La escala de prioridades debe andar coja para la Ciudad. Parece que no tienen claro qué es lo prioritario y qué puede esperar.
Ya tenemos pasarela en Santa Catalina, ese parque al que acudimos algunos y que lucha por asemejarse a lo que nos ‘vendieron’ en esas míticas infografías que repartió el Gobierno a los medios de comunicación. Todavía intento encontrar esas zonas verdes que se dibujaban. Puede que algún día las encuentre, quién sabe.
A lo que iba. Que sí, que ya tenemos pasarela. Al estilo de la que nos montaron en La Marina, aprovechando su remodelación porque la Ciudad tenía que lidiar con una sentencia condenatoria. Podremos acortar camino y enlazar el parque al que le falta de todo con el Monte Hacho, ese en cuyo sendero te puedes encontrar la misma basura durante días, semanas y meses, porque nadie la recoge. ¿Útil?, ¿necesaria? El Gobierno tiene tantos asesores y tantos técnicos y expertos que habrán concluido que así es. Yo prefiero quedarme con la calle, con lo que dicen los ciudadanos, con lo que pensamos quienes rechazamos vivir en una burbuja.
Antes que la pasarela hay mucho por hacer, o, mejor dicho, mucho que cumplir. Porque hace un año que hubo compromiso oficial de colocar los respaldos a los bancos de La Marina. No digamos la de tiempo que llevamos esperando cambios en las losetas, sin que éstos se produzcan. Debe ser que los ilustres elegidos por don Juan para tomar decisiones se lo están pensando una y mil veces para dar la sorpresa. Eso o pura inoperancia.
Si revisamos los titulares-promesa que se hacen de vez en cuando nos quedamos con el anuncio de colocación de un puente en Miramar, escenario de muchas tragedias. No se ha avanzado en nada, a pesar de que llegó incluso a ser un compromiso electoral.
En una ciudad en la que la gente se cae al suelo porque las losetas resbalan y no las cambian, en la que los deportistas tienen que taparse la nariz cada vez que pasean por el Hacho, en la que los vecinos tienen que implorar para que les coloquen marquesinas o les pongan los contenedores de colores para reciclar... no parece de recibo que lo urgente sea habilitar una pasarela. Que sí, que estaba contemplada en el proyecto. A eso llegamos. Pero yo no hablo de compromisos (aquí son expertos en incumplirlos), hablo de respetar una escala de prioridades que siempre, oiga, falla por el lado más débil.