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Jesús e Isaac van a Esdrelón

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No hace mucho que Fray Simón Pedro Herro fue invitado a Viena y dio una conferencia en la catedral. Se mueve entre Siria, Líbano y Jordania. Nos dice:" ¡Basta de silencio! Y ¡Basta de guerra!".

Para él, el silencio mundial es terrible. Tantas masacres, que los sirios no pueden más. En Alepo, ciudad siria más dañada, los yihadistas han destruido todo. Los monasterios ya no existen. En Gasaníe han ocupado el Monasterio. Familias desahuciadas viviendo en condiciones desastrosas, bajo bombardeos de morteros. Falta el agua, el coste de la vida es insoportable y la angustia está en todos los que allí viven. Los cristianos sirios son perseguidos y masacrados. " Los franciscanos de la zona ayudamos en todo lo que podemos sin parar. Pero el hombre ha endurecido tanto su corazón, que ya no importa ver la tragedia cada día en los Medios". Myriam, desde Israel me comentó que el mundo está falto de oración, allí se ora muchísimo, la sociedad es una cosa y los políticos otra,...por eso pasa lo que pasa...
El pastor Isaac, que Jesús había curado milagrosamente, cuando estaba imposibilitado en la cama, se ha encontrado ahora con el Maestro y le da cuentas sobre la evangelización que lleva a cabo, tal como le indicó Jesús, para que anunciase a los pueblos la llegada del Mesías: "Señor, la gente humilde enseguida cree en Ti, pero los sabios se burlan cuando les hablo de tu Nacimiento". Todos están sentados sobre la hierba de las márgenes del río. Judas piensa que pierden el tiempo con esta clase de gente. "Yo renuncio a seguir hablando del Mesías". Isaac dice que hará siempre lo que Jesús le mande, pues él está acostumbrado a las burlas. "¡Yo nunca renunciaré a Ti, Salvador mío!" Él había presenciado cómo José y María sonreían a un Recién Nacido, de rostro inocente, delicado y santo. "No podría rechazar este inmenso Cielo, esta Luz divina, Jesús mío". Jesús sonríe silencioso a Isaac y pasa Su brazo por la espalda del pastor.
Judas comprende que su decisión no tiene éxito. "Sí, Judas. Diré "gracias Dios mío". Y si no consigo nada, diré "ayúdame, Señor". Y Judas se sorprende de la inteligente reacción del pobre pastor, por eso le dice que es un hombre sabio. Para Isaac, el mandato del Señor es una misión que debe llevar a cabo sin más preguntas.
Es admirable la magistral lección de este hombre, que pasó más de treinta años de su vida postrado en un lecho y nunca se reveló contra esa situación, por lo que ahora conseguía su recompensa. Jesús no puede más que intervenir para alabar y animar al pastor. "El Cielo es todo entero para ti, Isaac. Nada de fatigarse en la Misión , pues ello es la base y raíz de la soberbia humana. Ni disgusto con las derrotas, ni inquietud cuando parece que no llega el final. El Apóstol de Dios debe mirar a la Creación y pensar Quién la hizo, sin prisas, a su hora. El Padre no hizo nada con desorden. Hizo lo creado en etapas, pacientemente, avanzando en el saber. El hombre no llegó a ser sabio en un segundo. Los que fueron arrojados del Paraíso aprendieron lentamente a convertir el trigo en harina, luego a amasar y cocer el pan. Aprendió a hacer fuego, a coser sus ropas. Aprendió a hacer la casa y la cama, como las aves hacen sus nidos. Aprendió a curarse con hierbas. Aprendió a navegar como lo hacía la cáscara de nuez. Antes de llegar al éxito sufrió mucho. Aunque conozca el mal, seguirá adelante en busca del bien. La Redención os viene ahora después de largos siglos de espera. Dios podía haberlo hecho todo en un abrir y cerrar de ojos, pero lo quería a Su tiempo, sin violencia, pues la violencia es contraria al orden, y Dios es el orden infinito". Judas no termina de comprender las enseñanzas del Maestro, por eso Le pregunta cuando le conocería el mundo entero.
