Me contaba Myriam que cuando entraba al quirófano para la operación de corazón, sus hijos que seguían la comitiva, le decían que había sido la mejor madre del mundo, que la querían mucho y que la consideraban muy sabia.
Con estas palabras tan consoladoras, se fue durmiendo luego, lentamente por la anestesia, sin temor alguno.
Son importantes las palabras de agrado y consuelo con todo el mundo, además de que no cuestan nada. Y a veces, se echa de menos esta práctica, que nos ayuda a vivir. Ya se encontraba en casa recuperándose de tan difícil operación, cuando la llamó una de sus nietas, Adasi. Le decía: "Abuela, qué suerte tiene mi padre por tener una madre como tú". Es indudable que oír dulces melodías que resucitan a un "muerto", y se echa de menos en nuestra sociedad que no ocurran estos hechos que forman parte de una educación selecta por parte de los padres.
Myriam y yo hemos hablado y visto con horror los acontecimientos que ocurren en estos días, verdaderas masacres humanas, que no tienen visos de retroceder por el momento. Y ella me comentaba que todo tiene una raíz, a veces da la sensación de que el ser humano ha dejado voluntariamente de serlo y parece convertirse en una bestia, sin sentimientos los unos por los otros. La vida ya no vale nada, estamos a merced de lo que otros traman, o se propongan en la sombra, hacer de nuestras vidas...
Para variar un poco el tema, le conté por encima en lo que había consistido nuestro viaje a Lourdes, un año más. En realidad, nosotras cumplíamos con el deseo de nuestra Madre, que nos invita y convoca a una de sus casas aquí en la tierra, donde Ella, con tanta ternura se había aparecido, a fin de traernos seguridad y confianza, para los momentos en los que el hombre se encontrará más solo y desprevenido ante los acontecimientos que dan la sensación de acercarse para arrollarnos a todos, como un inevitable tsunami, y dejarnos en absoluto caos.
Parece mentira que con lo efímero que es nuestro paso por este mundo, seamos tan complicados y queramos solucionar cualquier asunto según nuestro propio criterio personal, que suele estar equivocado, viciado y contaminado. Lleno de errores. Cuando la Virgen viene a visitarnos, nunca es un hecho sobrenatural fortuito. Ella nos aconseja, nos advierte y enseña, de manera que podamos comprender lo que podría suceder si seguimos en continua rebeldía y vanidad.
Decía Myriam que lo importante es abrir el corazón a Dios, eliminar los pensamientos negativos y poner nuestra confianza en el Señor. Ella es una gran pensadora. Esto es lo que le ocurrió a Bernardette Soubirous, que desde el primer momento creyó en la Señora, y no le falló en los encuentros y citas que Ella le iba proponiendo. Después del AVE a Zaragoza, subimos en autocar por los Pirineos aragoneses, con unas carreteras intrincadas y peligrosas, y no dudamos un instante en que el encuentro con nuestra Madre Celestial pudiese ser en vano. Sentimos que era solicitado por Ella, que a todos convoca. Unos se excusan, porque piensan que tienen algo más importante que hacer, y otros lo dejan todo para asistir a un encuentro maravilloso, que siempre obtiene con abundancia las expectativas que cada uno lleva consigo. Importantísimo es bañarse en las aguas milagrosas, que produjeron y siguen dando lugar a tantas curaciones inexplicables para la Ciencia, Myriam escuchó con atención mi relato, luego me dijo que ella tenía recuperada por completo la visión de un ojo, y el otro estaba ya casi listo, sólo una inyección más para recuperar la visión al completo.
Allí en Israel también se producían muchos milagros, pues Dios no abandona nunca a Sus creaturas y a todas protege como un buen Padre, con un amor infinito...
