El Ministerio de Fomento, o al menos sus servicios jurídicos, podrían interpretar la legislación de una manera un poco más favorable a los ceutíes, por una razón muy simple, ya que en realidad se está impidiendo, por esos altos precios de los billetes y la negativa de la Administración General del Estado a una permanencia de ofertas para los familiares de los residentes u otro tipo de personas que puedan tener relación con nuestra ciudad, el libre desplazamiento de los españoles por el territorio nacional, porque no olvidemos que Ceuta sigue formando parte de esta España de nuestras entretelas.
Las explicaciones son muy fáciles: si un matrimonio con tres hijos vive en La Coruña y tiene familia en Barcelona, nada más que deben cargar el coche de gasolina y presentarse en la Ciudad Condal. El gasto será la gasolina que hayan consumido. Si un matrimonio con tres hijos vive en Sevilla y tiene familia en Bilbao, nada más que deben cargar el coche de gasolina y presentarse en la puerta del Museo Guggenheim. El gasto será la gasolina que hayan consumido. Si un matrimonio vive en Valencia y tiene familia en Salamanca, nada más que deben cargar el coche de gasolina y presentarse ante la estatua de Fray Luis de León. El gasto será la gasolina que hayan consumido.
Pero por el contrario, si esa familia que vive en La Coruña tiene familia en Ceuta, no solamente contarán con el gasto del combustible hasta Algeciras, sino con el añadido de quinientos euros para los cinco pasajes y el automóvil. Pero por el contrario, si esa familia que vive en Sevilla tiene familia en Ceuta, no solamente contarán con el gasto del combustible hasta Algeciras, sino con el añadido de quinientos euros para los cinco pasajes y el automóvil. Pero por el contrario, si esa familia que vive en Valencia tiene familia en Ceuta, no solamente contarán con el gasto del combustible hasta Algeciras, sino con el añadido de quinientos euros para los cinco pasajes y el automóvil.
No es hacer demagogia. Es simplemente constatar una realidad de la que podrán ser culpables multitud de personas e instituciones, pero al final los que pagan el pato son esas familias que, a última hora, deben renunciar a viajar hasta Ceuta porque es imposible cruzar el Estrecho ya que no hay más dinero y no hay ninguna maquinita que por las noches sirva darle a la manivela y que vayan saliendo sin parar billetes de cincuenta euros.