"El mundo no quiere ser salvado. Me conocerán muy pocos y algunos más íntimos tampoco Me conocerán. Sabrán de Mí sólo como Jesús el israelita, pero no me amarán siendo fieles, con el esfuerzo que trae el conocimiento". Su gesto es triste, resignado, sabiendo de antemano la traición de Judas. Juan casi llora y Simón intenta consolarlo. Entonces Judas trata de confortar al Señor en esos instantes. "¡Sólo un demonio podría renegar de Ti, después de haberte conocido!".- "Sí, Judas. Pero eso ocurrirá".
Juan se desvanece de dolor y dice que hará justicia al que Lo traicione. Pero Jesús contesta que la justicia viene del Padre. Lo que se debe hacer, dice el Maestro, es orar por el alma atrapada por Satanás... Ya se despide de Isaac, pues se hace tarde. Y le avisa que Lázaro de Betania ayudará a Sus amigos. "Recibe Mi bendición. Ara para Mí el árido terreno de Judea. Sabes donde podrás encontrarme, si Me necesitas". Y se marchan a Galilea dejando a Isaac en la Judea. Caminan de noche con mucho calor. Caminan en silencio y sudando. Van a buscar a Jonás, el pastor por la llanura de Esdrelón. Jesús mantiene Su sonrisa acostumbrada, en silencio. Se encuentra junto a Leví y a Juan. Detrás siguen José el pastor, Judas y Simón. Es el tiempo previo a la recolección de los frutos, por lo que no duermen los campesinos, sino que vigilan los campos de posibles ladrones.
Leví le dice al Señor que los dueños flagelan a los campesinos que no guardan bien los campos, y que Jonás también fue golpeado hace tiempo, por lo que es seguro que estaría despierto. Ya queda poco. Se ven los campos de Doras, un cruel fariseo muy duro con sus siervos. Pide Leví al Maestro adelantarse para avisar a Jonás. Entonces Juan Le comenta al Señor que prefiere el trabajo de la barca, antes de estar al servicio de esos amos. Aunque ya, ni siquiera la barca, pues sólo quiere seguir a su Mesías. "Tú eres el Amor en la tierra para el pobre Juan". Jesús lo abraza como a un chiquillo indefenso. "Tenía deseos de oírlo, no obstante, muy pocos Me querrán así, Juan Mío. Habrá pocos que Me amen sólo por amor. Ven Juan, tú eres una semilla valiente. A esta semilla vendrán todos los hambrientos, los egoístas y los despreocupados, pero después darán su fruto cuando llegue el momento, y crecerá en sus corazones el conocimiento del Amor Verdadero, y tendrán un gran premio". Mientras, Juan permanece muy atento bebiendo las palabras del Maestro.
Como los demás hablan entre sí de sus cosas, no se han dado cuenta de la dulce conversación entre Juan y el Rabí. Han llegado al punto donde deben encontrarse con Leví y Jonás. En silencio esperan en medio de un calor agobiante, hasta que al fin llegan los pastores. "Maestro", dice Leví, "aquí está Jonás".- "Mi paz llegue a ti", dice Jesús al pastor. Jonás corre a arrojarse a los pies de Jesús. "¡Cuánto Te he esperado, cuánto tiempo, Rabí! Creí que no Te vería jamás, mi Salvador. Pero nunca perdí la esperanza.
Ella, la Madre del Enmanuel, dijo que Te serviríamos una vez más. Y no se ha equivocado, pues Ella es la Madre de Dios y lo sabía". Con voz afectada por la emoción, Jesús la pide que se levante. "A Ella la podréis saludar pronto, está aquí cerquita, en Nazaret".
