La producción y venta de artículos ecológicos va en aumento, tanto en Europa, como en España. No solo se incrementa la demanda de productos alimenticios. También ocurre algo similar con la ropa, con los vehículos y hasta con los productos de limpieza. El fenómeno no es nuevo, pero en los últimos años se está intensificando a consecuencia del calentamiento global y de los continuos mensajes de los organismos internacionales a favor de la sostenibilidad del planeta. Veamos algunas cifras.
Según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de España, en un informe de 2015, la producción ecológica en el mundo continúa creciendo. La superficie ecológica ascendía a 37,5 millones de Hectáreas en 2012. El número de productores llegaba a 1,93 millones y los intercambios comerciales se situaban en 6.100 millones. Por países, la mayor concentración de consumo ecológico se producía en EEUU, con el 44%, seguido de Alemania con el 14% y Francia con el 8%. España se situaba en el 11 lugar, con el 2%.
A un nivel algo más local, España es el 5º país del mundo por superficie ecológica y el 1º de la U.E. La producción ecológica se divide entre un 83% de origen vegetal y un 17% de origen animal. Casi la mitad de la producción se destina a la exportación. A nivel interno, se facturan unos 1.000 millones de euros, que equivale a un consumo del 1% del gasto alimentario total, o a 21 euros por habitante y año, cifra esta última muy alejada de los 189 euros por habitante y año de Suiza; los 159 de Dinamarca, o los 72 de EEUU.
Toda esta expansión de la producción y el consumo de productos ecológicos en España va en consonancia con el crecimiento de la producción ecológica en el mundo, con las nuevas orientaciones de la Política Agraria Común (PAC) y con los nuevos reglamentos y planes de acción de la UE-28 relativos a la producción ecológica, así como con importantes apoyos institucionales, y una mayor disponibilidad de recursos financieros procedentes de Europa. Pero hay otras causas.
Junto al consumidor “tradicional” de productos ecológicos, que optaba por una filosofía de vida saludable, sostenible y respetuosa con el medio ambiente, aparece con fuerza un grupo de consumidores “convencionales” que acuden a este mercado por razones de salud, bienestar físico y vida saludable, para ellos y sus familias (otro camino para llegar a la sostenibilidad). Según el informe al que nos referimos, crece con fuerza la demanda de productos que se asocian a esta tendencia, tales como las frutas y verduras frescas, los productos lácteos y la cosmética natural, aunque sin renunciar a la proximidad del punto de venta y a la comodidad de la compra que dan los pequeños establecimientos cercanos a sus domicilios, que ofrecen estos productos.
Y todo ello ocurre pese al efecto negativo que haya podido tener la persistente crisis económica en este tipo de mercado (menor que en otros productos). Los estudios de mercado nos indican que el comercio de productos ecológicos seguirá creciendo, tanto a nivel internacional, como nacional. Evidentemente, este modelo de producción favorecerá (ya lo está haciendo) la creación de empleo y la sostenibilidad de la economía de tipo familiar, ayudando a su vez a la sostenibilidad del planeta. Sin embargo, también existen ciertos problemas en este sector, que conviene tener en cuenta.
Entre sus principales debilidades está la excesiva atomización de la producción, que dificulta eventuales acuerdos de colaboración de cara a hacer más eficiente la cadena de distribución. Hay un importante desajuste de la estructura productiva del sector y el diseño de su oferta, con las necesidades y demandas del mercado interior. Algunos dicen que, de momento, es un sector en el que hay más demanda que oferta. Las estructuras de comercialización en origen e intermedias son insuficientes o están poco especializadas, lo que genera problemas de aprovisionamiento y de oferta, no consiguiendo poner en circulación una variedad suficiente de marcas y formatos de productos. Las cadenas de valor son largas y complejas, incidiendo negativamente en la eficacia de la comercialización y el precio final del producto.
Pero también aparecen riesgos potenciales en el horizonte. Crece la competencia exterior. Se encarecen las materias primas. Se expanden las grandes plataformas virtuales de comercialización intermedia de productos ecológicos de ámbito multinacional, con centros de decisión fuera de España, lo que puede condicionar negativamente el desarrollo de nuestro mercado interior. Al mismo tiempo, se avecinan nuevas y más exigentes normativas reguladoras de la producción ecológica.
Sin embargo, se aprecian ciertos signos en el mercado interior que podrían impulsar cambios positivos en el sector de la comercialización de productos ecológicos. Es el momento de impulsar las redes de consumidores y productores locales, la autogestión y la solidaridad. De esta forma evitaremos que el sector de productos ecológicos caiga también en manos de los grandes depredadores de la economía. Porque, para hacer de nuestro planeta un lugar habitable y sostenible es preciso sacar de nosotros lo mejor que tengamos. Como decían los viejos libertarios, llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones, aunque no nos dejen tiempo para descubrirlo.