Despertó un nuevo día y presumiblemente distinto, como ya empezaba a entender que así serían todos.
La mañana era limpia de nubes, y la temperatura veraniega, así es que pantalón corto y camiseta, mochila ligera y ganas, muchas ganas.
Enseguida El Bosque nos recibió, y con él, los montes cargados de subidas muy empinadas y bajadas a la sazón.
Un compañero con muchos Caminos en su cuerpo me animó diciendo “las cuestas se empiezan como un viejo y se acaban como un niño”. Era más que palpable lo cierto de su consejo.
Gracias a la charla distendida, a las bromas, alguna que otra manzana y agua, mucha agua, quizás la más dura de todas las etapas daba a su fin.
El dolor de los pies era memoria de un montón de kilómetros.
Vimos abrazado a un árbol un anuncio muy peculiar, con foto incluida. Alguien se ofrecía a llevarnos de vuelta. El siguiente árbol también estaba adornado. y así en piedras, contenedores y en cualquier sitio visible al caminante. Ni un cantante antes del concierto lo hubiera hecho mejor. Un toque de móvil y una voz amable invitaba a llevarnos. Casualmente, su casa y su coche estaban a sólo cien metros.
En un pis pas estaba cargando con nuestras mochilas en el maletero.
Su atuendo era espectacular y elegante: Chaqueta, corbata y sobre todo los más llamativo una gorra adornada de cuadros blancos y negros. Me sentí como un niño en una atracción de feria. Subí en el asiento delantero. Mis compañeros le advirtieron “cuidado que éste es mudo”. Y el encajó un montón de preguntas, entre risitas traseras. A todas contestó con paciencia y sabiduría. Apenas unos giros de volante y ya era uno más del grupo.
Lo mejor para el final, cuando llegamos al hostal, donde quedaron nuestros pertrechos esa mañana, dejó que me pusiera su gorra y nos hicimos con él una foto que plasmó una experiencia irrepetible.
Ni que decir tiene que repetimos trayecto al día siguiente.
Donde quiera que estés, que Dios te bendiga por hacer tu trabajo de manera tan agradable.
Cuídate “Do Rey Do Taxi”, porque confiamos en verte pronto de nuevo en otro “Camino venidero
J.A.R.Morales
Calle de Betanzos
Acuarela sobre papel
13 x 20 cm