Jesús pasea por la ribera del Jordán, en un día triste, de invierno, al punto que hasta a los pajarillos les cuesta encontrar algo de comida en la semioscuridad del bosque. Juan lo andaba buscando, al fin lo encuentra y se disculpa por si con ello ha perturbado los pensamientos del Maestro. Pero Jesús se alegra al verlo. Trae Juan noticias agradables. "Iscariote me ha visto barriendo los salones y ha querido participar con su ayuda para acabar antes. Luego me ha pedido que vayamos al bosque para cortar leña, y que no hagan ese trabajo los mayores". Le ha confesado a Juan que algunas veces siente ganas de ser malo y se lo achaca a no haber sido educado correctamente. Quiere ser bueno, y que los demás discípulos vean el cambio y se alegren. "Maestro, me ha pedido que no lo deje solo, que lo corrija. Sabe que Tú sufres y se siente culpable". Jesús se alegra mucho al saberlo. En la distancia se ven a Pedro y a Santiago, que llegan del río con algo de pesca. El Rabbí le pregunta a Pedro si es posible ir en barca por el Jordán, hasta llegar al Lago de Nazaret. Pedro se sorprende, pues es sabido que hay que luchar contra corriente, no se puede ir solo en barca. "En efecto, Pedro. Así está Judas, que rema contra la corriente, y si vosotros no le ayudáis, cae en una vorágine de intrincados remolinos. Debéis tener piedad de él, es lo justo. Él no quiere estar solo, se ha pegado a Juan para que le ayude a cambiar". Santiago se preocupa, pues Juan podría echarse a perder con la mala compañía. "Ayúdale, pues está mal educado desde la infancia", dice Jesús a Pedro.
Ya está llegando gentío por los prados; vienen muchos enfermos y pobres, sin medios para vivir. Jesús pide que compren pan para todos con las limosnas que dan los ricos. Aunque es de día, pronto empieza a oscurecer, y las noches llegan frías y húmedas, por lo que Jesús da la solución: "que se habiliten nuevas zonas para los que se tengan que quedar por el mal tiempo". Pedro refunfuña, pues considera que con tantos como son los van a invadir y echar fuera del espacio que ellos tienen. "Y encima no comes casi nada. Tu Madre se enfadará si Te ve más flaco". Hay fuera una mujer que llora desde el día anterior. Jesús se acerca a ella: "La paz sea contigo", le dice. Ella responde bajito dándole también la paz, y se va a un rincón a seguir llorando. Entre los más de trescientos asistentes hay un niño con hidrocefalia, que babea. Jesús le infunde Su aliento y le dice: "Quiero para ti la luz de la inteligencia, y que se abra el camino a la luz de Dios. Di Conmigo JESÚS". El chaval repite Jesús varias veces, hasta sonríe como el que ha conseguido realizar una proeza. El Maestro se acerca al padre: "Por tu fe, tu hijo está curado". La gente que se agolpa a ver, está admirada, y muchos lloran de la emoción. Preguntan a Jesús cómo se curó. "Por voluntad del Padre, y también porque al decir Jesús, que es Salvador, y sana las enfermedades del alma y el cuerpo, el niño ha sanado, pues Satanás interviene para que el hombre se desespere y se condene. Por Belzebú entró el delito y la corrupción. Cuando veáis que alguien es causa de infortunio, pensad que Satanás es el instrumento". Uno pregunta si las enfermedades vienen de Dios. Jesús responde que son un desorden del orden, porque Dios creó al hombre sano y perfecto. "EL desorden lo trae Satanás, y con él, las enfermedades y la muerte, además de herencias funestas. El hombre heredó la mancha de origen con Adán y Eva. La carne se hace más viciosa, más débil y enferma... Aprended a ahuyentar a Satanás, pues Yo soy el Salvador, pero vosotros sois libres". Otro dice que viene de parte del Bautista. "Me dijo, yo soy el astro que se oculta, y Él se abre en Su eterno esplendor. Id a Él y no permanezcáis en tinieblas".
Algunos comentan la rabia que tienen los fariseos, pero Jesús no quiere disputas y pide que no critiquen. Han llegado Bartolomé y Mateo con los bautizados. Jesús se dispone para hablar. Primero les da la paz, después se alegra por lo temprano que han acudido, con ello podrán regresar a sus casas de día. "Yo quisiera alojaros a todos, pero este recinto no es Mío, sino de un buen amigo. A Juan se va para el bautismo de Penitencia; a Mí vienen para que les cure los cuerpos muy enfermos. La Ley dice: "Ama a tu prójimo como a ti mismo", de tal forma que al amaros tanto, tengo que abrir Mi corazón a sus enfermedades. Pido a los ricos que ayuden a los pobres. Hay que ayudar al que sufre, pues todos somos hermanos.
