Abuela, ¿tú sabes cuánto tiempo llevo sin verte?”, había llamado Hadasi a Myriam, porque la niña, hija de Mordejay y Teilah, la echaba mucho de menos. Con tantas actividades como la cría lleva entre manos, apenas si se podían ver. Yo le había llevado a Myriam en uno de mis viajes, un traje de gitana que había sido de Esther.
Era de color rosa pastel, nuevo; además de todos los complementos que se suelen poner para la ocasión. Ella aprovechaba cualquier evento escolar para colocárselo.
Como era tan guapa: rubia con los ojos azules, siempre llamaba la atención. “En mi próximo viaje llevaré el de lunares, que ha sido de su prima Mercedes”, dije a Myriam. Ella me comentó que Hadasa significa Esther: Dios se oculta; porque cada nombre hebreo tiene su significado… Jesús se encuentra de nuevo en Jerusalem, en casa de un amigo, probablemente Lázaro, que era muy rico y tenía posesiones heredados de sus padres ya fallecidos. Está ahora entre los olivares del huerto. Solo, pensativo, cuando cae la tarde próxima al verano. Él, con traje blanco, y el campo todo verde, forman un bello contraste. Jesús no se ha dado cuenta que viene uno de lejos y que se acerca a Él y Le saluda.
El Maestro reacciona, lo mira con tristeza y mantiene silencio. No Le ha gustado su presencia, la rechaza en el fondo de Su alma. “Soy Judas de Keriot”, Le explica cuándo se vieron otra vez, y Jesús lo recuerda perfectamente, (no olvidemos las dos Naturalezas, divina y humana de Jesús): “viniste con Tomás la Pascua anterior”. Judas insiste que ha decidido seguirle y el Maestro, tan triste como está, le recrimina: “¿por qué viniste?” Pero Judas parece sordo, no quiere entender al Rabí: “Sueño con el Reino de Israel, y Tú eres el Rey. Sí Maestro. Tengo inteligencia y amigos. Yo quiero estar a Tu servicio para construir Israel”. Jesús, frente a Él, está serio, no desea a Judas con Él. “Yo no te busqué, Judas”.- “Yo sí que Te busqué sin descanso, porque quiero seguirte. Jesús le explica que está confundido. Quiere disuadirlo. Judas piensa como hombre: “¡un Rey de los judíos, que viene a salvarnos!”.- “Mira, Judas. Soy el Verbo de Dios, el que profetizaron los Profetas, el Prometido a los Patriarcas. El Esperado por el Pueblo de Israel. Pero Mi Reino no es de este mundo. No te hagas ilusiones. Del Cielo traigo la Luz y la Gloria a esta Casa. Pero no la luz y la gloria de la tierra. Vengo a llamar a los justos de Israel, pues desde aquí debe formarse y brotar la Planta de Vida Eterna, cuya savia será la Sangre del Señor. Esta planta se extenderá por toda la tierra, hasta el fin de los siglos. Mis primeros seguidores son de Israel, y el que Me traicionará también será de Israel…”.- “No Maestro. No sucederá jamás lo que me dices. Aunque todos Te traicionasen, yo Te defenderé”._ ¿Cómo estás tan seguro, Judas?”.- “Es mi palabra de honor”. “Mira, Judas. El hombre es frágil. Para seguir al Mesías, es necesario renacer en el espíritu. ¿Eres tú capaz?” Judas intenta adular a Jesús diciéndole que Israel espera a su Mesías desde siglos, que no Le hará ningún daño. “Sí, Judas. Habrá verdugos y traidores. Recuerda el fin que tuvieron los Profetas. Soy un Hombre manso, pacífico, que quiere vivir en la pobreza. No disputo ningún reino. Disputo a Satanás las almas que quiere arrebatarme. He venido a enseñar amor, misericordia, humildad y sacrificios. No tengas sed de riquezas humanas. Que Roma duerma tranquila, no he venido a por un cetro. ¡Vete Judas y medita!”. Judas se enfada por creerse rechazado. “No rechazo a nadie, pero piensa lo que haces, pues mucho se le exigirá al que conociendo la Verdad se hace enemigo de Ella”. “¡Acéptame! Si estoy extraviado, ¿por qué no quieres salvarme? Te seguiré hasta la muerte”. - “ Vete. Mañana nos veremos cerca de la Puerta de los peces”. Judas agradece al Maestro. Jesús lo bendice y se marchan….
