Lo hablaba el otro día a la puerta del colegio con Jose Manuel Pérez Rivera, por cierto (insisto) una de las personas con mayor conocimiento de patrimonio y medio ambiente que esta ciudad se ha empeñado en desaprovechar. Hablaba del olvido al que, de forma absolutamente despreciativa, han sido condenados muchos de los conjuntos históricos y patrimoniales de Ceuta.
Lo hemos denunciado en tantas ocasiones que una ya se cansa. Reportajes, fotografías, opiniones... da igual. Incluso la oposición lo llevó a Pleno, y fue entonces cuando Juan Vivas sacó a escena al recién descubierto consejero de Fomento, al que parece haberle colocado la etiqueta de alumno aplicado de la clase pepera. Lo sacó para que nos contara todo lo que el PP ha invertido en patrimonio y todas las actuaciones que piensan llevar a cabo. O sea, lo mismo de siempre para no decir ni hacer nada.
Ceuta está siendo víctima de un abandono indecente, que se comete con premeditación y alevosía, con la cara dura que solo pueden mostrar aquellos que siguen despreciando parte de la historia de este pueblo. El pabellón cuartel de las Heras se va cayendo poco a poco ante la mirada de todos. Me da la impresión que este BIC, que debería estar protegido, tiene las horas contadas. El alumno aventajado de Vivas podría intervenir en otro Pleno, con la lección aprendida, para contarnos cuándo van a darle la estocada. Tenemos edificios que llevan colgado el cartel de 'en ruina' desde hace meses. Ubicados en pleno centro de la ciudad son vistos a diario por los miembros del Gobierno, que olvidan la protección debida en favor de una degradación permitida y potenciada con tal de conseguir que llegue el momento de la demolición consentida, como ha sucedido con otros edificios que, estando protegidos, la Ciudad permitió que fueran derribados. No hablemos del castillo de San Amaro, una de las grandes dejaciones de este Gobierno.
Un pueblo cuyas instituciones fomentan el olvido, la degradación de inmuebles históricos, el derribo... que posiciona sus fines materialistas sobre otros está condenado a perder parte de su historia y parte de su deber moral de conservar lo que tenemos para que las futuras generaciones no se encuentren una ciudad sin personalidad, preñada de barriadas fantasma, sin solera, sin intrahistoria. Esto es lo que tenemos. Y no veo ni que haya arreglo ni que se esté buscando.