De un tiempo a esta parte están incrementándose los gloriosos anuncios oficiales. Llegarán las inversiones que antes faltaban, se contratará al personal que era necesario en áreas tan sensibles como Educación o Sanidad... hasta nos comunican y reconocen, ahora sí, que urge la construcción de centros escolares.
Resulta curioso que toda esta lluvia de promesas y anuncios se producen en unos momentos políticos tan convulsos que nadie a ciencia cierta sabe cómo van a terminar. Y es, precisamente, en unos momentos de incertidumbre, de inestabilidad e incluso de miedos, cuando aparecen los magos de medio pelo con ganas de sacar las varitas y empezar a tocar todo lo que vean con ganas de convertirlo en oro. Ahora sí, antes no. Ahora sí, antes cuando debían no. Ahora sí, antes cuando moralmente tenían que cumplir no.
Los ciudadanos hemos conformado una clase tan pasiva, tan adormecida, que puede pasar lo que sea, que nos pueden pisar de cualquier manera, que nuestra capacidad de reacción o resistencia pasará inadvertida. A lo sumo cabrán cuatro artículos críticos, alguna que otra manifestación y unos cuantos amagos. Lo justo para trasladar un malestar sin efecto, lo justo para que, quizá, los gobernantes puedan hacer visible cierta preocupación. Ya está.
En las últimas semanas asistimos a un espectáculo de anuncios, de promesas y demás que se antojan insultantes para el ciudadano, porque podían haberse materializado en acciones concretas antes de que formaran parte de ese cúmulo de apuestas nunca consumadas a tiempo.
Sí. Parece que tendremos los Hospitales con el personal debido, e incluso que habrá colegios que sustituyan los barracones en los que ahora se hacinan nuestros hijos, amén de que habrá maestros para atender debidamente a todos. ¿Y policías, guardias civiles, funcionarios...? Lo congelado dará paso a una permisividad antes soñada, los recortes formarán parte de esa pesadilla de la que siempre soñábamos salir. ¿Se acuerdan eso de que todos debíamos apretarnos el cinturón por haber sido malos previamente? Pues eso. Vienen tiempos de mentiras, de caramelos envenenados, de mensajes políticos cargados de intereses. Nosotros, ciudadanos, debemos saber marcar las diferencias. Hemos tenido que aprender a base de palos. Cierto.