Después de un leve descanso, Jesús se encamina solo a la entrada de Jerusalem. Atraviesa un hermoso valle con mucha agua y un riachuelo más abajo. A primera hora de la mañana todo permanece en calma y solitario. Un hermoso día de verano: claro y despejado.. Atraviesa un puentecillo hecho de troncos de árboles. Los vendedores del mercado van con sus burros cargados de lechugas tiernas, y hortalizas de sus propios campitos. Algunos Lo reconocen, de haber oído sobre Sus milagros; se acercan y Le piden sanaciones para sus familias. Él se compadece de todos y va haciendo lo que Le piden. Le preguntan Su nombre.”Soy Jesús de Nazaret”. “¡Oh Señor, Jesús! ¡Osanna, Osanna!”; la multitud lo aclama con gran alegría y Le piden que se quede en Judea, que ellos también son hijos de Abraham. Ya en la Puerta de los peces, aparece Judas, que ve el revuelo en torno a Jesús. “Todo Israel Te ama. No Te vayas de aquí”, dice Judas. “No Me voy aún. Y si vine Yo solo, fue porque los judíos rechazan la forma de ser de los galileos. No quería que Mis discípulos molestasen, considerados faltos de “buena educación”. Debo viajar por Judea y me iré cuando venga un discípulo que espero, también judío”. Judas Le propone llevarlo a su casa y Jesús le promete que irá. “¿Qué sabes del Bautista, Judas?” Al parecer Herodes lo quería dejar salir de la cárcel, para evitar presiones de sus seguidores. “Sí, lo conozco Judas. No ha habido Profeta semejante a él. Es el Precursor, la Estrella de la mañana, que ha llegado a Israel. Bienaventurados aquellos que Juan preparó, esperan y creen”. “Pero es más duro y difícil seguirlo, Maestro”. - “ A él lo odian por severo. A Mí Me odiarán por la bondad. Él Me precedió en la predicación y Me precederá en Mi muerte”.- “Pero la multitud te ama, Maestro”. “Mira Judas. Toda la multitud no es humilde. Hay que ser sumisos a la Voluntad del Padre, que me ha enviado”…Han llegado al Templo. Jesús quiere ir a enseñar en uno de los Midrash, (salones parroquiales) y Judas se queda con Él. “Maestro, quiero servirte y hacerte triunfar”. Y con estas palabras se dirigen al salón de los Doctores. Se detiene Jesús en un pórtico, en medio de un amplio patio cubierto con mármoles de diversos colores; hermoso lugar lleno de gente. Pide a Judas que llame al encargado para las presentaciones, pues no quiere contravenir las normas. Y Judas lo adula diciendo: “Tú eres el Mesías y tienes derecho a hablar en la Casa de Dios”. Y Jesús le contesta que Él no ha venido para dar escándalo, ni violar la Ley. “He venido a enseñar, llama al encargado”. Judas vuelve a increpar al Maestro y Le recuerda que no pidió permiso cuando echó a los mercaderes. Pero Jesús se impone:”La otra vez Me consumió el celo de la Casa de Dios. Lo hacía con la majestad del Hijo del Padre. Ahora soy el Maestro de Israel, que enseña a Su Pueblo. ¿Por qué quieres enseñar al Maestro? ¿Crees que el discípulo es más que el Maestro? Obedece, como Yo obedezco a Mi Padre, sin discutir, pues el Padre da órdenes santas, y el Maestro da órdenes justas”.- “Sí, Maestro, es verdad. Perdona”.- “Recuérdalo siempre: que fui respetuoso con el Templo y con las castas poderosas. A regañadientes se calla y va a buscar al encargado. Viene con él. Es un hombre que impone por sus ricas vestiduras. Se saludan. Jesús le pide poder enseñar como un Rabí de Israel. “¿Quién fue Tu Maestro?” - “El Espíritu de Dios Me habla con Su Sabiduría y Me ilumina con Su Luz todas las palabras de los Textos Sagrados”.- “¿Cómo puede uno aprender sin maestro que enseñe?”, le replica el hombre.- “David, un pastorcillo que nadie conocía, llegó a ser rey sabio y piadoso por voluntad de Dios”.- “¿Quién eres?”- “Jesús, de José de Jacob, de la estirpe de David. Y de María, de Joaquín y de Anna de Aarón. María, que el Sumo sacerdote casó en el Templo, según la Ley, porque era huérfana. Y vivo en Galilea, para que se cumpla lo escrito”. El encargado marcha un momento a otro asunto, y mientras Judas Le pregunta:”¿Por qué no has dicho que eres el Mesías?”- “Mis palabras lo dirán, pues debe cumplirse la reunión de todo Israel bajo la enseñanza del Mesías. Soy el Pastor de Quién hablan los Profetas y he venido a reunir a las ovejas de todas partes. Para curar enfermedades y corregir a los equivocados. Para Mí sólo existe el amor, que salva a todos… Judas Lo contempla admirado.
