“La ignorancia no es nada peligrosa si va acompañada de la virtud de la prudencia, porque se puede corregir informándote. Es peligrosa cuando se junta con soberbia, maldad y estupidez”.
La ignorancia no es nada peligrosa si va acompañada de la virtud de la prudencia, porque se puede corregir informándote. Sin embargo, es extremadamente peligrosa cuando se junta con atrevimiento, soberbia, maldad y estupidez. Sócrates decía que la ignorancia puede ser curada pero la estupidez es eterna, quizás porque el majadero es incapaz de reconocer su propia ignorancia.
El viernes un compañero me informaba que le habían estimado el recurso que presentó en la Agencia Tributaria tras abrirle un expediente de devolución de las deducciones como residente en Ceuta. Este requerimiento se sustentaba en la no estancia en Ceuta de los 186 días preceptivos. Estos avisos han llenado páginas de prensa y han sido ‘trending topic’ en prensa, internet y centros de trabajo de los funcionarios en Ceuta. Antes de adentrarme en mi reflexión, quiero hacer constar que cuando el compañero me expuso su situación le indiqué que no tendría problemas, eso sí, debíamos acreditar su circunstancias. Después sólo tuve que redactar un escrito, aportar documentos y esperar que el instructor archivara el expediente.
Pero para llegar al momento que nos encontramos, escribí un artículo en el que opinaba que los funcionarios y guardias civiles no tendrían problemas para demostrar su tiempo de estancia, porque opinaba honestamente que la mayoría permanece en Ceuta los días que la Agencia Tributaria les exige. Era una opinión, acertada o no, pero una opinión, no una explosión de regocijo porque entendía que no podrían acreditarlo.
A los pocos de días la comidilla era que había escrito que me alegraba de que tuvieran que devolver el dinero, incluso alguno tuvo que disculparse al ver que su estupidez había atravesado el límite de una lícita opinión. Días más tarde pude leer el artículo de un funcionario de prisiones que hacía una interpretación temeraria de mi opinión. La verdad, no le hice mucho caso, porque la escasez de argumentos me impedían contestar. El más estúpido, atrevido y malicioso tuvo que reconocerme que no había leído mi artículo, pero argumentaba en su ignorancia y cobarde defensa, que todos decían que había escrito lo que él había comentado, eso sí, no supo decirme quiénes eran todos.
Ha pasado más de un año y he tenido la posibilidad y la suerte de ayudar a varios compañeros y, hasta ahora, han archivado sus expedientes porque llevaban razón, yo sólo he redactado los escritos y les di mi opinión sobre los documentos que debían presentar. Era muy sencillo exhibir los billetes de ferrys de todas las compañías, facturas y cualquier otro documento acreditativo. Después sólo quedaba recurrir a la simple aritmética y, por supuesto, a la sensatez del instructor, aunque soy de los que piensa que la razón siempre se impone a la ilegalidad, al autoritarismo, a la maldad y a la estupidez. Lo mismo que escribí en el famoso artículo.
Hay días que a uno se le da bien y el viernes fue uno de ellos. Después de informarme el compañero del archivo de su expediente tributario, otro compañero, no sé si será musulmán, porque no le pregunte, me preguntó: “¿Juan eres cristiano?”, le respondí que sí, y seguidamente me regaló una Cruz de oro. Cosa que le agradecí y me ilusionó, no por el valor, sí porque me lo hacía una buena persona a la que aprecio, además de ser prudente, honesto e inteligente, porque antes me preguntó si era cristiano y no lo dio por hecho, a pesar de llamarme Juan. Otros lo dan o lo damos todo por hecho.
Hablando de desconocimiento y del viernes, las Asociaciones de Guardias Civiles nos vamos a reunir con el coronel jefe de la Comandancia de Ceuta. No son pocos los que tratan de buscar las causas por las que el coronel ha decidido convocar a las organizaciones representativas de guardias civiles. Es una pena que esto ocurra todavía en la Guardia Civil, me refiero a desconocer, cavilar o inventar porqué motivo nos convoca el mando de la Comandancia. Sin duda existe una causa, una muy poderosa y no es otra que la Ley de Derechos y Deberes insta a los mandos de Comandancia a reuniones bianuales. Al parecer el coronel se ha leído la ley, pero lamentablemente, no son pocos los que no han tenido tiempo de darle un vistazo, sobre todo, porque es una ley que nos costó mucho conquistar y gracias a ella, tenemos una nueva jornada laboral, asociaciones representativas y otros muchos logros que eran impensable hace sólo unos años.
Como decía, un inesperado y extraordinario viernes.