A estas alturas del juego político hay quien todavía intenta colarnos lo del dialogo como elemento legitimador de la democracia. Todo el que no dialoga en los términos que los “dialogantes” dicen que debe dialogarse, ni es demócrata ni es nada que se le parezca.
Los podemitas aseguran que ellos son los verdaderos demócratas porque están “a favor de que los catalanes puedan expresar, a través de una consulta, la relación jurídica que desean tener con el resto del Estado”. El recurso a la voluntad popular es un recurso antiguo cuando se trata de acabar o desnaturalizar un sistema democrático, tal y como hicieron los minoritarios bolcheviques con los mayoritarios mencheviques. Por supuesto que estos aprendices populistas saben que las democracias se basan, entre otras cosas, en principios como la soberanía nacional, que tal y como recoge nuestra Constitución, reside en el pueblo español y no en la población de Cataluña ni en la de Calahorra ni en ninguna de sus partes sino en el todo. También saben perfectamente que el dialogo y los acuerdos en una democracia se producen dentro de los cauces que marca la ley y no en los que las élites políticas estén interesadas en implementar en cada momento porque una democracia es un estado de derecho donde todos están sujetos al imperio de la ley. También conocen perfectamente que el fin principal de un sistema democrático es asegurar un gobierno representativo que proteja al ciudadano del abuso del poder. Por supuesto que conocen todo esto, ¿entonces porque insisten en propuestas abiertamente antidemocraticas? Pues porque para ellos el sistema democrático es solo una oportunidad, una vía que les permite, utilizando los recursos que este sistema les ofrece, acabar desnaturalizándolo, porque ellos están en otra cosa, en la admiración al socialismo real. Por eso caen tan fácilmente en contradicciones en su discurso político: hablan de escuchar, de hablar para llegar a acuerdos, pero a la vez marcan límites, líneas rojas (ellos siempre tan belicistas) para hablar con otras fuerzas políticas, como el tema del referéndum catalán. ¿Pero en quí quedamos, hablar y escuchar o imponer? Hablan de reformar la constitución porque la provincia introduce elementos perturbadores en la representación, pero a la vez dividen su partido en varias candidaturas con marcas blancas sabedores de que precisamente esto les beneficia en el reparto de escaños tal y como ha quedado demostrado en las ultimas elecciones con respecto a otras formaciones como Ciudadanos que se presentaba en una sola candidatura. Parece que eso no es estafar a los ciudadanos, como tampoco lo es el hecho de que al estar divididos en varias marcas blancas recibirán un montante mayor en subvenciones del Congreso de los diputados por aparecer divididos en varios grupos, lo que en la practica les supondrá recibir prácticamente lo mismo que el PP. Eso tampoco es estafar a los ciudadanos. En fin, que si quieren una definición de demócrata, solo tienen que fijarse en lo que hacen y predican los de Podemos y ponerlo en cuarentena.