He tratado de imaginarme cómo 7 personas pudieron ocupar una toy de juguete para cruzar a Ceuta bordeando el espigón de Benzú. He tratado de colocar mentalmente a cada uno de esos subsaharianos sobre la balsa, creando un croquis imposible. Solo el milagro que cada día se produce en las vidas de estos inmigrantes puede ayudarme a cuadrar la explicación. Siete personas en una balsa en la que a duras penas caben 3. Siete personas en una toy de las que hemos comprado en tantas ocasiones para que nuestros hijos disfruten en verano, esas toys que con un
movimiento mínimo de olas vuelcan, esas toys que con varios roces contra las rocas terminan pinchándose. Pues sí, así cruzan los inmigrantes, así cruzaron de hecho los siete que pudieron llegar hasta Benzú, a los que hemos visto agotados, tirados en la playa, sin poder moverse, exhaustos, con frío, con miedo... y al lado de esa balsa de juguete que pudo haber sido su trampa mortal.
Esa es la realidad que se produce justo a nuestro lado, en nuestras playas, que debe sacudir nuestras conciencias, que debe obligarnos a pensar, a pensar en nuestras vidas y en las de los demás, en nuestro mundo y en el que se dibuja al otro lado de la frontera: ése que también llamamos mundo pero que sabemos que no lo es, porque no deja de ser un infierno de ausencia de derechos, de huida permanente, de miedos y de desesperación. ¿Cómo puede haber personas tan insensibles a todo esto?, ¿cómo puede ser que no les importe el dolor que asoma prácticamente a diario, pero sí que aparenten una sensibilidad por lo que se produce en otros países?
De qué pasta estaremos hechos cuando solo somos capaces de organizar actos de cara a la galería. Hasta en eso jugamos a los cromos: se organizan actos de protesta u homenajes por unos muertos sí pero por otros no, ¿por qué, porque hay momentos en los que viene bien, por la foto, por la idoneidad... por qué, me lo quieren explicar?
Los partidos políticos se rasgan las vestiduras con la polémica de las concertinas pero aún no les he visto mover un dedo exigiendo una mínima dignidad para los fallecidos que pasaría porque pudiéramos identificarlos. ¿Qué pasa, que todavía no os habéis enterado de cómo se entierra aquí a los inmigrantes o no habéis querido hacerlo porque queda mejor jugar a polis buenos y polis manos con eso de ‘yo quitaré las cuchillas que matan y tú no’?, ¿nadie lucha porque en Ceuta-ciudad frontera haya posibilidad de trabajar con más plazos temporales la identificación?
Es tanta la hipocresía, tanta la poca vergüenza, tanta la utilización barriobajera del fenómeno migratorio... que causa repugnancia. Solo les pido que hoy domingo, paren, paren un momento y piensen en esa toy, en esas personas, en los juegos de verano de sus hijos y en cómo se la juegan otros que también son hijos, que son como usted y como yo pero sin suerte. Piensen, reflexionen y recapaciten porque lo que pasa a la vista de todos no es lógico ni normal. Después, hagan lo que quieran. Contra los muros resulta complicado luchar, lo sé.