Caballas ha terminado por ir al juzgado para exigir responsabilidades por el incendio de parte del Monte de la Tortuga. La coalición quiere que se investigue si hay responsabilidad penal por un posible delito ecológico.
Ahora saldrán los de siempre acusándoles de oportunistas. Y habrá quienes, aprovechando que los militares fueron los causantes de las llamas (¿dónde está el comandante general?) les acusarán de ir contra el Ejército, de ahí pasarán a meter la bandera, para, al final, acusarles de ir contra la españolidad. Es típico entre quienes son tan reduccionistas e inútiles. "Ya no pasaremos ni una", advertía ayer Aróstegui. No es que haya que dejar pasar o no, es que es obligación de un partido fiscalizador el dar pasos como éste cuando vea que la actitud del resto entra en 'modo pasivo'. Y de eso ya tenemos precedentes. El vertido de Cepsa es el caso más cercano, pero atrás en el tiempo tenemos más vertidos que se perdieron en expedientes que nunca salieron a la luz, además de incendios que no fueron investigados.
Lo que ha ocurrido es tan grave que parece que solo los ciudadanos y cuatro entidades han sabido medir esa dimensión. El Gobierno ha adoptado su postura mezcla de cobardía, de falso patriotismo mal entendido y de verborrea al uso que no llega a nada. Así, primero nos contaron que sí, que se actuaría con contundencia. Para luego decirnos que el Seprona ¡ya había terminado su informe! cuando esto último es falso. Hasta los componentes de esta unidad debieron haberse sonrojado al leer o escuchar la patochada del Ejecutivo. Quizá al PP le interese que el Seprona corra y cierre sus investigaciones al momento. Pero va a ser que no, porque les va a llevar su tiempo.
Nadie ha puesto en cuestión que el incendio fue un accidente, lo que sí se ha criticado es la postura oscurantista del Ejército y la forma en que su cabeza visible en Ceuta, el comandante general, está tratando este asunto. Es todo tan bochornoso que no sé cómo, una semana después de lo ocurrido, nadie con luces en esa institución ha dado el toque oportuno. Ahora se abre un periodo lento, porque toda judicialización de un caso lleva sus tiempos para, al final, quizá no arreglarse nada. Pero ante los desastres urgen los gestos y el de Caballas era el que debía haber dado antes el PP.