Lo dice Emilio Carreira: el Parque de Perros no se ubicará finalmente en Valdeaguas. Hacerlo era una salvajada solo atribuible a quien desprecia el poco patrimonio que tenemos. Y eso, desgraciadamente, está a la orden del día porque en esta ciudad la atención a lo que tenemos parece arrinconada y marcada por el oportunismo. Pues eso. Dice Carreira que el Parque de Perros se quedará donde está, que se acondicionará como se debe y que se liberará la parte que lleva ocupada tanto tiempo.
Lo que me resulta más llamativo del mensaje lanzado por el máximo responsable de Medio Ambiente es que diga que él nunca dio esa orden, lo que, sorpresivamente, no hace sino concluir que alguien se pasa por donde quiere la máxima autoridad y que, por la cara, comenzaron los trabajos para acondicionar la zona que iba a ser destinada a que nuestros canes depositaran sus heces en un lugar que debiera estar protegido y que solo fue atendido hace más de diez años.
Tal y como publicamos esta semana, ya habían comenzado los trabajos en la zona, acotando el lugar, así que la actuación se iba a ejecutar sí o sí, a pesar de que éramos muchos los que nos llevábamos las manos a la cabeza por el crimen que se iba a perpetrar. Y sólo podíamos eso, asustarnos, porque desgraciadamente ya son muchas las barbaridades que se han cometido en este pueblo autorizando la demolición de pasajes y edificios históricos, permitiendo que se mueran los que tenemos hasta causar su derrumbe ‘natural’ (así nos lo venden) o simplemente desatendiendo las peticiones que se les hacen desde asociaciones hasta vecinos y particulares.
Quizá alguien nos puede llegar a explicar alguna vez cómo funcionan las cosas en la ‘casa de Vivas’. Quizá nos las cuenten cuando al presidente se le quite el complejo de delegado del Gobierno y se centre en el cometido único para el que fue elegido y votado por algunos: llevar las riendas de la Ciudad. Porque damos un paso adelante para, a las 24 horas, tener que darlo hacia atrás, anunciándose decisiones erráticas para, después, tener que suspenderlas. Y, ahora, encima, nos enteramos que algunas de esas decisiones, como la del Parque canino, ni siquiera las conoce quien tiene que conocerlas.
Hemos ganado una pequeña batalla, aunque sea por motivos que nunca conoceremos. Qué bonito hubiera sido contar que la causa era algo bien distinto a lo que se nos comenta.