Un debate que sirvió ayer para hablar sobre las tradiciones ceutíes. Los contertulios entiendo que eran de lujo. Por un lado, el cronista oficial de la Ciudad, José Luis Gómez Barceló y, por el otro, el ex-viceconsejero de Festejos, Salvador Jaramillo. De escuchar a ambos, que son los expertos, pude sacar algunas conclusiones que quiero hoy compartir.
Las tradiciones ceutíes se deben ir adecuándo a una población que está cambiando. A un segmento de la población que no es el mismo que hace cincuenta años, pero que, por supuesto, debe enarbolar la bandera de su cuidado y de su mimo, porque en ello nos va también nuestra esencia de siglos de antigüedad en muchas de ellas.
Una ciudad que cambia hacia la multiculturalidad que está aportando nuevas tradiciones que, hoy en día, se comparten. Pero donde también es muy importante la integración de esa población que a todas luces participa en esas tradiciones ceutíes de toda la vida. Podemos ver gente de distintas confesiones religiosas en el Carnaval, en la Mochila, en los festejos patronales, en las Hogueras de San Juan, en las Cruces de Mayo. Fiestas que se iniciaron teniendo un componente religioso, muchas de ellas, pero que hoy son completamente laicas y eso abre las puertas a la integración por la vía de la convivencia entre los ceutíes.
Sin embargo, también debemos cuidar la base. Cuidar a los más jóvenes, porque ellos serán los encargados de continuar con estas tradiciones en un futuro. Si hablamos de Carnaval, bueno sería que se creara un concurso de agrupaciones de carácter infantil, porque entiendo que es la única laguna que existe, ya que esa continuidad en los disfraces se vive desde los colegios. Y lo mismo sucede en el caso de los costaleros. Algún tipo de Escuela de Costaleros, que, a lo mejor, podría depender de la Junta de Hermandades y Cofradías. Son ideas que se lanzan, pero, de todas maneras, alguna decisión se deberá tomar para que lo que ahora mismo comienza a ser un problema, no se convierta en catástrofe en un futuro cercano.