Este es el Parque que tenemos, el que a buen seguro visitarán nuestros gobernantes para pedir el voto un poco antes de acoplar, a modo de adorno, una hilera de periquitos, eso sí, de categoría.
Es una vergüenza. Ustedes no tienen concepción alguna de lo que debiera ser un homenaje a la NATURALEZA en mayúsculas. Lo que han hecho es experimentar con San Amaro, no saben siquiera crear un centro de reunión familiar que constituya un auténtico homenaje a la vida en libertad, al respeto y cuidado a los animales, a su protección. San Amaro no representa nada de eso: hay piedra que ha comido terreno a la tierra, hay animales que sufren, como es el caso de los ciervos y hasta hace poco de los monos, se han cargado los caminos que debían posibilitar que el Parque fuera una suerte de senderos que experimentar con la familia y encima han cerrado las comunicaciones por la cara, mintiendo. Sí, mintiendo, como acostumbran a hacer cuando no tienen respuestas, porque eso es lo que hicieron cuando impidieron el acceso por la parte superior, cerrando la puerta porque había vecinos que alertaban de lo que veían mal y ustedes dijeron que era para evitar el robo de unas crías de cervatillos ya inexistentes. ¿Saben ahora lo que tienen? Bandas de ladrones que usan esa puerta de protección para colar y ocultar sus botines porque saben que no se abre.
Pero no pasa nada. La Ciudad todo lo hace bien: se carga San Amaro, ahora quiere cargarse la Batería de Valdeaguas, tiene abandonado el parque de Santa Catalina. Un 10 en mentalidad ecologista, sí señor. Pónganos cientos de periquitos. Quien sabe, igual le cantan al señor Vivas cuando pasee por la zona. Vale 5.000 euros. Cara melodía.