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TIEMPOS NUEVOS PARA LOS PARTIDOS

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Los partidos políticos son organizaciones que se caracterizan por su singularidad y relevancia constitucional. Han sido creados con el fin de contribuir de una forma democrática a la determinación de la política nacional y a la formación y orientación de la voluntad de los ciudadanos, así como a promover su participación en las instituciones representativas mediante la formulación de programas, la presentación y apoyo de candidatos en las correspondientes elecciones, y la realización de cualquier otra actividad necesaria para el cumplimiento de sus fines. Su principal tendencia es durar y consolidarse, y su finalidad última y legítima es obtener el poder mediante el apoyo popular manifestado en las urnas.

En un Estado de derecho, los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y expresión de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres, y su estructura interna y funcionamiento han de ser democráticos. No tienen naturaleza de poder público ni son órganos del Estado, por lo que el poder que ejercen se legitima sólo en virtud de la libre aceptación de sus estatutos y por tanto sólo puede ejercerse sobre quienes, en virtud de una opción personal libre, los asumen al integrarse en tales organizaciones.
Los militantes de los partidos deben tener  derecho a ser electores y elegibles para todos sus cargos, a estar informados sobre sus actividades y situación económica, y a concurrir para formar sus órganos directores mediante sufragio libre y en la mayoría de los casos secreto, aunque ninguna norma les obliga a que sea un sufragio directo.
Este es un principio que, aunque en teoría se cumple en la practica en todos los partidos presentes en nuestro arco político no siempre encuentra traducción en unas elecciones internas en las que todos los militantes ( o simpatizantes, o ciudadanos en general…) vean como pueden ejercer de forma directa su participación para elegir los órganos directores. La tendencia a que la elección interna sea directa y no indirecta a través de avalistas se ha transformado en los últimos años en un mandato claro de la ciudadanía que aspira a tener una mayor participación en la política activa y a la vez para contribuir a que los partidos y sus órganos directores se sientan investidos de una autoridad imperativa que derive de forma directa del pueblo soberano una vez que resulten elegidos en los procesos correspondientes.
Los partidos políticos son por tanto, desde la transición, el elemento fundamental de distribución del poder político. Puede que en 1978 hacer de los partidos el eje central y nuclear de la democracia fuera una decisión sabia para evitar que los vaivenes de la calle se tradujeran en inestabilidad institucional en un momento tan delicado como aquel. Pero en 2015, la crisis que vive la sociedad en general ha llevado a una crisis de confianza en las instituciones en un contexto de inevitables recortes y ajustes económicos. Esta crisis de confianza se ha reforzado con los numerosos casos de corrupción extendidos de mayor o menor manera en todos los partidos políticos que han tenido capacidad de gestión. Necesitamos por tanto como sociedad renovar y reforzar la legitimidad social de nuestros partidos y eso solo es posible hacerlo por la vía de una mayor participación ciudadana.
En nuestro escenario político, más que la democracia interna que impone la Constitución muchas veces tenemos un verdadero sistema de designación unipersonal. Los candidatos para las elecciones y los dirigentes de los partidos son elegidos por mecanismos que impiden una verdadera participación ciudadana, ya sea por su diseño o por los grupos de poder que contribuyen a que la aplicación de esa democracia interna no sea efectiva.
La tendencia a superar esta situación también ha llegado al Partido Popular. Mi partido elige a sus dirigentes de forma indirecta mediante avalistas que deben estar sustentados por un cierto numero de militantes.
 Por otra parte los candidatos a procesos electorales son elegidos por un comité ad hoc que debe analizar a los que voluntariamente quieran ser presentados y a su vez optar mediante debate interno por aquellos que consideren los mejores para conseguir el respaldo de los ciudadanos en las elecciones correspondientes.
Ahora hemos dado un paso adelante y en la ultima Convención Nacional se inició el debate para que en una próxima reforma de los estatutos del partido, se abran las bases para que la elección de órganos directores y de candidatos a procesos electorales pueda ser realizada de una forma mas directa por parte de afiliados y militantes. Es una forma de revitalizar a nuestra formación y de responder a las expectativas de la ciudadanía que pide una mayor conexión entre sus representantes y la sociedad  a la que sirven.
Es tiempo de renovación de formas y de contenidos. La sociedad lo demanda.


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