Decía ayer el portavoz del Gobierno, Jacob Hachuel, que la histeria colectiva se había instalado en algunos municipios de España.
Todo ello venía como consecuencia de la decisión adoptada por el Ayuntamiento de Barcelona, instando a la Hermandad de Antiguos Legionarios a abandonar unos terrenos que ocupan, por cesión, del Consorcio de la Zona Franca de la Ciudad Condal. Y es que el Gobierno ceutí se solidarizó con esta Hermandad y además se les ha invitado a que una representación de los mismos se desplacen a Ceuta para asistir el próximo veinte de septiembre a los actos del aniversario de la Fundación de la Legión.
De manera independiente, a la decisión adoptada por el Gobierno autonómico, lo cierto es que esta Hermandad de Antiguos Legionarios lleva muchos años instalada en estos terrenos, que no han sido ocupados por la patada en la puerta, que parece ser el método preferido de Ada Colau y quienes la acompañan en el Consistorio barcelonés, sino por una cesión del Consorcio de la Zona Franca. Además, tienen instalado un huerto social del que surten a muchas familias en riesgo de exclusión social de esta barriada obrera del cinturón industrial de Barcelona. Sin dejar de lado que la labor social es conocida por muchas personas, pero eso no les importan a Ada Colau y sus correligionarios.
Las explicaciones que les han dado no puede ser más peregrinas, más o menos, que el espíritu de La Legión es incompatible con el espíritu que ahora mismo impera en Barcelona. Colau, que tampoco consiguió un apoyo mayoritario de los barceloneses para gobernar, terminará volviendo loco a todos los que pasen por su lado.
¿Qué piensa Colau que es el espíritu de la Legión? Pues es ese espíritu que permite que desde hace más de veinte años tropas de los cuatro tercios, con sede en Almería, Ronda, Ceuta y Melilla, hayan participado en numerosas misiones internacionales, prestando una ayuda inestimable a cientos de miles de personas de los lugares donde han desarrollado estas misiones. Por supuesto, que la Legión ha cometido errores a lo largo de su historia, como cualquier colectivo humano, pero las Fuerzas Armadas son necesarias en una sociedad avanzada del siglo XXI, como garantes de la paz y además como embajadores en misiones internacionales.