La Ciudad lleva años obviando las críticas que, por una u otra vía, hace la ciudadanía en torno a las baldosas. Le ‘resbala’, nunca mejor dicho, esa queja unánime de todos los que han reclamado que hubiera cambios con la urgencia necesaria como para evitar nuevos accidentes. Fíjense que incluso la propia institución municipal ha resultado condenada en varias ocasiones, viéndose obligada a hacer frente al pago de indemnizaciones con el dinero de todos los ceutíes. En el lado de lo que no podemos cuantificar, salvo que lo suframos en primera persona, queda la situación de las víctimas de estas caídas. Víctimas que, en algunos casos, son personas de edad avanzada que nunca terminan de reponerse de las lesiones sufridas. Hace un par de semanas era una señora de 70 años la que terminaba con múltiples fracturas. Llevamos años escribiendo de las promesas de cambio. Revisando la hemeroteca nos podemos topar con artículos escritos en los que la Ciudad anunciaba que iba a cambiar por completo las que llegaron a tildarse de ‘baldosas asesinas’. La realidad nos escupe una imagen bien distinta. Siguen las baldosas y continúan los accidentes. Ahora, tras la ‘reactivación’ del asunto vuelven a surgir las mismas promesas. “Vamos a...”, “en breve empezaremos...”, “solo queda que se concrete el material...”. El hecho es que todavía nada se ha hecho, considerándose el asunto como algo anecdótico, al igual que se ha hecho con otros compromisos ‘domésticos’ para la clase política pero no para la ciudadanía. Ayer recordaba con Olav la promesa hecha pública por la Ciudad de colocar los respaldos en los bancos de la Marina. ¿Cuánto tiempo ha pasado?, ¿ustedes los han visto? Ya los afectados se han cansado de protestar, sacan su silla, la colocan sobre la millonaria obra, y charlan con sus vecinos. Sus quejas parecen ‘invisibles’ para una clase política de postín. La misma que luego pide el voto y lanza sus compromisos estrella que olvida pronto. ¿Están pagando los responsables de los puestos del Mercado el recibo de la luz? Habría que recordar las promesas de campaña, que no caigan en saco roto... Un Gobierno y sus dirigentes deben atender las pequeñas reclamaciones de una población que confía en ser atendida. Hacerlo no es organizar cuatro cenas de mayores y un par de bailes para que don Juan siga creyéndose un Peter Pan ante los fans de la Tercera Edad que se resisten a cambiar su postal de Sánchez Prado a pesar de los 15 años. Es en estos pequeños detalles en los que se mide la grandeza de quien gobierna. Seguro.
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