La gente se acerca al oír la Majestad del Maestro. Jesús les sonríe con dulzura y les dice: “venid, si deseáis escuchar la Palabra Eterna”. Y se los lleva a un pórtico. Apoyado sobre una columna empieza a hablar: “…Tenéis que servir a Dios, amando no sólo a quien os ama, sino también al enemigo. Nace un nuevo día para Israel…Observad cómo en primavera todo ríe y en el corazón del hombre nace la esperanza, porque llegará el verano con sus mieses y frutos. ¡Qué bonito es entonces dormir en un prado lleno de flores, y las estrellas que alumbran como el candil! ¡Oh Israel! El tiempo de espera ha terminado. Ahora es la alegría de la Promesa que se cumple. Prontos están el Pan y el Vino con este sol que madura los frutos. Recordad el primer precepto de nuestra Ley: Ama a tu Dios y ama a tu prójimo. Por la culpa de Adán se desató la ira de Dios, y se te dijo: Ama a los que te aman y odia a tus enemigos. Por eso el odio anida hoy en los corazones de los hombres. Pero Yo os digo: Amad a los que os ofenden, pues Dios perdona a los que os ofenden, Dios perdona una y mil veces. Perdonad como Dios os perdona. Esta es la Nueva Ley, este tiempo de Gracia que habita ahora entre los hombres os abrirá las Puertas del Cielo. Él habla al corazón de cada israelita humilde…El bautiza con Fuego del Espíritu Santo… Que se abran vuestros ojos espirituales, que tengáis buena voluntad. La paz sea con vosotros”. Le preguntan si es discípulo del Bautista. “De él recibí el bautismo. El mostró al Mesías a sus seguidores…El Mesías ya vive”. Pero Judas no puede callarse:” Quien os habla es el Mesías, os lo aseguro. Soy su primer discípulo”. Y la gente se sorprende y se queda en silencio.”Pedidle un milagro, que Él lo hará”, dice Judas orgulloso. Un hombre casi ciego quiere que lo sane. “¿Tienes fe? Si es así, puedo curarte”.-“Si creo en el ángel de la piscina de Betzeta, pues he venido a echarme en ella, pero siempre se me adelanta alguien, ¿cómo no voy a creer en Tí, si tu discípulo dice que eres el Mesías?” Jesús sonríe, pone saliva en un ojo del ciego, y enseguida empieza a ver. “¡Ya veo! ¿No me vas a sanar el otro ojo?” Jesús hace lo mismo con el otro, y el ciego ve ahora completamente. “¡Ay, Señor, Dios mío y de Israel!” Se postra a los pies de Jesús. “¡Bendito seas, Jesús de Nazaret, el Mesías del Señor!” Y llora de alegría. Un levita ha llegado y ve el final del milagro, y Le pregunta: “¿Con qué poder haces esto?”- “Te lo diré si Me respondes una pregunta:¿es más grande un Profeta que anuncia al Mesías o el mismo Mesías?” “¡Es mayor el Mesías! ÉL es el Redentor que prometió el Altísimo”._ “Entonces dime por qué los Profetas hicieron milagros. ¿Con qué poder?”- “Con el poder que Dios les daba y para probar que Dios estaba con ellos”.”Pues bien: Dios está conmigo y Yo con Él. Yo hago los milagros con el poder de Dios. El Mesías puede hacer más que lo que hicieron los Profetas”. El levita no pregunta más y se marcha cabizbajo.
BIBLIOGRAFÍA: Poema del hombre Dios, María Valtorta. Evangelios.