Va a parecer que tengo manía a Paco Márquez. Nada hay de cierto en esto. Sí que, lo reconozco, me causa rechazo ese discurso que acostumbra a utilizar determinada clase política para hacernos creer que defienden la españolidad como nadie. El PP ya tuvo bastante con Perejil. Tanto tuvo que aún siguen explotando eso de que gracias a ellos nos salvaron de la quema.
Confío en que, pasado el tiempo, alguien con peso nos cuente la verdadera historia del desembarco de cuatro marroquíes a bordo de una patera atunera, del relevo que se llevó a cabo, de cómo se enteraron algunos de lo que estaba pasando y de cómo se llevó a cabo, en realidad, el operativo. Cuando llegue la jubilación a unos cuantos, seguro que saldrán a escena a contarnos ciertas cosas. Dejo para el postre los negocios que se trajeron algunos mandamases para que El Mundo nos hiciera creer a todos que llevaba a portada una exclusiva y que su fotógrafo había estado por casualidad en Ceuta en el momento apropiado. La jugada le salió mal.
Tras Perejil el PP nos hizo creer que defendía nuestra españolidad más que nadie, explotando eso de la imagen de la bandera y del espíritu militar hasta sacar de todos los escondites a las vacas sagradas. Les sirvió para mucho, hay cuentos que pueden llegar a explotarse décadas.
La defensa de la españolidad es otra cosa. No es colgarse la bandera de España, no es mantener un discurso de pose, no es soltar las cuatro frases que alegrarán los corazones de aquellos que serían felices si viviéramos como hace 50 años. Defender la españolidad y defender a los ciudadanos va más allá de mostrar el enfado (y difundirlo) porque un portavoz de UPyD ha dicho que Ceuta y Melilla son enclaves; va más allá de gestos que quedan muy bien sobre el papel y alegran la pose españolista de unos pocos pero nada sirve para el resto, para los que seguimos pensando si somos igual que los demás, si tenemos los mismos derechos, si realmente se nos trata como españoles cuando se permite que vivir en Ceuta como en Melilla nunca se haga con plenitud por eso de nuestras ‘especificidades’ que no son más que términos con los que los políticos tapan su incompetencia.
Nos dice Márquez, tras enfadarse con las apreciaciones de UPyD, que “mientras que los ciudadanos de Ceuta sigan depositando su confianza en el PP, elección tras elección, siempre defenderemos la españolidad de las dos ciudades autónomas como parte indisoluble de la nación española y no permitiremos que nadie ponga en duda, ni siquiera de forma nominal, el carácter y la españolidad de ambos territorios”. Leo esto y me pregunto si la defensa de algo que se supone conseguido (somos lo que somos) va a depender ahora de unas siglas cuyos dirigentes se atreven a vincular no solo el voto con nuestra esencia sino a cuestionar su vigencia.