Cualquiera que pase por las muchas redes sociales que sin pudor exhiben nuestras vidas, podrá comprobar como la falta de liderazgo político crea un vacío ideológico que es apresuradamente ocupado por un enorme hervidero de aficionados tanto a la pendencia como a la provocación y a la mentira.
Hay quien, cuando no le acompaña la verdad, recurre a la mentira. La última, la nauseabunda manipulación de una imagen que podría dar lugar a equívocos si se publicaba aislada de toda la serie que gráficamente describía la realidad.
El hecho real de un policía que se defendía de un intento de robo del arma reglamentaria, se transformó en que un escolta del Presidente de España, había amenazado con el arma a un “pacífico” manifestante que “espontáneamente” se encontraba alrededor de Mariano Rajoy. Ver la serie continua de fotos y la manipulación que todavía algunos defienden es asomarse al abismo que depara a España.
La cuestión encierra fondos muy graves. El primero, es el patrón ético con el que algunos se levantan cada mañana para construir un mundo mejor, no dudando denigrar a uno de los mejores cuerpos policiales del mundo, el CNP, si con ello se hace daño al Presidente de España.
Habría que ver a estos apologistas del embuste si tuvieran que haberse enfrentado a la misma situación con la escolta del “pacifista” Obama, o sin irse tan lejos, a la escatológica y fúnebre estadística de actuaciones de los Mozos de Escuadra.
El segundo, es la pasmosa facilidad con la que en España se cercenan las libertades más elementales y básicas de la democracia ¿hasta cuándo tendremos que soportar que la derecha española no pueda expresarse libremente en determinadas zonas y ambientes? Ciertamente es tan denigrante como preocupante, acostumbrarse a que un grupo cada vez más numeroso de incivilizados se crea con derecho a enajenar libertades a los demás.
El tercero, es la comprobación de facto, en la persona del mismísimo Presidente de España, de como Cataluña no es una zona democrática, ni defiende las libertades más elementales, y de que la inyección histórica de dinero y competencias no ha sido beneficiosa ni para Cataluña, ni para el resto de España; más bien al contrario, ese esfuerzo que ha realizado el resto de España se ha utilizado en Cataluña de manera torticera, especialmente por una plutarquía cleptómana y nepótica que ahora aspira a robarnos más con un poder sin límites.
Cuarto, el relativismo con el que algunos intentan ocultar su radicalidad más obscena ante el repugnante hecho de la manipulación, dando por bueno que se trata de diferentes puntos de vista. En el hecho solo ha ocurrido una verdad, no se trata de lo que parece, sino de lo que realmente fue.
Parafraseando a Cicerón o a San Agustín, errar es de humanos, perseverar en el error, de insensatos. Porque la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.