Que el PSOE de Ceuta se había convertido en un coto cerrado de determinadas personas y eso que ya tenían una organización con escasos militantes es una verdad que te la cuentan hasta los propios socialistas, ya sean veteranos o noveles, no importa.
Por azar del destino, o desconozco cuales serían las circunstancias, los hados estuvieron de lado de esta organización centenaria y la normalidad volvió a presidir todas las actuaciones de la formación que fundó Pablo Iglesias. Es verdad que la historia del PSOE de Ceuta ha estado salpicada de traiciones, de historias extrañas, de personalísimos, de ceses, de nombramientos, de votos de censura, de más gestoras que una asociación de vecinos, de todo lo que ustedes quieran, para escribir hasta un libro. Sin embargo, si han existido épocas tenebrosas y mira que las han tenido estas siglas, me quedo con la justamente anterior a la etapa de Manuel Hernández Peinado.
Sin que nadie lo esperara, ni él mismo, de pronto se vio elevado a convertirse en la referencia de los socialistas ceutíes con su elección como portavoz del grupo parlamentario socialista. Y de ahí, a la Secretaría General todo fue un camino sin prisa, pero sin pausa, pero con muchas piedras en el camino, con muchos palos en las ruedas. No me quiero imaginar si el PSOE hubiera quedado en manos de los sustitutos, de quienes pensaban que eran los delfines, pero que fueron enviados a los puestos seis y siete de la lista electoral.
Sin embargo, Manuel Hernández Peinado ha querido imprimir su ritmo al PSOE ceutí. Un ritmo de hombre tranquilo, al que no le gustan los escándalos, al que le gusta solucionar las diferencias dentro de las cuatro paredes del partido, que incluso ha sufrido la saña con la que se han empleado quienes perdieron en la campaña, pero que tampoco ha deseado emplear la guadaña para eliminar cualquier oposición interna. Luego, en la Asamblea, tiende la mano, ha logrado tender puentes con el otro partido de izquierdas, Caballas y tampoco le importa reconocer los aciertos del Gobierno. Es un estilo distinto, quizás menos brillante en la oratoria, pero más serio en la propuesta. Al menos, no es un PSOE radical, pero que era radical no en los planteamientos políticos, sino en la manera de hacer de sus máximos dirigentes.
Tuve la oportunidad de entrevistar ayer a Manolo Hernández, he conversado en varias ocasiones con él y me parece un político que merece la pena. Seguro que no le gustará a todos, es lógico.