Aunque Yo sé que en las familias hay odios y rencores. Los esposos son como enemigos, los hermanos se pelean y los hijos están contra los padres. Desde niños debéis aprender el respeto a las familias. Si consideramos a la familia como un reino, si está dividido, viene el enemigo y lo derriba. También dice el Decálogo: "Honra a tu padre y a tu madre", y se les debe honrar con verdadero amor y obediencia, porque después de Dios son los que os dan la vida y cuidan de vuestras necesidades materiales. Son los primeros maestros desde el momento de nacer. Trabajan para que no os falte el alimento, ni el vestido, y estéis limpios. A medianoche se levantan para vigilar el sueño. Se preocupan de vuestra salud. A los maestros, como ellos, se les teme y se les respeta, ellos nos preparan para la escuela de la vida. Ellos no traicionan, son nuestros amigos. Y si lloran por nosotros, esas lágrimas no caen en el olvido. Las recoge Dios y las cuenta. Un padre despreciado recibirá el premio del Señor, y el hijo culpable recibirá su merecido. Si quieres vivir mucho tiempo en la tierra, honra a tu padre y a tu madre. Y Yo añado: y vivirás eternamente en el Cielo. Quien falta a su padre, falta a Dios y quien no lo ama, peca y su alma se encuentra muerta, ya que ha caído en desgracia ante el Señor. Será un hijo malo, un esposo adúltero y puede llegar a ser perverso, ladrón, desvergonzado...Y hasta traicionar a su patria. Debéis ser ejemplo, paz y guía para los padres, y luego sabréis elegir a los verdaderos consortes... No quiero que se os haga de noche, debo terminar. Que el Espíritu Eterno ponga en vosotros lo que falta... Idos y recibid Mi paz". Unos se marchan rápido, otros se quedan a comer lo que han traído consigo. Los apóstoles también reparten comida.
La mujer que lloraba se marcha, y también la que está cubierta por el velo. Ellos van a comer a la cocina con Jesús, pero llaman a la puerta y es la mujer que lloraba. Ha vuelto y quiere hablar con el Maestro. Pedro se enfada pues al Señor no lo dejan comer tranquilo. La mujer lleva a Jesús detrás de la casa y le dice que Su discurso parecía dirigido a ella."Tengo un hijo desviado por las malas compañías. Es tal como Tú lo describes, pero además, es lujurioso y borracho. Mi marido quiere echarlo de casa, pero yo soy su madre. Nunca se curará, no quiere oírte. Vine de la Alta Perea", (al sur de la Decápolis, al norte de Judea). Jesús escucha atento, luego le dice que se vaya, pues su hijo ya está curado. A ella le parece imposible. "Vete, pasaré pronto por tu pueblo. Él te pedirá perdón de rodillas y llorando. Tú le dices que Jesús lo ha sanado, que Mi nombre, sana. Háblale de Mí. La paz sea contigo, mujer de gran fe". Ella se marcha feliz. Todos se recogen para descansar. Al día siguiente llueve mucho, no obstante, ha llegado tanta gente que deben ingeniárselas bien para acomodar a todos, tanto dentro como fuera, a pasar de la lluvia. Han traído a muchos enfermos incurables.
Jesús espera con suma paciencia antes de hablar. Pedro bromea, mientras ayuda en todo lo que hace falta. Tiene aspecto de tronco húmedo, pues está bañado en agua. Cuando el Maestro se dispone a hablar, él se viste con corrección, para escuchar con recato Sus palabras. Ha llegado la mujer tapada con el velo, está empapada y no sabe bien donde colocarse para escuchar al Rabbí. Pedro la ha visto, va hacia ella, la coge del brazo sin abrir la boca, y la sitúa en un rincón donde no cae agua. Jesús se ha dado cuenta de todo y para de hablar con una sonrisa en Su cara. Luego sigue: "No voy a pasar por alto ninguno de los Diez Mandamientos, pues Yo soy el Médico que intenta salvar primero a los más graves. Y os digo NO COMETERÁS ACTOS IMPUROS, Pero si alguno los comete, tened con él caridad, ya que quizás vosotros también habéis dado rienda suelta a vuestro apetito sexual, bien con una prostituta, bien con vuestra esposa, a la que mancháis con el vicio legalizado. No olvidéis lo que la Ley dice, que el matrimonio quiere decir procreación. El hombre es la semilla, la mujer es la tierra. La espiga que nace es el hijo. Obedeced a la Ley "sed una sola carne y multiplicaos en los hijos, porque si no, seréis como las compradas para