No es algo que me extrañe. De hecho lo llego a entender. Es misión de los políticos y de los mandos policiales insistir en la misma consigna: Ceuta es una ciudad segura pero la percepción subjetiva del ciudadano le hace creer lo contrario. Antes me molestaba más eso de intentar cuadrar tal aseveración con la realidad del día a día. Hoy prefiero optar por la postura del ‘allá ustedes, sus intervenciones y sus conclusiones, pero déjennos a nosotros las nuestras, sin tildarnos de tontos’.
Fue en tiempos de Fernández Chacón cuando se puso de moda eso de la percepción subjetiva, insistiendo en que era el ciudadano el que sentía un temor infundado y los medios de comunicación tendían al amarillismo por costumbre. Esa fue la época en la que empezaron a quemar coches por sistema hasta cerrar años con más de 300 calcinados. Pero era normal, nos decían, porque aquí en Ceuta se dan unas especificidades que... tal y cual... Así hasta hoy, cuando la quema de vehículos forma parte ya del ‘deporte local’. Nada pasa, no nos afecta hasta que el nuestro arde. Entonces ya jode y esa percepción subjetiva pasa a otro grado distinto.
De los tiempos de don José se pasaron a los actuales y la historia no cambia. Peperos y socialistas han adoptado como medida de protección y forma de eludir sus responsabilidades directas en materia de seguridad ciudadana eso de invadir incluso nuestro terreno, nuestro pensamiento, y anidar en ellos nuestra manera de asimilar lo que está pasando en nuestro pueblo. Todo va bien, Ceuta es segura, incluso hoy nos lo cuenta el segundo jefe de la Policía Nacional recién desembarcado en la ciudad. Claro, lo cuenta en el mismo diario en el que cabe un joven grave en la UCI por disparos, un chico que venía de pasarlo bien con la cara rajada y una puñalada que casi le quita la vida y cantidad de sucesos sin esclarecer. Pero vamos, objetivamente esto debe ir bastante bien, no tenemos problemas, éstos anidan en nuestra percepción de estos 19 kilómetros de Perla mediterránea.
Detrás de esos sucesos (ojo, que nos enteramos de lo que podemos pero hay más que nunca salen a escena) hay problemas de mayor envergadura. Barriadas en las que se ocultan armas (y más), menores utilizados para esconderlas y para más cosas (ahora de momento mejor callar), guerras manifiestas entre grupos que quieren hacerse con el control... y frente a todo esto mucha de gente de bien, trabajadora y honesta que choca con una realidad brutal.
¿Alarmismo? No, pero sí conocer qué pasa y ponerle el nombre adecuado.