A petición de mi querido cuñado y por su tenacidad (que agradezco), me he atrevido, aunque un poco tarde, a compartir con mis paisanos mis vivencias en el Camino. Espero no aburriros y tener la habilidad de expresar lo que yo he sentido y disfrutado.
Soy caballa de nacimiento y de sentimiento, siempre que se puede paso temporadas en mi Ceuta. Pero como muchos otros, me ha tocado montar mi vida en otro lugar, en mi caso en Valladolid.
La idea y los preparativos
Desde hace muchos años, siempre he deseado hacer el Camino y si era posible solo. Por un motivo u otro no había llegado a tomar esa decisión y veía que, con el tiempo, las oportunidades se me estaban desvaneciendo. Con la necesidad de cambiar mis hábitos deportivos, descubrí el mundo de las bicicletas. Con esa nueva actividad, no lo pensé más y con muchísima ilusión empecé los preparativos; lo primero, recabar toda la información que podía, y leer las experiencias de otros, con esa información fui preparando el equipamiento y me planifiqué un plan de entrenamiento para mejorar mi condición física.
Ya solo me faltaba poner fecha y desde dónde. Elegí el mes de mayo y como quería hacerlo por el camino francés, el inicio tendría que ser León y como no, desde la misma catedral. Lo planifiqué en seis etapas, con un total de 318 Km para no olvidar.
Primera etapa,
León-Astorga
Estoy nervioso. Empieza por fin mi camino, y he tenido que levantarme muy pronto, porque tengo que coger el bus desde Valladolid a León. Meto a mi compañera en el maletero después de prepararla como requiere el transporte en este medio.
Llego a León a las 8:45, monto y preparo la bici. Una vez que está todo en orden me voy directo a la catedral, porque quiero que sea mi primer sello de la credencial. Una vez finalizado ese trámite y visitado "La Pulchra Leonina", comienzo a pedalear. La salida de León es muy farragosa, con mucho tráfico y ruido hasta que llego a Virgen del Camino, donde se toma una pista de tierra que me llevará por varios pueblos como por ejemplo San Martín del Camino. Ya por la pista me encuentro con los primeros peregrinos y como es costumbre nos deseamos "buen camino".
Tras ocho kilómetros por la pista paralela a la N-120, llego a Hospital de Órbigo y realizo mi primera parada para reponer fuerzas, allí, dos biciglinos que estaban sentados, me invitan a que les acompañe, ellos son de Cataluña y han comenzado también en León. Al ir solo, me ofrecen para que les acompañe, pero la ruta que van a seguir se aleja del camino y es por carretera, (y como yo tengo la intención de hacer en la medida de lo posible el mismo camino que a pie) decido continuar en solitario. Más tarde me los encontraré a la entrada de Astorga.
Paso el puente de Hospital de Órbigo que es una preciosidad, y a la salida del pueblo giro a la derecha. A partir de este punto el camino se complica con subidas y bajadas en un sendero algo pedregoso que ya empieza a ponerme a prueba.
A la llegada a San Justo de la Vega ya se puede ver Astorga, mi primera meta. La entrada a Astorga se realiza por una rampa endiablada que me obliga a poner los pies en el suelo y a empujar. Una vez culminado ese escollo, me planto delante del albergue de peregrinos "Siervas de María", mi primer albergue, entro y hay cola en la recepción. Al final, la hospitalera nos junta a una pareja de Sahagún y a un chico que creo era canadiense. Nos alojó en una habitación de 4, a mí en la cama de abajo de la litera (¿será por las canas?), y la bici en un sótano preparado para ello. El albergue es público y está fenomenal, prácticamente está lleno.
Mi intención, al ir solo, es de utilizar los múltiples albergues que nos ofrece el Camino y mezclarme con los peregrinos para compartir vivencias.
Tras una buena ducha y ropa decente, me voy a la plaza Mayor de la capital de la comarca leonesa de la Maragatería y en la terraza de la misma plaza, en compañía de otros peregrinos, doy buena cuenta de los manjares de la tierra.
La tarde la dedico a visitar Astorga, con su Catedral de Santa María de gótico tardío; el Palacio Episcopal (una de las pocas obras de Gaudí fuera de Cataluña) que acoge el museo de los caminos; las murallas y otros lugares que hacen de esta localidad una visita obligada. Están las calles llenas de peregrinos, después de cenar y sobre las 21:30, entro en el albergue, mis compañero de habitación ya están durmiendo ¡Madre mía, qué pronto!. Pues a hacer lo mismo, no queda otra.