Han pasado ya más de diez años desde la primera vez que pisé la ciudad de Ceuta.
Ni que decir, para alguien procedente de Calcuta (una ciudad cutre, vieja y desorganizada, escondida en las franjas del este de la India), fue una revelación absoluta. Hubiera preferido usar el término choque cultural, si no hubiera encontrado sorprendentes similitudes entre ambos lugares, es decir, entre el estado de Bengal y el municipio de Ceuta. De hecho fueron unos cuantos parecidos: la pasión por el fútbol, los festivales (fiestas), la costumbre de dormir por las tardes (siestas), interminables conversaciones sobre humeantes tazas de infusión (predomina el té en Calcuta y el café caliente en Ceuta), con el amor por la buena comida y cierta pereza profunda que es muy evidente. Puedo culpar al tiempo extremadamente cálido y húmedo en Calcuta durante todo el año, mientras no puedo atribuir las mismas razones aquí en Ceuta. Sin embargo, también he notado diferencias radicales en cuanto a la forma de vida, idioma, religión, comida y cultura.
Pero debo admitir que inmediatamente sentí como en casa, no sólo porque mi esposa y mis hijos viven aquí, no sólo porque la ciudad tiene una sana población hindú (yo soy hindú), pero también porque Ceuta posee ese encanto para hacer que un extraño se sienta como en casa, te hace sentirte parte de su familia caballa incluso antes de que uno mismo se dé cuenta.
Tal vez fueron esta calidez y hospitalidad las que me cautivaron por completo, o tal vez el encanto del viejo mundo de una ciudad bonita por el azul del Mediterráneo, o podrían ser las gaviotas graznando que vuelan por su cielo azul. Hay una cierta magia de sentarse en los bancos callejeros de madera y escuchar los ecos de los repiques de campanas de la catedral, que salpican esta ciudad en diferentes momentos del día, llamando al pueblo a recordar y orar a Dios, sin olvidar San Antonio, el santuario de la montaña donde soy un asiduo visitante, especialmente los martes.
Ceuta posee un sutil atractivo mágico que yo siendo extranjero puedo sentir en lo más profundo del corazón. Además, siendo un poeta y escritor vocacional, la percibo presente sobre los naranjos, a lo largo de pequeños arbustos y flores que salpican sus pintorescos caminos sinuosos, en sus concurridos bares y en el vaivén de las palmeras que salpican sus playas y cuestas. Hay una belleza intacta, una tranquilidad que puedes ver durante la tarde cuando la ciudad duerme, incluso existe la rara sensación de ser vulnerables cuando una tormenta golpea la costa y cada estructura en la ciudad tiembla en su embestida. Una escasa población hace que un lugar se sienta vulnerable, más cuando supone una especie de aislamiento geográfico que esta ciudad disfruta naturalmente en el extremo más al norte del continente africano.
Ceuta es un paraíso para escritores y poetas, un deleite para pescadores, un sueño para caminantes y una fantasía para viajeros. Disfruta de la belleza escénica natural y es una mezcla de mar, cerros, monumentos de importancia histórica y estratégica, mercancía barata y gente amable, pero lamentablemente está plagado de una serie de problemas que pesan notablemente. Amenazan sus perspectivas presentes y futuras a medida que gradualmente reduce la ciudad a ser otro lugar más del mundo con nada especial que ofrecer. Trata de salir adelante como cualquier otra ciudad que carece de carácter, cultura y existe sólo por el trabajo y la vida rutinaria. Una característica que es realmente aterradora, ya que en última instancia se robará todo el encanto inherente de esta hermosa ciudad y se hará muy ordinaria. Esto no sería sólo una lástima para ponerse a llorar y una vergüenza, nos conllevaría a todos perder los encantos y fortalezas que Ceuta posee.
Me gustaría subrayar algunos de estos problemas. 1.Escasa efectividad de la promoción turística, un sector que podría ser muy lucrativo en este lugar. 2.Incapacidad para conectar la península excepto por mar. Los helicópteros han dejado de funcionar desde hace ya bastante tiempo. En un mundo que busca velocidad, esto es un lastre. 3.Falta de habilidades empresariales entre los jóvenes y también la ausencia de actividad en cuanto a conservas de pescado y carne. 4.Falta de instituciones de educación superior, resultando que la mayoría de los estudiantes brillantes y emprendedores emigran a la península después del instituto. 5.Masiva fuga de cerebros en los últimos veinte años, lo que significa que los jóvenes dejan esta ciudad para buscar mejores oportunidades, vis-á-vis educación y trabajo a la península y a otros países. 6.Rechazo de la iniciativa privada y la empresa entre sus ciudadanos, con lo que se generan pocas nuevas oportunidades de trabajo o negocio. 7.Incapacidad por parte del gobierno para desarrollar Ceuta como centro cultural o de prácticas deportivas. 8.Inexistencia de iniciativa para aprovechar la energía solar y eólica que abundan en esta ciudad, lo que resultaría en energía barata. 9.Insuficiente reconocimiento y apoyo a los intelectuales que podrían rejuvenecer y revitalizar el espíritu de esta ciudad. Como profesores especializados, ingenieros marinos y científicos, historiadores, escritores y poetas, arquitectos, dramaturgos, teólogos, matemáticos y estudiosos de otros campos de las artes y las ciencias.
Ceuta cuenta con enorme potencial y está aún por realizarse. No tiene mucho sentido poner esta culpa directamente sobre los hombros del gobierno y funcionarios públicos, ya que los ciudadanos también tienen su papel. Necesitan ser proactivos y no simplemente tratar a este lugar como un centro para la tercera edad o donde uno viene a pasar el día para comer y comprar mercancías baratas. Me encanta Ceuta y sería más que feliz de verla prosperar como lo que ya fue... Espero sinceramente que la bondad de la historia se repita con esta ciudad y la ayude a recuperar su antigua gloria.