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Razas humanas

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L as razas humanas eran utilizadas como referencia a grupos en los que se subdividían los seres humanos según el aspecto físico visibles, como el color de la piel, características del cabello, tipos de ojos o labios, etcétera.

La interpretación bíblica es que la humanidad desciende de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, cuyos descendientes se esparcieron por el mundo después de construir la Torre de Babel, dando lugar a tres pueblos o razas diferentes: Senitas (asiáticos), camitas (africanos) y jafelitas (europeos). Una raza es una población natural definida por características físicas y hereditarias. Sería muy compleja su clasificación. En 1944 se establecen cuatro grupos y veintisiete razas. Yo prefiero quedarme con las lecciones que dábamos de la “Enciclopedia del Grado Elemental” en el aula de preparatoria del Instituto Hispanomarroquí. Aquel librito, previo al Grado Medio y Superior cuyo autor era Dalmau Carles, nos reconocía cuatro razas: blanca, negra, amarilla y cobriza. En España e Hispanoamérica se celebraba el “Día de la Raza” en conmemoración del avistamiento de tierra por el marinero Rodrigo de Triana en 1492, que fue el primero en avistar el Nuevo Mundo después de 72 días de navegación. La verdad es que América no fue descubierta, fue invadida y saqueada. En el continente ya existían civilizaciones. El 12 de octubre como fiesta conmemorativa se sigue celebrando en varios países latinos, pero la denominación “Día de la Raza”, solo se mantiene en Ecuador y Hondura. En Argentina se le llama Día del Respeto a la Diversidad Cultural, Día de la Resistencia Indígena en Nicaragua y Venezuela, o el Día del Encuentro de Dos Mundos en Chile. En Cuba no se celebra el 12 de octubre y sí el día 10 del mismo mes, como el día que comenzó la Guerra de Independencia contra España en 1868. El “Día de la Raza” se celebraba en España desde 1918 hasta 1958, que mediante un decreto se cambia por la Fiesta de la Hispanidad. En este mundo moderno con la agilización de los transportes y la emigración global, estamos asistiendo a la mezcla o mestizaje continuo de diferentes pueblos. Por causas económicas o sociales, los nativos del Sur se trasladan al Norte, los del Este al Oeste y así sucesivamente, de manera, que en el transcurrir del tiempo, con la desaparición de los ya obsoletos prejuicios o escrúpulos que limitaban las uniones de hombres y mujeres de diferentes etnias, será difícil, que dentro de unos pocos de años saber a que grupo pertenecemos, pero seguro, será la raza humana. Los antropólogos especialistas no se ponen de acuerdo para definir exactamente las razas humanas. Se cuestiona hasta el uso de la expresión “Razas”, por lo tanto, también la existencia de las mismas. Mucho sostienen que la especie humana no tiene razas. El racismo ha sido utilizado como justificación de enfrentamientos o discriminación de grupos humanos diferentes, al objeto que prevalezcan los grupos mayoritarios o de aquellos más cercanos al poder. El siglo XX ha sido testigo de los más grandes genocidios étnicos de la historia. Si nos trasladamos a tiempos más pretéritos comprobamos las tremendas matanzas cometidas por grupos dominantes, sobre otros más débiles. La humanidad, de siempre ha utilizado el genocidio como el camino directo para destruir o eliminar a otros grupos de menor rango, por motivos étnicos, racistas, religiosos o políticos. La romanización, descubrimientos de América, esparcimiento mongol de Genghis Khan, son claros ejemplos de genocidios al comienzo de la civilización. Pero más recientemente, en el pasado siglo XX se dan los casos más atroces, crueles y vergonzosos que conoce la humanidad. Entre 1915 y 1923 en Turquía y durante la expulsión de los armenios, se asesina a un millón y medio de personas. El Holocausto que sufre el pueblo judío a manos de las tropas nazis, sitúa la cifra de asesinatos en seis millones. En 1932 y durante solo un año, la antigua URSS con el fin de someter a Ucrania bajo el régimen soviético, le aplica el genocidio conocido como “Holodomor”, que significa “matar de hambre”, en el que murieron: un millón y medio de personas, según los soviéticos, y diez millones en versión ucraniana. A Stalin -dirigente de la Unión Soviética entre 1924 y 1953-, entre purgas, hambrunas, colectivaciones forzosas, depuraciones étnicas …, se le atribuye la muerte de cuarenta millones de personas. En 1994 en el país africano de Ruanda, las diferencias entre dos clases que conforman la ciudadanía; los hutus, -gran mayoría asentada en el gobierno- y los tutsis, se enfrentan de manera que la persecución de los primeros sobre los tutsis, elimina el setenta y cinco por cien de su población, estimada en ochocientos mil asesinatos. No seguiré poniendo ejemplos -me asqueo- aunque se queden en el tintero la Revolución Francesa, la vergonzosa guerra entre hermanos, de la España de 1936, o las masacres de Mao Tse-tung, etcétera, etcétera ¿Quién sería el atrevido que nos definió como animales racionales?.


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