Hace pocos días se difundía la noticia de que la Universidad de Granada subía más de 100 puestos y se situaba entre las 300 mejores universidades del mundo y la segunda de España. Esto significa que a nivel nacional nos quedamos sólo detrás de la Universidad de Barcelona y adelantamos a universidades tan importantes como la de Valencia, las Politécnicas de Madrid y Barcelona, la Pompeu Fabra de Barcelona, o la Complutense de Madrid. Y aunque no era así el año pasado, se constata una tendencia ascendente importante desde 2009, la más positiva de entre las cinco universidades españolas que, año tras año, se sitúan, al menos, entre las 500 mejores del mundo. Pero, veamos qué es este Ranking Académico de las Universidades del Mundo.
El Academic Ranking of World Universities (ARWU), conocido como Shangai Ranking, se publicó por primera vez en 2003 por el Centro de las Universidades de Clase Mundial de la Escuela Superior de Educación de la Universidad Jiao Tong de Shanghai de China, y se actualiza cada año. Utiliza seis indicadores objetivos para medir las universidades del mundo: número de alumnos y profesores que han ganado premios Nobel y medallas Fields, número de investigadores altamente citados, número de artículos publicados en revistas de Nature y Science, número de artículos indexados en Science Citation Index-Expanded (SCIE) y Social Sciences Citacion Index (SSCI), y el rendimiento per cápita respecto al tamaño de la institución. Aunque el índice tiene detractores, en general es considerado como un índice objetivo. La prueba está en que dentro de las 10 mejores universidades del mundo clasificadas, hay 8 americanas, algunas de la talla de Harvard, Stanfor, Berkeley, o el Massachusetts Institute of Technology; y 2 inglesas, Cambridge y Oxford. Creo que nadie tiene dudas acerca del prestigio de dichas instituciones. Otra cosa es que nos pongamos a analizar el sistema universitario americano o el inglés, y lo pongamos en comparación con el nuestro. De momento no es mi objetivo.
¿Por qué la Universidad de Granada ha llegado a esta posición?. Según consta en la página oficial de la propia universidad, se debe a la apuesta por la investigación de calidad hecha por los distintos equipos de gobierno de la UGR en los últimos 10 años, que se ha materializado en la creación de institutos y centros de investigación de calidad como el CITIC (Centro de Investigación de las TIC), el CIMCYC (Centro de Investigación en Mente, Cerebro y Comportamiento), el antiguo CEAMA (ahora Instituto Interuniversitario de Investigación del Sistema Tierra en Andalucía). El IEMath-UGR (Instituto de Matemáticas de Granada). El IMUDS (Instituto Mixto del Deporte y Salud, o el IBS-Granada (Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada). También se dice que se han diseñado planes de captación de talento de programas como Ramón y Cajal, Juan de la Cierva, Marie Curie, Talentia, o el Plan Propio de la UGR.
Evidentemente, que la Universidad de Granada se sitúe entre las 300 mejores del mundo, o en el puesto 42 en Ciencias de la Computación, es muy positivo. Para nuestro país, en primer lugar, y también para las tres ciudades en las que tiene Campus, Granada, Ceuta y Melilla. Lo más importante es el efecto de atracción de estudiantes e investigadores que ocasiona. También, el impacto económico que genera en las poblaciones. Por último, el prestigio, del que se benefician estudiantes y docentes, aunque también el resto de personal al servicio de la institución. Como no podía ser de otra forma, yo me alegro de esta situación.
Pero hay varias cuestiones que es necesario resaltar. La Universidad de Granada se encuentra en la actualidad en una situación financiera muy delicada (no sé qué tanto de culpa tienen estas inversiones faraónicas). Tanto, que en varias ocasiones ha tenido grandes dificultades para cumplir los compromisos económicos con su personal. Evidentemente, de la deuda con sus proveedores, mejor no hablar. Un dato. De los doce millones de euros que cuesta al año mantener los Campus de Ceuta y Melilla, que deberían ser financiados por el gobierno central, éste sólo aporta siete.
Lo anterior lleva, inevitablemente, a la segunda cuestión. Más del 25% de su personal docente contratado se encuentra en la actualidad impartiendo docencia por encima de los 24 créditos, a los que legalmente están obligados. En muchos casos se trata de profesorado muy joven, que no ha tenido tiempo material para acreditar sexenios de investigación, pero que ahora lo tendrá mucho más difícil. Este asunto, que fue una de las medidas más polémicas de la reforma universitaria del ex ministro Wert del Partido Popular, y que tanto daño ha hecho a la investigación científica de calidad en nuestro país, ha sido aceptado y puesto en práctica, tanto por la Junta de Andalucía, como por los dos equipos rectorales de la Universidad de Granada, que ahora se arrogan la autoría de los buenos resultados de nuestra universidad.
La investigación de calidad no son sólo grandes centros, ni obras faraónicas. Sobre todo son investigadores, muchos de ellos jóvenes, que a pesar de las condiciones laborales extremadamente precarias a las que están sometidos, siguen investigando y publicando. Ellos son los que han situado a nuestra universidad en el puesto en el que está. Evidentemente, su situación sería distinta si su universidad no atravesara por una situación financiera tan delicada. Y es que comenzar la casa por el tejado nunca fue bueno.