Jonás casi llorando, comenta a Jesús que de haberlo sabido, en los meses de invierno, que no hay temor a los ladrones de frutos, hubiera ido a verla, "hubiera ido corriendo a besaros los pies, Señor". Entonces el Maestro les dice a todos que el tiempo ha llegado, y que el Recién Nacido está listo para ser el Pan del mundo. "Ante todo busco a Mis fieles y les digo "venid a Mí, saciaos Conmigo". Jonás, con lágrimas, dice al Señor que estuvo a punto de morir, cuando robaron las uvas de las parras que él cuidaba. Le muestra la espalda llena de cicatrices y su cuerpo entero con múltiples cardenales. "Me pegó con un cordel de hierro. Me dio tantos golpes que me dejó medio muerto. Unos amigos me ayudaron a sanar las heridas que se infectaban con el calor y me producían fiebre. Yo clamé al Dios de Israel:"Señor, que otra vez yo vea al Mesías aunque sufra. Te doy este sacrificio. No tengo más que ofrecerte. Soy un pobre esclavo, cuyo dueño no me deja ir a Ti".
Jesús está muy feliz con Su nuevo amigo y le propone que se una al grupo de pastores que siguen al Mesías. "El Altísimo te ha escuchado, Jonás. Quiero que estés Conmigo" Jonás dice que había contado a todos el prodigio que ocurrió aquella Noche Santa. "Pero mi amo me pegaba patadas, porque no creía lo que decía y no quería que hablase de ello".
Jesús lo anima ante las vicisitudes que ha vivido. "Eres un hombre justo a los Ojos de Dios, y los hombres, así lo reconocerán por los siglos". Le pregunta al Señor que dónde podrá ir a buscarlo, pues Lo seguirá mientras viva. "¿A dónde iré, Señor mío?". –"Estaré entre Nazaret y Cafarnaún hasta septiembre. Luego iré por todos los pueblos, pues he venido a las ovejas perdidas de Israel". Con tristeza, Jonás Le dice al Señor que no se fíe de "las ovejas grandes de Israel", por lo que Jesús le anuncia que de momento no le harán ningún daño de momento, pues "aún no ha llegado Mi hora". Y le invita a que vaya a todos, diciendo que "el Mesías está aquí entre nosotros. Ve y avisa a los muertos, a los dormidos y a los vivos".
Jonás no comprende eso de "ir a los muertos", por lo que el Maestro le explica que se refiere a los que tienen un corazón de piedra. "Los otros muertos en el Señor estarán contentos, porque pronto serán rescatados por el Redentor. "Yo soy la Vida, soy el Sol, soy la Verdad que los israelitas buscan".
El pastor está maravillado de las palabras de Jesús, y Le pregunta si también hace el milagro de sanar a todos los enfermos. Y el Rabí dice que sí. "El milagro es un regalo, aunque debería ser para los buenos. Como Dios es Misericordioso ante la dureza humana, lo intenta todo y dice:" lo he hecho todo por vosotros y de nada Me ha valido. ¿Qué más puedo hacer?"
El pastor pide a Jesús que se reúna también con los que trabajan con él, pues están como ovejas sin pastor, son muy pobres y temen mucho al amo, así que deberían esconderse para no ser vistos, pues el dueño los molería a palos. Jesús accede de inmediato: "no tengas miedo, nadie nos verá, los ángeles harán guardia". Jonás se encuentra tan emocionado y contento, que pronuncia unas inspiradísimas palabras, que semejan una oración, pues sabe que el momento es irrepetible, que el Señor ha sido Compasivo y Misericordioso: "¡Oh, Señor! Yo vi a los ángeles del Cielo aquella Noche en que nació el Mesías, y oí voces angelicales que se han quedado grabadas en mi corazón. ¡Bendito seas, Jesús mío! ¡Ven, Señor Jesús! A todo lo que me rodea repito Tu nombre: JESÚS. Escuchad todos: EL MESÍAS ESTÁ CON NOSOTROS. ¡Hasta el viento se mueve formando surcos de alegría!"

BIBLIOGRAFÍA: "El evangelio tal como me ha sido revelado", María Valtorta, T II; Gén.3,23-24


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