La Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, presentó ayer un informe sobre inmigración en el que, entre otros asuntos, apunta a la necesidad de cambiar la actuación policial en la frontera para, así, garantizar el asilo.
Es una forma elegante de tirar de las orejas a unas autoridades que han convertido ese instrumento en un sueño. Porque los gobiernos evitan a toda costa cualquier etiqueta que les señale como dictatoriales y opuestos a la consideración de los mínimos derechos de las personas. Por eso, disfrazan su decisiones opresoras con etiquetas que ayudan a calmar su conciencia. Al veto a la libertad lo tiñen de ley y así merman nuestros derechos con normativas (ley mordaza).
¿Qué hacen con el asilo? Nos montan una oficina en la frontera que, desde su inauguración, no ha recibido visita alguna. Con esto se garantizan, de cara a la galería, esa fotografía del nosotros respetamos los derechos de quienes llegan a nuestras fronteras, a sabiendas de que ningún subsahariano va a lograr cruzar el paso para pegar a la puerta de la oficina, erigida ya en motivo de burla para los agentes de la Policía Nacional.
Pero ellos la hacen, ellos la construyen y hasta pretenden que nosotros, en un nuevo alarde de 'somos tontos, como el Luisma', asumamos que lo están haciendo bien y que respetan los derechos de los inmigrantes. O ¿cómo dicen que se llaman? Sí, los invasores, los que vienen a asaltar nuestras fronteras, como nos decía el ministro de Interior mientras sacaba su móvil para llevarse una captura del espigón de la muerte, el del Tarajal, a su casita.
Becerril quiere que se garantice el asilo, que se permita la protección, que se impulsen los visados humanitarios, que los agentes ayuden a los inmigrantes que reclaman ese asilo para que, al menos, puedan cumplimentar sus trámites y que sean resueltos en tiempo récord. Pero no. Aquí eso no gusta. Ni aquí, ni en ningún lado. ¿Cómo vamos a dejar pasar a los invasores? Seguro que se lo preguntaba el PP cuando decidió ser inmaculado ante la prensa e inaugurar la dichosa oficina. Es decir, ¿cómo podemos usar el maquillaje perfecto para que no nos invadan y encima aparezcamos como los más respetuosos de Europa? Es de risa. Además de constituir todo un insulto a la ciudadanía. ¿Harán caso a Becerril y su informe? No. Como a muchas otras de sus recomendaciones.
Porque nos dicen que aquí ya se respeta la norma, porque nos dicen que a un encaramado en Sidi Brain durante más de 30 horas hay que echarlo a Marruecos porque ¡está bien! y además se encuentra en un punto no habilitado para pedir asilo. En serio, el delegado debería estudiar para showman, ya que es capaz de defender una postura para negarla en cuestión de horas, admitiendo a otros 9 encaramados en otro punto no habilitado y que llevan menos horas, sólo porque los nervios han hecho tambalear la plaza.
¿Saben qué pasa? Que con los derechos no se juega, ni con las personas, ni con su futuro. Y en la vida hay que tener decencia y corazón, no solo maquillaje. Suerte doña Sole. La va a necesitar.