El Gobierno se afana en hacer que nos creamos sus mentiras, insistiendo en que todas las barriadas se encuentran al mismo nivel. Ellos saben que no es así, pero cuando se les denuncia la realidad se enrocan, buscan la mejor mentira del saco de los cuentos, y comparecen diciendo que todas son tratadas por igual.
La realidad muestra una visión bien distinta: hoy por hoy, en una Ceuta que ha movido tanto presupuesto bebido de distintas fuentes, tenemos barrios fantasmagóricos que bien podrían servir de escenario para una película de los sesenta.
Si cito la Almadraba, me saldrán con eso de que hay un proyecto para ensanchar la carretera y bla, bla, bla... Así llevamos años mientras el barrio muere, ofrece su peor cara a la vista de todos, pero aquí sigue sin pasar nada. La mentira se emplea como la mejor de las respuestas.
Pagando todos los mismos impuestos, hay vecinos que, por la casualidad de criarse en un barrio u otro, tienen menos derechos. Algunos ni siquiera tienen ese ‘menos’, no tienen nada. ¿Acaso no les da vergüenza que haya presidentes vecinales que pidan en pleno 2015 tener unas infraestructuras básicas mínimas, disponer de marquesinas, de contenedores para facilitar el reciclaje, de acerados y mobiliario en condiciones? Esto pasa, aún siguen llamando vecinos a La Voz del Faro para, a través de nuestro altavoz público reclamar que se les ponga un banco, que haya papeleras, que se disponga de rincones para que la chavalería pueda jugar, hacer deporte o mantener reuniones. Este tipo de reclamaciones resultan vergonzosas, no porque se hagan, sino por su contenido que debiera estar más que superado.
Nos gastamos una millonada y media en una Manzana mientras dejamos que edificios culturales se vayan haciendo viejos hasta resultar inservibles para facilitar su derribo. O, sencillamente, nos los cargamos. Resulta que ahora tenemos el problema de no saber ni qué hacer con un espacio que se ha convertido en el meadero público number one de la ciudad. Así se funciona.
Hoy pueden salir a contarnos que todos estamos igual, que no hay diferencias entre barriadas, que alcanzamos un nivel de desarrollo... Nos pueden contar mil y una mentiras mientras barriadas señoriales como Alfau o Hadú se van perdiendo, degradando, o mientras otras, parece que vivieran ancladas en el pasado reclamando ¡Dios mío, una buena pavimentación o canalizaciones de aguas residuales...!, ¿a dónde hemos llegado? Y no nos vengan con las obras ilegales, con que la sociedad cada vez es más incívica... habrá de todo, pero el elevado tanto por cierto de la responsabilidad se la lleva el político, que en vez de escurrir el bulto debe gestionar y bien. Para todos. Ahora no es así.