La pasada semana celebramos todos los españoles la Fiesta Nacional. En estos tiempos que vivimos de radicales gobernantes de ciudades y autonomías hubo por parte de muchos de ellos una nueva arremetida contra el 12 de octubre y Cristóbal Colón. Algunas declaraciones fueron particularmente esperpénticas , como las de los alcaldes de Barcelona y Cádiz o las de cierto actor que ya nos tiene acostumbrados a bufonadas estridentes pero no por ello menos hirientes. .
Al otro lado del Atlántico, entre quienes apelaron a la “resistencia indígena”, destaca el líder bolivariano Nicolás Maduro, seducido como su predecesor por todo lo que significa repudio de la historia desde la perspectiva más ignorante y negacionista.
Si hacemos un balance sociológico e historicista ajenos a interferencias ideológicas y sectarias rápidamente llegamos a la conclusión de que los que vivimos a ambos lados del Atlántico no somos tan diferentes y que si hay temas particulares que nos ocupan es porque compartimos una lengua, una historia y una cultura comunes. Todo ello parte de ese encuentro entre mundos que se produjo el 12 de octubre de 1492. Fuera de América Latina y de España, a eso lo hemos llamado Iberoamérica. Sin embargo algunos gobiernos izquierdistas y revisionistas llevan tiempo denigrando la gesta que festejamos y todo lo que ello supuso para que la Historia del mundo ya no fuera la misma. El 12 de octubre de 2004, convertido en el día de la resistencia indígena por Hugo Chávez, una multitud derribó la estatua de Colón en Caracas mientras clamaban juzgar al almirante “por el genocidio de las poblaciones amerindias hace 500 años”. Hoy de nuevo esos mismos insisten en la importancia de reescribir la historia, “una interpretación de la historia” le dicen ellos. En un doble salto mortal cronológico, la resistencia indígena la revisan como resistencia contra la guerra económica, la guerra psicológica o el imperialismo yanky.
Desgraciadamente también manifestaciones similares resonaron en España el pasado 12 de octubre. El nuevo alcalde gaditano de Podemos José María González, Kichi, twiteó: “Nunca descubrimos América, masacramos y sometimos un continente y sus culturas en nombre de Dios. Nada que celebrar”. Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, también rechazó en 140 caracteres la Fiesta Nacional de España: “Vergüenza de estado aquel que celebra un genocidio, y encima con un desfile militar que cuesta 800 mil euros”. Mientras el actor Willy Toledo , tras arremeter dramática y escatológicamente contra “la Fiesta Nacional”, “la monarquía y sus monarcas”, “el descubrimiento”, “los conquistadores codiciosos y asesinos”, “la conquista genocida de América” y “la Virgen del Pilar”, remató: “12 de octubre. Nada que celebrar. La vergüenza no se celebra. La esclavitud no se honra”. Vergüenza me producen estas declaraciones. Seguro que a muchos de ustedes también.
Nada nuevo bajo el sol. Aunque todos los críticos abreven en fuentes similares y todos con el mismo objetivo: de construir una identidad indigenoamericana imaginada, esencialmente antioccidental, basada en la resistencia antiimperial, no pueden mancillar una gesta histórica que aun pervive y que se vive hoy mismo como una autentica comunidad cultural de mas de 400 millones de personas.
Buena parte de estas manifestaciones manipulan la historia utilizándola como si fuera un espejismo, lleno de agujeros y de discontinuidades. Así parece que saltamos del 12 de octubre al genocidio, de allí a la resistencia indígena y nuevamente a la lucha contra el imperialismo yanqui. Como si la identidad y la historia latinoamericana no se hubieran forjado a través de un intenso mestizaje de siglos de maduración. Hoy iberoamericanos y españoles compartimos una enormidad de cosas, con abundantes pasarelas en ambas direcciones. Cada vez mas en los últimos años. Y con un potencial en todos los órdenes difícil de aprehender e imaginar. En ambos sentidos. Y eso es lo que hay que rescatar y celebrar. Eso es lo que no entienden quienes se limitan a presentar en 140 caracteres, la historia de América a partir de 1492 como un genocidio o como una masacre continuada de indígenas a manos de imperialistas sin escrúpulos.
Es verdad que la conquista de América provocó una hecatombe demográfica de consecuencias dramáticas para las poblaciones locales. Pero eso no fue producto ni de una idea deliberada de “solución final”, ni de un plan sistemático para acabar con los indígenas. Por el contrario en todo el orbe en esos momentos había guerras de conquista, esclavitud y dominación donde unas culturas buscaban imponerse a otras. Por eso, los conquistadores europeos pudieron contar con la alianza y el auxilio de nutridos contingentes indígenas en su lucha contra los poderes previamente establecidos. Juzgar el pasado con parámetros del presente no es sino una muestra de reduccionismo absurdo y falto de bases científicamente solidas. En realidad nos guste o no, es así como se ha construido la historia. América Latina es lo que es y esto no puede cambiarse.
En realidad creo que el mundo entero debiera festejar el 12 de octubre. En primer lugar, el viaje transatlántico de Cristóbal Colón fue una heroicidad inigualable. Si contemplamos el tamaño de sus naves, la tecnología disponible y el nivel de sus conocimientos geográficos la conclusión es obvia. Pero si no queremos limitar la efemérides a la hazaña colombina y mirar más allá también hay abundantes motivos de celebración, y muchos pasan por todo lo que hemos construido juntos en los últimos 523 años.
Por tanto frente a tanto ignorante sectario ideologizado y estrecho de miras, la comunidad iberoamericana de naciones, sus pueblos, sus ciudadanos, seguimos celebrando ese encuentro de culturas que produjo un mestizaje sin igual y que nos ha traído hasta un mundo actual en el que nos sentimos miembros de un colectivo cultural que enorgullece al mundo y del que los españoles nos sentimos deudores.
Por mucho que les pese a algunos…