La situación en el Tarajal es crítica. Mucho. Cada día más. Lo que sucede en este punto de la ciudad debería causar una alarma general en toda la ciudadanía, mucho más que la de las colas. Lo que pasa es que estas últimas nos terminan jodiendo a todos, así que rápidamente montamos una recogida de firmas virtual y todas las entidades sindicales, sociales, empresariales y políticas salen a la palestra para hacer sus críticas en los medios. Lo primero sí, nos indigna, pero no pasa de ahí, de un malestar expresado en foros más o menos abiertos, más o menos públicos.
La tensión en los polígonos es cada vez mayor. Llevamos avisándolo desde hace varios días, publicando reportajes y fotografías a diario, haciendo un seguimiento gracias a la profesionalidad de Juanjo Oliva (sin duda un periodista de referencia en la zona)... Esto me recuerda a lo vivido años atrás, cuando advertimos que la situación estaba llegando a un límite, que podía haber una desgracia... hasta que ésta llegó.
Cada vez hay más porteadores ávidos de pasar los bultos. Cada vez hay más presión entre hombres y mujeres que se quedan haciendo cola y pernoctan en naves, en la playa o en los callejones, expuestos a todo tipo de extorsiones, atracos y abusos. Porque de todo esto está pasando en el Tarajal, lo que ocurre es que la mayoría no denuncia.
Los policías se ven acorralados, hay escenas del vídeo que hoy ofrecemos en Faro TV y que pueden ver a través del Código Qr de las páginas 2-3, que reflejan claramente esto, con agentes que pueden verse linchados por la masa en cualquier momento y que tienen que desenvolverse en situaciones demasiado extremas, en un lugar caótico que nada tiene que ver con las escenas que pueden verse en cualquier otro punto de España. El Tarajal es caso aparte.
Frente a los policías, los porteadores expuestos a ser arrollados. Pero también las mujeres y hombres que entran a diario en Ceuta a trabajar. Transfronterizos que son agredidos en el paso, que son golpeados, que se quedan atrapados entre dos mundos, cada cual más surrealista. Son varios los que han resultado lesionados en las últimas semanas, lo que pasa es que ellos no son protagonistas de esta historia porque optan por permanecer en la sombra, sin denunciar, callándose para que no se les impida el tránsito.
Ante esta situación, frases como la de ‘vamos a reforzar los controles en la frontera’ suenan a chiste. ¿Cómo una Delegación puede prometer un control donde impera el caos, donde la suerte se echa a diario, donde lo más tercermundista asoma a la vista?