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Lolita

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Las redes sociales se han convertido en el lugar de acogida de la historia de Lolo, un joven que a finales de julio perdió a su perra, Lolita, en Marruecos. Ha repartido miles de fotocopias con la fotografía del animal, acompañada de los teléfonos a los que se puede llamar. Se ha recorrido Rincón, Tetuán y Castillejos... entre otras zonas, sin dar con el can, que lleva a su lado doce años y que necesita de unos cuidados especiales.

La historia de esta pérdida demuestra hasta dónde puede llegar el vínculo emocional entre un amo y su perro. Algo que quizá no pueda entender aquel que nunca ha tenido una mascota con la que ha llegado a congeniar de una manera especial, encontrando al compañero noble y fiel que siempre guarda del hogar.
Leyendo los comentarios que se han hecho a la historia de Lolita en múltiples foros, había quien se jactaba de la lucha emprendida por este hombre. Es lógico, hay quien nunca ha tenido la suerte de tener a su lado una mascota con la que la comunicación sea con una sola mirada, en la que la compañía sea permanente ocupando un hueco distinto al que llena un ser humano. Lolo sí que ha tenido esa suerte, por eso busca a la desesperada a su perra, por eso se ha pateado diversas zonas de Marruecos, por eso ha grabado vídeos pidiendo ayuda y ha difundido por redes sociales las fotos de su perra añorando con volver a tenerla a su lado.
Su historia es preciosa, es el fiel reflejo del cariño que se tiene por un animal capaz de devolverte, a su manera, ese mismo cariño. Es precioso, es único, da igual que haya quien se ría de este tipo de historias, quien las menosprecie o quien intente encuadrarlas en actitudes propias de egoístas o desvariados.
No. No tiene nada que ver. Que alguien sea capaz de emprender una lucha constante por recuperar a su animal perdido es algo propio de quien ha sido capaz de sentir esa maravillosa vinculación afectiva con quien es algo más que un animal de compañía, porque es TU fiel acompañante, el que marca el territorio, el que solo mira por tus órdenes, por tus movimientos, por tu estado de ánimo.
Ojalá llegue el día en el que Lolo nos cuente que ha podido recuperar a Lolita, que la vuelve a tener a su lado para cuidarla y para que ella le siga devolviendo las atenciones con su cariño, con su compañía, con la fidelidad y nobleza animal que ellos saben darte, entregarte y devolverte.
Los que se ríen de este tipo de historias no saben lo que se pierden. Es una pena. Lolo sigue luchando.


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