Pasan los años. Cada vez más cansada. El pelo hace ya tiempo que lo lleva canoso. Llegó un día en su vida en el que dijo eso de 'ya no me lo tiño'. Y así se quedó. Con su melena suelta, solo sostenida por dos horquillas a ambos lados.
Cada vez más torpe en sus movimientos, sus pasos se han tenido que adaptar al carrito que compró hace un par de años. Le cuesta salir, pero sigue firme. No hay día en el que no pise la calle. Ella, siempre fuerte, intenta seguir siéndolo cuando a la vuelta de la esquina están ya los 80.
Atrás han quedado años de auténtica lucha. Huérfana de padre y madre demasiado joven, casi adolescente. La niñez arrebatada, la vida en el pueblo perdida sin quererlo, la necesidad imperiosa de salir adelante con lo básico aprendido en las escuelas del hambre. Y lo consiguió. Luchadora, enorme, mujer... no tuvo tiempo de llorar más que lo justo, delante tenía un camino obligado que emprender. Seis hijos, uno detrás de otro. Tres que pudieron ser y no lo fueron, tras inesperados abortos de los que había que reponerse en horas porque tenía que seguir luchando. Ella, luchadora, madre, esposa, compañera, trabajadora... no lo tuvo nada fácil para ir hilvanando paso a paso eso que llamamos vida en unos tiempos tan duros que asustaban.
Ha sido tanto lo que ha pasado, que parece mentira que ese cutis que todos admiran, incapaz de acoger arruga alguna, haya soportado tanto, haya aguantado tanto, haya protegido una vida con tantos disgustos, con tanta prueba, con tanta tragedia. Pero es ella. Ella es valiente, ella es hermosa, ella es madre, ella es anónima, ella es la que nunca entendió eso que llaman conciliación familiar porque no daba tiempo a parir que ya había que trabajar, no daba tiempo a criar a uno que ya había que criar al siguiente, no daba tiempo a terminar el trabajo para empezar con el otro... ¿cómo lo llamaban?: 'ama de casa'. Yo lo llamaría heroína, valiente, mujer digna de admiración, única. Hoy, el Día D, la tengo en la mente. Hoy, como todos los días, pienso en ella a sabiendas de que todavía puedo llamarla porque sé que escucharé su voz. La suya sí, la de esa mujer valiente que hizo cosas, auténticas gestas, que admiro tanto... porque las considero imposibles. Y ella, humilde, cada vez que habla con sus hijas se pone 'toda orgullosa'... ¿Acaso no se da cuenta de que ella es la que vale?, ¿de que ella es la mágica?, ¿de que la número 1 es y seguirá siendo ella? Siempre. La única. La mejor. Ella.