cometer actos impuros. Sólo el placer es un veneno que contagia y envilece hasta el nivel de las bestias. El Levítico condena lo que sigue: " Hombre, no te acostarás con otro hombre, como si fuese una mujer, ni con una bestia... Tampoco la mujer lo hará, pues sería una infamia. Y el matrimonio deja de ser santo cuando es infecundo de manera voluntaria, ni cuando se consiguen dinero y regalos a cambio de una relación sexual. El cuerpo humano es un precioso templo, que contiene un altar donde está Dios, si es que no hay corrupción. Con ello el hombre se hace peor que un gusano o una bestia. Tomad vuestro corazón, ved vuestras heridas y preguntaos si el corazón nació puro, por qué le habéis obligado a vivir en un cuerpo impuro. E incluso, pensad en vuestra madre, que quizás murió de dolor por vuestro comportamiento. ¿que sigue: "hombre, no te acostarás con otro hombre como si fuese una mujer, ni con una bestia... Tampoco la mujer lo hará con otra mujer, sería una infamia. Y el matrimonio deje de ser santo cuando es infecundo, de manera voluntaria, ni cuando se consiguen dinero o regalos a cambio de una relación sexual, pues el cuerpo humano es un precioso templo , que contiene un altar, donde está Dios, si no hay corrupción. Con ello, el hombre se hace peor que un gusano o una bestia. Tomad vuestra alma, ved vuestras heridas y preguntaos si el corazón nació puro, por qué le habéis obligado a vivir en un cuerpo impuro. ¿Por qué deshonrar las canas de vuestro padre, siendo el hazme reír, a causa de un hijo o hija que pierde la inocencia o virginidad? Y si matáis en su raíz la vida, porque es un peso molesto, o un estorbo inútil, ¿no sentís una voz interior, que dice: "mamá, por qué...?" Jesús sigue explicando la Ley al respecto, sin cortapisas. La gente cabizbaja, pensativa, seria, no se atreve a murmurar con el del al lado. "Puedes convertirte en una flor, en un jardín, si no vas hacia la pasión que te anula. El arrepentimiento purifica, y la bondad de Dios y Su misericordia infinita, te perdonan. Vive una vida honesta y digna... Tenéis que darle al corazón la paz eterna. Meditad, que Dios no rechaza a nadie. Que el Señor os de la luz suficiente para conocer vuestra alma". Se van. Jesús se acerca a los enfermos para sanarlos.
Algunos hombres están discutiendo las palabras del Maestro. Otro pequeño grupo alza la voz y dice que ellos son familiares de Annás y otros sinedristas, y están descontentos con Jesús, que es un falso Profeta. Pedro, irritado, quiere levantar las manos para enzarzarse en una pelea, pero los compañeros se lo impiden, para evitar el conflicto. Los otros desprecian a Pedro por su aspecto rudo. Iscariote interviene; les dice que sean respetuosos con el Maestro, en Su casa, como Él lo es en la Casa del Señor.
Santiago de Alfeo, primo de Jesús, recuerda a los sinedristas su estirpe, que viene de David, pero ellos siguen en sus trece: "a tu Maestro le siguen las prostitutas, como la mujer del velo, que es amante del predilecto de Herodes". Pero Iscariote, que los conoce bien, y en esos días quiere ser fiel a su Maestro, les responde:" ¡Sois una pandilla de hipócritas y reptiles!" Pedro se enfurece más aún, por lo que Iscariote y Santiago de Alfeo lo sujetan. " ¡No deshonréis al Inocente. La boca y la lengua no son para profanar, ni envilecer. Nosotros no tenemos odio, y oramos por los que maldicen, como nos ha enseñado nuestro Maestro Santo. Él no conoce mujer, ni pecado. Él no vive en una mansión del Monte Moria. Aquí en esta humilde casa, vive Dios en Su Gloria. Marchaos y dejadnos en paz".
Se marchan rabiosos, mientras ellos dudan si comentarlo a Jesús, que aún está sanando a los enfermos. Al fin, lo hacen. Jesús los escucha tranquilo. Luego les dice que ellos, los sinedristas, no comprenden, tienen ojos, pero no ven. Tienen cabeza, pero no razonan. "La mujer del velo escucha en silencio. No hace daño a nadie, y no será ella la que Me lo hará en un futuro. Que ella se salve y que ellos critiquen"... Los discípulos atienden en silencio a Su Maestro....
BIBLIOGRAFÍA: Poema del Hombre Dios, María Valtorta; Ex. 20,12;Gén.3;Sab. 2,21-24; Rom. 5,12-21;6,20-23; Lev.19,18; Ex. 5,18;20,14; Gén. 1,26-28; 2,18-24;Lev.18,22-23.