En estos días en los que, de nuevo, se vuelve a hablar de los MENA para vincularlos única y exclusivamente con la delincuencia, se han multiplicado los comentarios en redes sociales que aluden a la figura de Toñi Palomo. O ‘la Palomo’, como la identifican.
Debe parecerles mal a esta suerte de comentaristas, aporreadores de teclados, que haya personas que defiendan a estos menores y que pongan algo de cordura en debates que, por su sinsentido, ni siquiera debían tenerse.
En este pueblo en el que cuatro ideas se convierten en norma contra la que ni la verdad puede, resulta tranquilizador que todavía haya personas que lideran equipos de buenos profesionales capaces de colocar cada cosa en su lugar. Luego estamos el resto, los que nos gusta ver el mundo ordenado y los que son felices chapoteando en los charcos, viendo a quién salpican con sus mentiras.
No. No solo es ‘la Palomo’ la que defiende a los MENA, la que sitúa el debate donde hay que hacerlo. No. Afortunadamente somos muchos. Muchos los que sabemos que las estadísticas demuestran lo contrario, muchos los que cuidamos de no culpar al MENA porque sí cuando el tanto por ciento más elevado de las autorías criminales no se encuadran en este colectivo, muchos los que denunciamos cuando las instituciones no dan ejemplo ayudando, con sus comentarios, a que se generalicen impresiones que no casan con la realidad.
Llevamos una temporada hablando, de nuevo, de los menores extranjeros no acompañados y no precisamente para bien. Se juega a la doble moral, culpándolos de todos los males. Ahora les ha tocado ser los responsables de lo que sucede en el Poblado Marinero, zona en la que siempre ha habido inseguridad aunque ésta llegara a ser negada en su día porque interesaba. Que yo sepa no fueron precisamente unos MENA los que, cuchillo en mano, mataron a un hombre hace unos años en este punto. Ni tampoco fueron MENA los que sacaron un arma para liarse a tiros contra la fachada de un pub. Ni tampoco fueron MENA los que llevaron a cabo una ronda de atracos violentos por la zona ni los que terminaron organizando una tangana dentro de unos de los bares.
Pero es más fácil hablar de los MENA y jugar a la doble moral cuando nos interesa, criminalizándolos por un lado mientras que por otro decimos que trabajamos por su integración. ¡Venga ya! Espero y confío en que siga teniendo gente profesional cerca que nos abra los ojos, aunque las voces intenten desviar la atención generando un ruido permanente con la única idea de sembrar caos en una sociedad que, en parte, disfruta siendo ignorante.