En primer lugar, mis disculpas, si mi título no se ajusta a un francés académico, que tengo un poco oxidado. En cualquier caso, el lector que sepa francés, a buen seguro, lo entiende y para el que no tenga ni siquiera rudimentos de la lengua de Molière, lo traduzco encantado: “YO NO SOY FRANCÉS; PERO ME GUSTARÍA SERLO”, en estas ocasiones, añado.
Hecha esta aclaración, vamos con mis reflexiones sobre el trágico y despiadado atentado del pasado viernes noche en París que, de momento, arroja una cifra de ciento veintinueve muertos y más de trescientos heridos, muchos de ellos de gravedad extrema, lo que podría aumentar el número de víctimas mortales. Vaya, por tanto, ante todo, mi solidaridad con los familiares de las víctimas y mi oración por ellas que, como estamos sabiendo, pertenecen a diferentes nacionalidades, española incluida.
Un horrible atentado que refleja, en primer lugar lo malnacidos de sus autores, venidos al mundo ya en Europa, que rompen de raíz la conocida frase ‘es de biennacidos ser agradecidos’ y que, en lugar de eso, ‘muerden la mano que les dio de comer’ y acogió sin condiciones a sus padres o abuelos. Claro que esas deslealtades no son exclusivas de fanáticos islamistas, pero ese es otro tema.
Ante este condenable y repugnante hecho, resulta imposible no recordar los últimos y más importantes atentados terroristas de estos años en países occidentales y, aunque en el Siglo XX también los hubo muy importantes -en España lo sabemos bien, por desgracia, o en Escocia, por citar sólo algunos-, voy a citar especialmente los ocurridos en este Siglo XXI: 11-S-2001, Torres Gemelas –Nueva York; 11-M-2004, Estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia – Madrid; 7-J-2005, Metro y autobús – Londres y, el último, hace menos de setenta y dos horas, 13-N-2015, en París. En un breve repaso, sólo estos cuatro atentados, dejaron un elevado número de víctimas, muertos o heridos: casi tres mil y seis mil, respectivamente, en Nueva York; ciento noventa y dos y más de mil quinientos en Madrid; cincuenta y seis y setecientos, en Londres y los ya mencionados del pasado viernes en París.
Es de destacar la diferencia de comportamiento y reacción de la sociedad que se pudieron observar tras los atentados de Nueva York y Londres y, estamos viendo ahora con el de París, y el registrado en España –Madrid en particular- tras el perpetrado en los trenes de cercanías madrileños. En los tres países en cuestión, USA, Reino Unido y Francia, la reacción fue y ha sido la de la unión del pueblo contra la barbarie, en torno a un gobierno, del color que fuera, y a la bandera y el himno de la nación, nada más lejos de la que se produjo en España tras la masacre de Atocha aquellos días de Marzo de 2004.
Recordaremos cómo, a las pocas horas de las explosiones, se empezó a culpar al Gobierno de Aznar por su “participación” en la segunda Guerra de Irak; a Rubalcaba infringiendo el silencio de la jornada de reflexión ante las elecciones generales –que nunca debieron celebrarse en ese estado de ánimo, dicho sea de paso-, del día siguiente: “España se merece un Gobierno que no mienta” –como los suyos, del PSOE, añado, cuya característica más destacada ha sido la mentira, amén de la corrupción, que es otra forma de mentir y engañar a la sociedad-; la convocatoria vía SMS –todavía no existía WhatsApp ni Twiter- para manifestarse ante la sede del Partido Popular de Génova, 13 y en otras provincias. A mi juicio, que se celebraran esas elecciones generales, tres días después de los atentados fue el último gran error de Aznar, de los varios que cometíó en su segunda legislatura, tras una primera brillante que le otorgó mayoría absoluta. No voy a hablar aquí de mi opinión sobre la posible autoría de los atentados del 11-M, que ya he dejado en varios artículos con motivo de los aniversarios de la masacre.
Quiero destacar, por ser lo más reciente, la reacción de la sociedad parisina y francesa en general, así como la del Gobierno francés –que no goza de mi simpatía, por cierto- pero que motiva la segunda parte del título de mi artículo de hoy “me gustaría ser francés”, como aclaro, algunas veces, y que me produce envidia sana, en casos como estos.
