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Negras tormentas

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Ni siquiera hay que otear minuciosamente el lejano horizonte para darse cuenta de que se acercan negras tormentas que, como diría mi Yayo, ya agitan los aires con muy malos presagios a cuestas.

Cierto es que el estío es muy mala época para sacar el hastío a pasear, pero teniendo en cuenta la que se nos viene encima a ritmo vertiginoso, este H2SO4 no podía ni quería dejar pasar la ocasión de asentar sus químicas formulaciones con un vitriólico hasta luego septembrino, porque:
-Negras tormentas son las que se nos vienen encima haciéndonos creer que estamos viviendo una guerra de religiones, cuando en realidad las guerras sólo entienden de dinero y de geopolítica: es decir, de dinero. Las mal llamadas guerras de religiones, o choque de civilizaciones, tienen el mismo fondo de poder que los demás conflictos, pero con el agravante de que en éstas se juega con algo tan irracional como las creencias de los pueblos. Mal vamos si caemos, todas, en la trampa.
-Negras tormentas nos acabarán ahogando si seguimos sin querer darnos cuenta de que, como decía Mark Twain, la guerra es una cosa donde se masacra gente que no se conoce a mayor beneficio de gente que sí se conoce pero que no se masacra. Que hay beneficio para alguien está claro, se ve que la espesura nos impide querer saber quién saca provecho de tanta matanza. Qué pena de miopía mental.
-Negras tormentas estamos padeciendo en este laboratorio llamado España en el que, poco a poco y con sutil inteligencia, nos van aplicando dosificadas descargas eléctricas con la única intención de lobotomizarnos para que, de una vez por todas, dejemos de pensar. Y van por buen camino, aviso.
-Negras tormentas se viven en cualquier frontera donde unos trozos de espinoso alambre siguen determinando el lado bueno de nacimiento... Y no, desgraciadamente el Norte del Sur NO es exclusivo en esa forma de tratar al resto de la Humanidad menos pudiente. Y todo esto sin remordimiento alguno, conste.
-Negras tormentas son las que sufrimos cuando, chapoteando en la apatía generalizada (volvemos a las descargas antes aludidas) la clase política sale airosa de los casos de corrupción sin que millones de personas se lancen a la calle para mostrar -al menos, mostrar- su repulsa a tal asquerosidad y, por ende, mostrar su dignidad. Eso sí, para cazar bichejos electrónicos somos capaces de juntarnos a millares. Penoso.
-Negras tormentas nos esperan si en Europa -porque si España es un tubo de ensayo, el resto de las habitantes de la Unión se encuentran ya en la sala de espera- no se reacciona con contundente firmeza frente a las decisiones de una nueva Villa y Corte que, en los palacios de Bruselas y sin haber sido elegidas mediante las urnas, deciden –para nuestra desgracia, claro- sobre nuestros futuros y nuestras pesadillas... Y todavía las habrá que critiquen las monarquías parlamentarias. Ilusas.
-Negras tormentas nos están consumiendo permitiendo un desmontaje sistemático del sistema público para mejor provecho y mayor beneficio de los verdaderos dioses, cuyos templos están en las mayores bolsas internacionales -pero, al igual que los dioses rezables, nunca se les puede ver de verdad- y a todas nos parece encantar. La esclavitud es lo que tiene, que hasta llega una a acomodarse mientas haya pan y circo a cambio de latigazos. Lamentable.
-Negras tormentas están fagocitando los ideales de Fraternidad de nuestras mayores que, habrá que recordarlo una vez más, murieron en barricadas o asesinadas en asquerosos callejones para que hoy, cambiar de médico o irse de vacaciones sea una banalidad. Vergüenza nos debería dar...Y no nos da, claro.
-Negras tormentas nos fuerzan a preferir los vocablos orden y seguridad al de Libertad. Y si nos mandan a vivir en guettos, bunkers y demás campos de concentración, pues tan contentas todas, oiga.
-Negras tormentas son, en definitiva, las que nos van terminar ahogando en nuestra propia mierda y a de golpe de terror, van a lograr que desconfiemos hasta de la vecina de toda la vida por su sola forma de vestir, comer, reír, comportarse y hasta dormir. Malos tiempos para la tan cacareada convivencia publicitaria.
Sí, negras son las tormentas que se desdibujan en nuestros futuros pero aquí nadie se cuestiona nada. Como vulgares chuchos amaestrados, hacen que nos conformemos con las sobras de la pitanza que tienen a bien concedernos... Y eso que debemos considerarnos privilegiadas por tener pitanza, ¿Homo sapiens? A otras con ese cuento.
Pero ya lo dijimos al principio: son malos tiempos para confundir hastío y estío, así que a salir todas disparadas como locas hacia playas, montañas, ferias y verbenas, que tampoco es para tanto.
Además, son solo tormentas y, bien es sabido que en verano estos fenómenos son muy frecuentes, ¿verdad? ¡Pues claro que sí!
Todo pasará, ¿no es cierto? Además, ya hay demasiado alarmismo oficial en el ambiente para que desde aquí se eche otro tipo de leña al fuego, sin contar con que nos van a terminar tachando de agoreras incendiarias.
También es sobradamente reconocido que las vitriólicas maneras de este H2SO4 no son políticamente correctas y, por lo tanto, incómodas, cuando no francamente inadecuadas. Así que le dejaremos descansar de los malos presagios durante el balsámico agosto y ya lo sabe, usted a lo suyo, que es disfrutar el estío, que ya nos leeremos en septiembre, si es que este ácido sulfúrico de letras y frases no ha logrado corroerle el vaso de su paciencia y decide abandonar el vitriolo por otros escritos más sedantes.
Como siempre, usted verá.


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