Los medios de comunicación estábamos citados ayer en la Delegación del Gobierno. Iba a tener lugar una reunión de trabajo entre los mandos del CNP y de la Guardia Civil, pero antes se optó por escenificar lo que pasó a transformarse en un particular ‘evento’. Se nos informa de que, cada semana, habrá una reunión entre ambas fuerzas de seguridad en la Delegación del Gobierno.
El objetivo: mejorar la coordinación que, nos cuentan, ya existe. Habla Fernández Cucurull y se colocan detrás, cual estatuas, los mandos de ambas fuerzas. Habla Cucurull y nos ‘vende’ que todos se llevan muy bien, que la coordinación existe pero que se ha decidido que ahora estos encuentros sean semanales. Y una se pregunta: ¿dónde está la noticia? Con el anterior delegado del Gobierno ya se producían estos encuentros tan periódicos. Ahora, que ya lo eran, se quieren vender como ejemplo de una mayor garantía en la seguridad coordinada. Así que nos quedamos igual.
Otra cosa bien distinta hubiera sido que Fernández Cucurull hubiera optado por citar a la prensa para echarse encima toda la sinceridad del mundo y hablar de cómo tiene el patio en materia de seguridad. Pero eso no lo va a hacer ni aunque las quejas le lleguen por escrito, como así ha sucedido. No es el estilo de este delegado poner los puntos sobre las íes cuando se producen desplantes tan impropios como los que, públicamente, denunció la AEGC que afectaron a guardias civiles de servicio en la frontera y a los mandos de la Policía Nacional. El de ayer hubiera sido un buen momento para opinar sobre un tema que superó los canales internos desde el mismo momento en el que la Asociación decidió denunciarlo para, después, sopesar llevarlo a los tribunales.
Citar a los medios para escenificar lo que no debiera ser noticia parece más el resultado de la imperiosa necesidad de vender gestión en un momento político tan poco claro como el actual. No hay nada malo en ello, salvo que las instituciones nos hacen perder un tiempo precioso para acudir a escuchar una decisión que, ya de por sí, resulta irrisoria.
La coordinación y obligada colaboración se consigue dejando atrás personalismos enfermizos y actitudes prepotentes, no organizando citas públicas para que mediáticamente se transforme en noticia un logro que la propia Delegación dejó que se perdiera.