El puerto fue escenario anoche de otra situación dramática. ¿Hasta cuándo? Nadie les podrá dar una respuesta porque todos los días hay gente que se juega la vida por cruzar al otro lado.
Lo hacen metiéndose en bateas, incluso entre basuras o chatarra. También se ocultan bajo los vehículos o saltan de los techos de la estación marítima para colarse como polizones. Algunos han resultado heridos, otros han fallecido y los hay que nunca hemos sabido de ellos.
Contamos un drama de la inmigración que no ocupa titulares más allá del Estrecho, quizá porque sus protagonistas no se meten en una patera o no saltan la valla. Pero ellos también son inmigrantes, muchos de ellos menores, que no reciben más que comentarios demasiado radicales como para ser reproducidos.
Hemos hecho muchos reportajes sobre esta problemática, hemos hablado incluso con los niños que nos cuentan por qué no quieren estar en el centro (¿alguien se ha parado a escucharles antes de hablar?), también hemos trasladado la voz de aquellos argelinos que llevan tiempo en Ceuta y que nunca tienen la posibilidad de salir de la forma oficial.
Pero a pesar de todo esto nada cambia. La Policía Portuaria se topa todas las noches con servicios complicados. Muchos ni salen en las noticias, otros sí que, al final, rompen esa línea y obtienen la publicidad debida para que más allá de la zona portuaria se sepa qué está pasando para que finalmente alguien ponga medios.
Porque sorprende que no se haga nada. Sorprende toparte con los amigos del argelino que falleció de polizón, los que ayudaron a su identificación, haciendo lo mismo que su compañero, pero esta vez metiéndose en una batea. Ellos vivieron el drama de perder a un amigo, y siguen buscando la vía idónea para escapar. No les importa nada porque solo quieren llegar hasta el otro lado. Y así se escribe a diario una página de la inmigración que parece que no interesa, que parece que no genera reacciones, que parece ser la olvidada como particular Cenicienta de todo esto que nos pasa a diario en nuestra ciudad.
Cada noche se escribe un milagro en el puerto, y la rutina termina machacando y transformando en normal lo que no lo es. ¿Hasta cuándo? Repitan la pregunta las veces que quieran, me da que los que tienen la respuesta o no quieran darla o sencillamente pasan de los problemas bajo su competencia.