Primero, los asistentes al partido amistoso Francia –Alemania, abandonando el campo cantando al unísono el Himno Nacional Francés, La Marsellesa. Después las inmediatas declaraciones del Presidente del Gobierno, François Hollande, diciendo sin temblar: “Nous serons impitoyables” (seremos implacables) y, por último, la no menos inmediata reacción, bombardeando –ayer mismo- la capital del IS -Estado Islámico- o, como dijo ayer el Ministro de Interior francés, cerrando las mezquitas en las que “se predica el odio”, verdaderos ‘centros de formación’ yijadista, de las que, probablemente, algunas tenemos en España.
¿Alguien se imagina a Aznar aquel 11-M diciendo, por ejemplo, “no se van a celebrar las elecciones del próximo domingo ante lo que parece un intento de alterar nuestro sistema democrático” o, pocos días después, cuando ya había muchas evidencias sobre los motivos del atentado y se había producido el vuelco electoral “todo apunta a que lo ocurrido en los trenes de cercanías estaba encaminado a dar un vuelco a lo que anunciaban las encuestas”, como, sin duda, sospechaba o algo más? O que, después de la pantomima de juicio que confirmó la “versión oficial”, que interesaba a casi todos, el ya Jefe de la Oposición, Mariano Rajoy, dijera –y cumpliera, claro- que “cuando lleguemos al gobierno, no pararemos hasta que se sepa toda la verdad sobre el atentado del 11-M”.
Recordemos también que, una de las primeras decisiones del gobierno de Rodríguez ZP, con su ministro de Defensa Bono de principal protagonista (¡qué fiesta sin la tía Juana!)–el de los ‘bolsillos de cristal’ que dijo, entre otros disparates, “prefiero morir que matar”-, fue retirar las tropas españolas de Irak que, contra lo que se decía –otra mentira amparada, si no inspirada, por el PSOE-, nunca fueron allí en misión de guerra sino como ayuda humanitaria.
¿Sería concebible que el presidente de un partido francés hubiera podido decir que La Marsellesa es una “cutre pachanga fachosa” o que la bandera de los franceses “es un trapo”? como ha hecho el de uno de los nuevos partidos –que se vende con ínfulas de presidente de gobierno, por cierto- o que, su jefa de prensa gritara “putos fachas” como parece que hizo ayer tras la entonación del himno ante la Embajada francesa en Madrid. Cierto que de este personaje de la coleta se puede esperar cualquier cosa como demostró negándose a adherirse al pacto antiyijadista propuesto por el Presidente del Gobierno. Por eso comentaba ayer en Twiter que había una “pequeña” diferencia entre Francia y España, y que tras estas reacciones de “je suis Paris”, que están muy bien, por supuesto, pero que durarán poco, como nos tienen acostumbrados –recordemos lo que duró ‘je suis Charlie’ en Enero pasado-dentro de tres o cuatro días veremos a todos estos “buenistas progres” de la izquierda en manifestaciones con banderas bolivarianas, republicanas y esteladas, cuando no justificando las actuaciones terroristas “en defensa de esos supuestos derechos” que, para ellos, no emanan de las correspondientes responsabilidades como correspondería a una sociedad desarrollada y verdaderamente democrática. Termino recordando algunas frases del expresidente francés Nicolás Sarkozy en su discurso inaugural del Campus FAES de este año, que cobran especial actualidad: “España está a 12 Km de África y es la frontera Sur del Área Schengen”, lanzando la pregunta “¿se puede continuar ignorando este problema?” y diciendo que “hay que cambiar las políticas Schengen” y que, “aún creyendo en la libertad de circulación, hay que establecer límites para los que quieran venir a Europa”. Tras dejar claro que su modelo de concepción política está basado en la tolerancia y el libre mercado dijo que “cuando hay que hacer la guerra hay que hacerla completamente, para ganarla, no a medias” y que “hay que adaptar la situación a la realidad, pero no podemos permitir que quieran destruir nuestra sociedad, lo que se convierte en un asunto de valentía y voluntad”.
Lo último que ha dicho Sarkozy tras estos atentados ha sido que expulsen “manu militari” a "los imanes que recen oraciones de signo radical" y que se cierren sus mezquitas. Lo dicho, ¿alguien se imagina a nuestro Presidente pronunciando esas claras y contundentes frases que no dejan posibilidad al error y que muchos españoles apoyaríamos o al Jefe de la oposición, Pdr Snchz ‘el breve’, pidiendo lo que pide su homólogo francés? Animo a Rajoy a practicarlas con Cataluña –que no son terroristas, pero quieren ‘matar’ la Unidad de España- y decirle a los separatistas “hasta aquí han llegado” aplicando con el máximo rigor las leyes y al Secretario General del PSOE a apoyarlo sin ambages ¿Será por pedir?