En esos momentos dulces, cuando el cansancio, el esfuerzo, todo lo que te rodea te incita a alejarte del grupo y buscar tu silencio interior...
Y ocurrió que, como tantas veces, alguien en mi costado me susurraba "buen Camino", no me adelantó, iba a mi paso y con voz queda me dijo; "¿hablamos?.
"Claro", fue mi respuesta, acompañado de una sonrisa.
Tras un largo rato de charla, se abrió a mí de una manera inusitada.
"Vengo a gastar mi fortuna", continuó.
"Tengo 66 años y casi desde que recuerdo, no he parado de trabajar. He levantado un emporio. Tengo negocios en toda Europa y en algún país de Asia. Con mucha suerte y sin descanso, pero ahora me he dado cuenta de que a un altísimo precio".
"Varios médicos me han dicho que me queda poca vida, una enfermedad me arrebata todo y tras muchos días intentando digerir la noticia, he decidido pelear por gastar mi tiempo que ahora es mucho más valioso que todo mi dinero".
"Soy viudo y tengo dos hijos varones, con los que comparto más conferencias desde el extranjero que vivencias en nuestro hogar"
"No les va a faltar de nada, excepto recuerdo de mí y algunas fotos de Navidad".
"De repente, debido al miedo, quizás... (silencio), he visto pasar toda mi vida, muy rápido, por mi mente y me aferro a que hay una Vida Eterna después de esta. Pero antes, esta vez, voy a gastar bien mi tiempo, que ahora es mi fortuna".
"Llevo haciendo el Camino dos semanas, el primero e intuyo que el último. Cada noche, antes de acostarme, escribía todo lo que nunca dije a mis hijos, que han vivido a la sombra de mi ausencia"
"Ya no siento miedo solo paz. Mañana volaré a Londres. Allí me esperan. Leeremos juntos el cuaderno que llevo en mi mochila, el mejor negocio que he hecho y conmigo mismo".
Una palmada en la espalda, una amplia sonrisa, aceleró su paso y me dijo; "hasta pronto", sin decirme adiós.
Respiré profundamente, comprendí que cada caminante guarda una historia.
Al momento, mis compañeros me dieron alcance y....sin dudarlo seguí gastando mi tempo..