“Así, que más inocentes muertos que añadir a la larga lista de estos sanguinarios y fanáticos del ‘Daesh’. Y, los responsables de los gobiernos de Europa, no aciertan...”.
La barbarie tanto tiempo larvada y anunciada, definitivamente, ha llegado. Ya se han roto las últimas esperanzas que las medidas antiterrorista y policiales, puestas en marcha en todos los países de la Unión Europea, revirtieran y acabaran con la espiral de violencia del Estado Islámico que, como bien dijera el articulista del Mundo -en noviembre de 2014- Fernando Lázaro-:“Ni es Estado, ni es Islámico”.
Así, que más inocentes muertos que añadir a la larga lista de estos sanguinarios y fanáticos del “Daesh”. Y, los responsables de los gobiernos de Europa no aciertan a comprender que nos encontramos en ‘GUERRA’ contra la barbarie y la desolación que produce el Daesh” entre los ciudadanos del mundo, y en particular a Europa y a sus mismos ciudadanos de Siria e Irak.
Y, con el terrorismo no se puede seguir especulando y colocando paños calientes; con el terrorismo hay que ir a acabar con ellos y no se acaba con palabras; sino que para destruirlo no podemos hablar con eufemismos: hay que hablar claro y, por tanto, no queda más remedio que hablar de ir a la GUERRA contra ellos, así de claro y contundente…
Esa es la palabra que nadie quiere pronunciar; sin embargo, si no hubieran ido a la guerra los “americanos”, y no hubieran muertos miles de sus jóvenes en los campos de batallas europeos lejos de sus hogares, todavía seguirían los hornos crematorios en los campos de concentración nazis, donde asesinaron a 6.000.000 millones de judíos.
El Daesh (*) se financia vendiendo petróleo a Occidente a bajo precio, más barato que en los mercados de los pozos de petróleo que ahora se encuentran en su poder; y, además Occidente en un puro mercantilismo que raya en la “esquizofrenia”: les vende al Isis las armas que utilizan en sus conquistas -solo hace unas semanas confiscaron en el puerto de Valencia y Algeciras, contenedores con 20.000 uniformes para sus ejércitos-. Por estos dos motivos, que es puro negocio donde algunos poderosos –yo diría, los más poderosos países de la economía mundial-, se lucran a manos llenas y hacen imposible que no se vislumbre el fin de la guerra y, por consiguiente, subsista el Daesh, “per in secula seculorum”. Así de hipócrita, mezquina, frustrante y miserable es la política del “primer mundo”.
De tal manera, que si de verdad queremos acabar con el Daesh, y vuelva la esperanza de poder tomar un café en la cafetería de la esquina: tomar el metro; ir al mercado a hacer la compra; viajar en un avión o sencillamente pasear por las calles de nuestras ciudades, no queda más remedio que llamar a las cosas por su nombre, y asumir que estamos en “GUERRA” con el pretendido Estado Islámico del Daesh.
Por consiguiente, de la misma manera que los EEUU mandó en dos guerras sucesivas a su caballería contra Irak de Saddam Hussein -en la primara por invadir Kuwait; la segunda por las pretendidas armas de destrucción masiva, que resultaron ser un enorme fiasco-, pongan con la misma celeridad y diligencia un pie en Siria e Irak, y acaben con la guerra de una ¡puñetera! vez, y devuelvan a los millones de refugiados que deambulan por Europa a sus países y a sus pueblos, y ayuden a reconstruir la paz con ayudas económicas.
Nada se obtendrá con la cobardía y con el acuerdo que acaban de firmar la Unión Europea y Turquía, de devolver a ese país de origen a los refugiados, ¿no sería mejor que acabasen con la guerra y los devolviesen a sus campos y a sus pueblos, y les ayudemos de manera generosa a que los reconstruyan y que vuelvan a labrar sus campos...?
