“Esta semana hemos sufrido un nuevo atentado, una nueva agresión a los principios de los que hablaba. Han atacado a una forma de vida, a una sociedad que respeta la diversidad...”.
Desde las primeras civilizaciones se tiene conocimiento de los enfrentamientos entre grupos armados con el propósito de apoderarse de los recursos naturales y de las personas para esclavizarlas. Desde entonces, una y otra vez, personas sin escrúpulos han intentado apoderarse de lo que no les pertenecía sin dudar en matar o causar el mayor daño posible para conseguir sus objetivos.
Más recientemente hemos visto cómo locos con discursos inmorales consiguieron seducir a sus compatriotas, intentando conquistar el mundo para apropiarse como los primitivos de los recursos naturales y hacer esclavos a los ciudadanos. Hitler fue un ejemplo de criminal egoísta responsable del asesinato de millones de personas en el mundo. Fue capaz de seducir a miles de insensatos que lo secundaron embrujados por su ideología del terror. Su propósito iba más allá, porque su doctrina trataba de apoderarse de lo material y de la libertad en el más amplio de los conceptos, incluida la libertad de culto.
En nuestro continente, en los países civilizados y democráticos, sabemos que la paz, la diversidad de pensamiento, el respeto a los derechos humanos y, sobre todo, a las leyes son sinónimos de estabilidad, convivencia y progreso. No hay espacio para los que intentan, mediante la violencia, arrebatarnos la democracia, hacernos retroceder en los principios que tanto nos costó conseguir. No hay espacio para los que tratan de imponer mediante el terror ideas, religiones o ideologías inaceptables.
Esta semana hemos sufrido un nuevo atentado, una nueva agresión a los principios de los que hablaba. Han atacado a una forma de vida, a una sociedad que respeta la diversidad, que es tolerante, que sabe defender esos principios y que no se somete ni al terror, ni a las personas que tratan de imponer sus costumbres o forma de pensar. Esta semana ha sido Bélgica, antes España, Francia y otros países que sufren la sinrazón de estos asesinos.
En España hemos sufrido el terror del terrorismo más que otros países del mundo. Sabemos y conocemos sus métodos, sus formas de financiación, sus propósitos y el sufrimiento que provocan, pero también sabemos que las personas decentes, las democracias y las leyes vencen al terror, a sus brazos ejecutores y los sucios ideólogos. Son lo mismos con nombres distintos.
Hemos hecho un breve y corto repaso por la historia del mundo, conocemos lo que pretenden y pretendían todos los violentos. Sabemos de su ambicioso y desmesurado egoísmo, porque sus propósitos han sido, son y serán apoderarse de todo lo que tenemos, incluso de la libertad de pensamiento. Entre ellos, los nuevos terroristas y los antiguos terroristas, nada ha cambiado, pero sí en la sociedades democráticas, porque ahora cuando se atenta contra un país, se atenta contra todos nosotros; contra las mujeres y hombres del mundo que hemos elegido vivir en libertad, en paz, que respetamos la diversidad, las leyes y los derechos humanos.
Puede parecer que nada ha cambiado en el mundo, pero no es así, porque ahora se divide en ELLOS, esos que han elegido la violencia para intentar someter a las sociedades libres y democráticas y, en el otro extremo, NOSOTROS, las personas y países que estamos unidos para combatir a los violentos que tratan de arrebatarnos nuestra libertad, nuestras costumbres, nuestra forma de vida, nuestra capacidad de decidir lo que queremos.
Nunca el mundo y las sociedades han estado tan unidas contra el terror. NOSOTROS, las democracias y las sociedades tolerantes venceremos a ELLOS, los violentos, independientemente del nombre de las siglas asesinas, de la marca de su odio y terror, porque todos pretenden lo mismo, matar e imponer.
En homenaje a las víctimas del terrorismo, a los niñ@s, mujeres y hombres que sufren y han sufrido el fanatismo asesino.