El pleno ordinario de esta semana dio protagonismo al cuidado debido que tiene que tener la administración con los bienes de interés cultural que hay desperdigados por la ciudad, olvidados y abandonados. Como es lógico la Ciudad sacó su chuleta de niño (mal) aplicado que quiere sorprender al profesor haciendo trampas y empezó a enumerar la cantidad de bienes sobre los que se había trabajado y cuidado, colocándose ella sola la matrícula de honor en eso del cuidado del patrimonio.
Es normal, el deber de la institución municipal es defender su gestión aunque si uno pisa la calle, ésta le devuelve imágenes bien contrarias. Porque si la Ciudad se aferra a las Murallas Reales y a la Puerta Califal, el resto podemos empezar a enumerar los múltiples BIC desatendidos y la nefasta política de control de otros bienes que deberían haber sido protegidos y no lo han sido, permitiéndose su demolición haciendo lo que se le da muy bien a todas las administraciones en general: mirar hacia otro lado.
Lo que ha ocurrido con el castillo de San Amaro no es más que la guinda a una hilera de dejaciones denunciadas y publicadas pero que, a pesar de ello, no causan sonrojo en la clase gobernante. ¿Cuántas veces hemos fotografiado el antiguo pabellón de las Heras? Protegido, tan solo se apresuraron a colocar cuatro maderas que ya han sido derribadas. Para cuando reaccionen será inviable su restauración y habremos perdido otro bien más (por cierto, éste es un BIC). ¿En dónde quedó la Sirena? No me salgan con quién es o deja de ser su propietario, que ese cuento ya nos lo sabemos todos. El hecho es que hubo una inversión con cargo a fondos que bien podían haber tenido otro destino para que, ahora, luzca tapiada y envejecida. No hablemos de toda la zona de muralla del Hacho, desatendida, perdida a pesar de las constantes reivindicaciones de Septem Nostra. ¿Y los edificios antiguos que terminan siendo derribados por sus propietarios sin que la Ciudad obligue al cumplimiento de normativa alguna? El negocio de los asustaviejas nos lo conocemos muy bien en esta tierra, en donde cuatro listos han forzado la marcha de vecinos para que edificios que debían haberse protegido quedaran abandonados. De ahí a la amenaza de ruina solo había que dar un paso hasta que, de la noche a la mañana, las máquinas derribaron auténticas joyas históricas de nuestra ciudad que formaban parte de nuestra historia común. Quienes debían haber exigido una rehabilitación en vez de una demolición miraron hacia otro lado, pero hoy nos sacan la chuleta mágica de todo lo bueno que han hecho. Sí, así se aprueban los exámenes pero no se aprende.