Sólo ayudando a esos pueblos, a que vivan en sus ciudades, con sus raíces, con sus costumbres, con sus tradiciones y su determinada religión, es posible acabar con esta amenaza terrorista; y claro está, acabando con la guerra, que, para que eso ocurra, hay que destruir el Estado Islámico; o él acabará con nosotros, como en su día se acabó con los nazis, que costó sangre, sudor y lágrimas, pues ante la barbarie y los fanáticos no cabe otra cosa…
Las cosas hay que llamarlas por su nombre, porque de los cobardes y de los tibios nada se consigue salvo retrasar el curso inapelable de la historia; pues bien que sabemos que la tibieza de las potenciales occidentales con el afán expansionista de los nazis, sólo trajo desolación, sufrimiento y millones de muertos a la Europa de entonces y, que además, no evitaría la guerra en una posterior conflagración mundial.
Hoy, como antaño, otro poder salido de las tinieblas de la destrucción y la barbarie, cabalga por el “Próximo Oriente” y Europa, como si se tratara de los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis” de Blasco Ibáñez… De tal manera, que es inevitable a todas luces, poner freno a estos nuevos barbaros de la civilización, que disfrutan en su locura asesinando y degollando a sus víctimas, en una orgía de sangre propias de seres enloquecidos y fanáticos. Todos hemos vistos sus videos llenos de sadismo donde con simples cuchillos para provocar más dolor, le han cortado la cabeza a sus pobres víctimas paralizadas por el terror. NO; no puede entenderse tanta maldad sobre personas que, como corderos bíblicos, esperaban aterradas a ser degolladas. Desde luego, que no puede entenderse, salvo que con la difusión de estos videos, se quisiera paralizar - presos del terror- a todos los ciudadanos de nuestros países donde la libertad y la cultura caminan por la senda de la solidaridad y la justicia a pesar de las contradicciones que podamos tener.
Y, he de confesar, que esas imágenes me traumatizaron de tal manera, que mi admiración por la cultura árabe se tambaleó por muchos meses… Sin embargo, en estos fanáticos del Daesh, no habita el mensaje de “Mohamed”, ni los designios de su Dios misericordioso, compasivo y eterno… No; de ninguna de las maneras, porque aquellos que hemos leído el Corán y se aloja como un buen libro en nuestra biblioteca, sabemos bien, que la barbarie no se halla entre los versículos de sus páginas. Y, ningún musulmán pude gritar: Al·lahu-àkbar (الله أكبر, Allāhu akbar, «Alá es [el] más grande»), para asesinar a personas inocentes que jamás desearon dañar a ningún musulmán, porque sólo hay que remitirse a las pruebas irrefutables de que estos pueblos de Oriente caminan entre nieve y barro en condiciones extremadamente precarias -incluso arriesgando sus propias vidas en aguas del mar Egeo-, buscando las fronteras de nuestros países, porque desean alcanzar la paz y el bienestar para sus familias que, en sus humildes pueblos, estos miserables, verdaderos fanáticos del mal, no les permiten…
(*) El Daesh, financiación:
__El Daesh ha sido visto por algunos actores regionales -Israel, Turquía, Arabia Saudí, etc- como un arma potencial contra Irán. Ha mantenido débil al régimen chií de Irak y ha tenido ocupados a grupos enemigos de Israel, como Hezbolá, que lucha en Siria contra diversos grupos de la oposición, entre ellos el Daesh.
__Turquía, integrante de la OTAN, ha hecho la vista gorda ante el Daesh. El primer ministro Erdogan ha querido ver en movimientos islamistas radicales una forma de detener tanto la influencia chií en la zona como a los kurdos. Ha permitido el paso de yihadistas por su frontera, ha bombardeado a las YPG kurdas -unidades de protección popular- cuando se suponía que esos ataques tenían que dirigirse al Daesh, y ha permitido el flujo de camiones que cruzan la frontera cargados de petróleo procedente de los campos sirios controlados por el ISIS.
__De ese modo cree evitar la posibilidad de una soberanía de los kurdos -que están luchando contra el Daesh- junto a su territorio.
La compra de petróleo en el mercado negro turco ha sido uno de los modos más eficaces de financiación para el Daesh, junto con el cobro de grandes sumas de dinero por el rescate de algunos secuestrados.
También recibe apoyo económico de individuos saudíes ante los que el régimen de Riad hace la vista gorda. Esas personas entregan dinero al Daesh y hacen lobby por él, presionando para que otros lo apoyen.