En nuestra joven democracia, recordemos 38 años de vida efectiva, la democracia representativa ha sido ejercida casi exclusivamente en torno a los partidos políticos a través de los que se tramitaba el debate de las ideas y propuestas políticas. Se presumía que los partidos eran los representantes de las diversas corrientes de opinión y así ha sido realmente hasta nuestros días.
Sin embargo la evolución social parece haber asumido el hecho de cuestionar que los canales partidistas sean los únicos monopolizadores de la opinión ciudadana. Emerge con fuerza la idea de la participación ciudadana a todos los niveles o la denominada democracia participativa, como un elemento complementario de funcionamiento político en democracia y esto lleva aparejado que los debates políticos trasciendan los mecanismos partidistas. La democracia como modelo de organización política en una sociedad está asociada a varias condiciones; supone la existencia de pluralidad, diversidad, alternación en el gobierno, independencia de poderes, gobierno de mayorías con respeto y garantías para las minorías, entre otras, pero en este escrito quiero destacar la importancia del debate y la controversia política como asociadas intrínsecamente a la democracia y la tendencia imparable a que lo sea forzosamente a todos los niveles.
El debate político, por tanto, es algo esencial en democracia, no sólo para que se expongan los diversos puntos de vista y las distintas tesis, sino también para que se haga control político de los gobernantes y de las instituciones en su funcionamiento y para que se conozcan propuestas diferentes para manejar los asuntos públicos.
Esto se torna más relevante en la medida en que los medios de comunicación se vuelven predominantes y hemos transitado hacia un período de lo que algunos han denominado ‘democracia mediática’, en la cual el nuevo escenario de la democracia ya no es la plaza pública, sino la pantalla del televisor, las ondas de la radio, las páginas de los periódicos, las revistas y las redes sociales.
Deberíamos trabajar en estimular el debate político, un debate de ideas y propuestas, que contribuya a fijar claramente posiciones, pero no necesariamente a polarizaciones y estigmatizaciones que distorsionan la lógica de la política y la sitúan mucho más próxima a la lógica del enfrentamiento. El debate político debe contribuir a enriquecer la opinión, no necesariamente a generar adhesión.
Algunas fuerzas emergentes e incluso en alguna ocasión el primer partido de la oposición han propuesto regular con fuerza de ley la necesidad de la organización de debates en cada campaña política. Me parece una propuesta interesante que contribuiría a acercar la política al ciudadano y hacer de su elección una decisión argumentada y razonada.
Un debate es una herramienta comunicativa importantísima para las democracias actuales y en pequeña escala para nuestro día a día. Su finalidad, aunque no es la de convencer, sí es la de poner en el conocimiento de todos las opciones u opiniones con las que se cuentan, por tanto, es una herramienta de lo más enriquecedora para la sociedad, que deja a un lado aquello de que alguien posee la verdad absoluta; y es que hay veces que esa verdad se conforma de la opinión diferentes de varias personas.
Me entristece el hecho de que en esta campaña hacia las próximas elecciones del 20D no hayamos tenido debate publico en Ceuta entre los candidatos de las principales fuerzas políticas. No es ese el camino para empoderar a nuestra sociedad sino para apartarla de las decisiones que van a afectar a sus vidas. Es una decisión errónea que no se sustenta desde ningún punto de vista y que no creo que haya sido bien acogida por los ceutíes a los que se les ha desprovisto de un derecho que, por otra parte venia siendo realizado elección tras elección en los últimos veinte años. Espero que un hecho como éste no influya y no contribuya a incrementar aun mas los ya vergonzosos índices de abstención que caracterizan a los procesos electorales en nuestra Ciudad. ¿Es este el camino que creemos positivo para conseguir incrementar esa participación? ¿Se ha adoptado alguna medida para conseguir atraer a nuestros ciudadanos a las urnas? ¿No sería una responsabilidad de todas las fuerzas políticas, en particular de las mas representativas, adoptar ese tipo de medidas? Creo con sinceridad que haber promovido debates a todos los niveles entre candidatos hubiera ayudado a superar la brecha de participación ciudadana que nos avergüenza ante los índices medios del resto de España.
El reciente debate a cuatro organizado por A3 fue un éxito de audiencia y un síntoma de que este tipo de eventos interesan a la ciudadanía. Para los impenitentes twiteros como yo fue toda una sorpresa comprobar como el (supuesto) Frank Underwood de la serie política House of Cards intervenía en el debate paralelo en la red social. Por cierto uno de sus tweets mas celebrados fue el de despedida …”el precio de la presidencia es la soledad”. Cuan cierto y cuan triste.
"La praxis de la autodeterminación de los ciudadanos" recordaba elpensador Jurgen Habermas en su teoría de la democracia deliberativa "como formación de la opinión en el espacio público político, como participación política dentro y fuera de los partidos, como participación en los procesos electorales, en la deliberación y en la toma de decisiones de los Parlamentos".
Y esto sería así, porque a través del espacio público puede establecerse una relación comunicativa entre toda esta serie de instituciones, los medios de comunicación y la opinión pública.
En definitiva, un debate puede poner de manifiesto lo que opina todo un pueblo, por lo que es una herramienta que un gobierno debe tener presente siempre. A través de estos debates ciudadanos es posible observar el descontento general de la sociedad, intentando averiguar en qué se está fallando y cómo se podría mejorar. En el resto de España ya estamos viendo como se ha impuesto el modelo de debates públicos en todos los medios y ese es el camino a seguir. En Ceuta parece que de nuevo nos quedaremos atrás incidiendo en unos modelos de campaña obsoletos y anquilosados que no agradan ya ni tan siquiera a los propios.
Pero, mucho me temo, que este análisis ni tan siquiera se plantee entre los responsables concernidos…