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Las algas de la discordia

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El espectáculo oportunista que protagonizan los partidos políticos, a la menor oportunidad que tienen, es siempre doblemente decepcionante.

Y lo decimos porque, en primer lugar, son incapaces de cooperar para la resolución de los problemas cotidianos y la gestión normalizada del ayuntamiento; en segundo lugar, además de estar inhabilitados para la cooperación, tampoco dejan pasar la más mínima oportunidad para intentar desgastar al adversario político. Cabe preguntarse el aniquilamiento social que se produciría si todos nos comportáramos constantemente de la misma manera revanchista y depredadora ante nuestros vecinos y conciudadanos. Sin embargo, quizá lo más decadente de todo es que, con mucha frecuencia, por no decir siempre, cualquier discurso político está centrado en el más simple electoralismo y jamás trasciende a otros ámbitos que no sean los acontecimientos vecinales que puedan ser fácilmente politizados. Todo comienza y concluye en el pequeño reino del interés partidista y en los aspectos más superficiales de las realidades humanas.
Simplificando realidades van los representantes políticos por la vida, en defensa del ejercicio del poder, y por el camino se dejan grandes proporciones de humanidad y de conocimientos humanos útiles y emocionantes. Estos últimos días llevan nuestros políticos profesionalizados enzarzados en discusiones peregrinas sobre las algas que han invadido "las playas" de la bahía norte de nuestra marinera ciudad. Las comillas pretenden enfatizar la preocupación por las playas en relación a los bañistas y su computación automática en votantes potenciales de cualquiera de los partidos políticos que concurren a las elecciones municipales, pero no por el litoral en sí mismo. Si estuviéramos ante una costa impracticable para el baño, o sea sin filón electoral, ya podrían arribar continuamente enormes cantidades de algas que no ocuparía ni un minuto de las sesiones plenarias en nuestro marinero consistorio, acaso un comentario jocoso y hasta curioso del más ecologista de los cargos, entre sorbo y sorbo de agua con el compañero de bancada.
En definitiva, la ya bien conocida y tradicional ineficiencia del ayuntamiento vuelve a ser protagonista ahora por la tardanza en retirar las algas de la playa de Calamocarro, si bien hay que indicar que no lo tienen fácil pues la productividad de esta especie de alga ha sido monumental desde finales del año 2015 hasta estos momentos, y continúa en progresión ascendente. Teniendo en cuenta la enorme producción de esta especie bajo estas circunstancias, unido a la persistencia del viento de levante, mucho nos tememos que los arribazones volverán a repetirse a lo largo del verano y posiblemente se extenderán más allá de la estación.
Efectivamente, y por estar trabajando en distintos proyectos (impactos de salmuera, indicadores biológicos, control del coralígeno ceutí, medición de parámetros oceanográficos,....), algunos de nosotros tenemos información de primera mano sobre lo que ocurre en los fondos marinos de Ceuta. Sabemos que desde el otoño de 2015 venimos detectando la presencia desmesurada de una especie de alga parda (Dictyota dichotoma) en aguas de la bahía norte, durante la primavera de 2016 alcanzó una extensión y densidad fuera de los común y ha sido a finales de junio y durante el mes de julio cuando los repetidos vientos levantinos con mar de fondo han arrancado grandes cantidades del alga depositándolas en las playas de la bahía norte.
Las razones de estas grandes concentraciones son complejas y siempre se moverán en al ámbito de las conjeturas informadas pero no llegarán a la certeza absoluta sobre este tipo de fenómenos sin que se estudien específicamente y se hagan los seguimientos científicos precisos. Hay que tener en cuenta la intervención humana y sus excesivas descargas de aguas fecales así como los frecuentes episodios de contaminación y otros impactos provocados por el exceso de tráfico marítimo y sus nefastas consecuencias, no bien aclaradas. Nada es desechable y todo debe tenerse en cuenta cuando nos enfrentamos a un proceso tan masivo y repentino como el que estamos viviendo este año en el litoral del estrecho. La productividad marina de muchos recursos puede verse alterada y nuestros propios fondos marinos pueden cambiar de un año para otro su paisaje, como ya ha sucedido en otras ocasiones. Conviene indicar que, al igual que otros acontecimientos de similar naturaleza protagonizadas por diferentes especies de algas detectados varios años atrás, puede que se trate de un ciclo plurianual y, por tanto, tardará varios años en desaparecer dejando sus secuelas. Desde el museo del mar se está trabajando en un artículo científico de pronta publicación que será acompañado de una colaboración divulgativa en el periódico decano de Ceuta.
No podemos dejar de soslayo lo decepcionante que resulta, a tenor del bajo nivel del discurso político local en estos asuntos, el desinterés de las autoridades políticas por el fenómeno en sí mismo. Afortunadamente, la prensa sí que se ha preocupado y hace unos días se publicó en el Faro un artículo en el que se comentaba la mayor parte de lo que se ha incluido en esta colaboración. La falta de interés es una de las puertas que más frecuentemente abre el ser ignorante, y al cruzar su umbral lo suele llevar a la estupidez típica, pero algo irritante, del que no se asombra por nada del mundo que lo rodea, alguien que nunca llega a conectar con el planeta ni con los fenómenos que se producen en su seno.
Si alguien con responsabilidades políticas preguntara o tuviera curiosidad sobre los acontecimientos sobre las algas le podríamos informar acerca de las repercusiones ecológicas, tanto en términos de paisaje submarino, como en relación a los posibles cambios en la diversidad de especies, y sobre todo en la simplificación de los ambientes algales. Además, también le recomendaría estar prevenido en caso de que no fuese un fenómeno anual sino de mayor alcance. Por otra parte, si hubiese alguien serio y preparado al frente de la gestión litoral y playera le aconsejaría que reutilizara parte de las algas para revertir sales y minerales de interés ambiental y sanitario en el propio litoral; que enterrara bajo el sedimento de la playa una parte de las algas a lo largo de todo el litoral de la bahía norte. Con el grueso de las algas sobrantes se podría hacer un rico compost que bien podría ayudar a reducir la cuenta de gastos en mantenimiento de jardines y maceteros móviles diversos.
Después de todo lo comentado, nos parece que debiéramos reflexionar sobre el lamentable papelón que hacen los partidos políticos, a la par que sobre el bajo nivel de exigencia y de excelencia de la propia sociedad hacia las personas que van a ejercer el poder durante un tiempo determinado. La ausencia de interés ambiental en el siglo XXI es un buen indicador que señala a las sociedades atrasadas y aferradas a dogmatismos y convencionalismos obsoletos y atrapadas en un pensamiento superficial. El vanal discurso político, y la falta de demanda social por elevarlo, es un síntoma de atraso o retroceso. Por ello pienso que la superficialidad que ha rodeado a todo este asunto de las algas, uno más, junto con otras muchas y contantes omisiones, habla claramente de nuestra decadencia como pueblo.


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