La Policía Local informó ayer de la localización de varios cachorros que habían sido introducidos en una bolsa de basura para ser arrojados a un contenedor. Así fueron encontrados, en una intervención que supuso que salvaran sus vidas. Ahora los 7 perros están a salvo al igual que su madre, recuperada para que les pueda alimentar. Este caso ha quedado judicializado porque la Policía ha intervenido y ha actuado con rapidez. Este es el camino.
Detectar casos de maltrato animal, denunciarlos y esperar a que la justicia actúe. Porque son muchos, demasiados, los que se producen en ésta y otras ciudades. Algunos quedan silenciados, otros cuentan incluso con el apoyo popular convirtiendo en fiesta lo que es un auténtica burrada de pueblo que ha sobrevivido al paso del tiempo. Para unas cosas somos muy modernos, para otras, unos auténticos animales. Parece que poco a poco va calando una mayor conciencia animalista, denunciando los casos de abandono, de maltrato y de torturas que se han cometido contra los animales y sobre los que nada se ha hecho. Porque aquí se ha difundido casos de gatos torturados por maldad de quienes encuentran en estas prácticas una diversión; hemos asistido a la existencia -a la vista de todos- de perros desnutridos que pasan su vida encadenados a pie de carretera sin que nadie haya hecho lo suficiente por cambiar sus vidas; se ha hecho bien poco por investigar las prácticas salvajes que se estilan en algunas barriadas y que tienen su claro reflejo en el robo de animales y su posterior aparición marcados de heridas porque han sido utilizados para peleas clandestinas. Casos como los que hoy publicamos deben ser noticia destacada para que los ciudadanos sepan que no todo vale. Que uno no puede hacer lo que quiera sin que sepa que va a obtener una respuesta judicial, que debe haber unidades policiales que se encarguen de perseguir activamente estas actitudes sin esperar a que les llegue a su propia mesa la denuncia. Pero para eso hace falta implicación, urge una acción contundente y la extensión de una conciencia animalista auténtica, que nos haga sentir mejor, que podamos tener cierta dignidad sin parecer que seamos nosotros los animales y no ellos. Queda mucho trabajo por hacer. No olvidemos lo ilegal de prácticas que nunca deben ser ni consentidas ni amparadas por nadie.