Hoy día, turistas judíos y musulmanes, incluso gente atea, todos ellos ávidos de conocimiento, van al Santo Sepulcro y hacen a los franciscanos muchísimas preguntas, pues no saben nada del lugar donde se encuentran, y están muy interesados en saber”. (“Mi pueblo se muere por falta de conocimiento”).
Lo comentaba el padre Guillermo, un sacerdote francés llegado a la zona para reforzar el servicio religioso y ayudar con ello a sus hermanos de san Francisco. Él les recuerda la Torá y extrae citas de Profetas, que nos hablan sobre lo que allí ocurrió, y por qué tuvieron que suceder unos acontecimientos maravillosos, hace ahora más de dos mil años, que cambiaron el pensamiento de muchos habitantes de la tierra…Jesús ha vuelto a encontrarse con Judas en una de las puertas del Templo. Están esperando a Simón Zelote y a Juan. Zelote venía de Betania, y Juan le esperaba en Get Sammí. Le había dicho Jesús a Judas, que dudaba de la llegada de estos discípulos, que no cumplirían su palabra. Después de mirar intensamente a este díscolo Judas, y le reprende Jesús:”Me haces muchas preguntas y me hablas sobre asuntos que ocurren en la sociedad, pero tu corazón permanece cerrado. No he venido para perder el tiempo. Mi interés está puesto en enseñar, como Maestro de Mis discípulos. Os exijo sinceridad y confianza, Judas. ¿Te amaba tu padre?” Y Judas le cuenta que su padre lo quería mucho y le ayudaba a resolver todos los problemas que tenía, con mucha dulzura y cariño. Quería que él fuese una persona justa, le enseñaba a ser mejor cada día. Jesús se enternece al oír el relato. Lo vuelve a mirar a los ojos y le dice que su padre estará feliz si él es un discípulo fiel, que su espíritu se regocijará, allí donde está esperando la Luz que pronto le llegará. “Me gustaría mucho que las acciones de tu padre fueran de gran provecho para ti”._ “Sí, Maestro. He perdido a un padre y he encontrado a un hermano mayor, que eres Tú, Quiero tener las bendiciones de mi padre, al que aún lloro. Y no me importa si tienes que amonestarme porque haya hecho algo incorrecto”. A Jesús le satisface oírlo y le dice:”Eres bueno. Te bendigo”.”Si Tú me amas tanto, yo me esforzaré en ser mejor, y así, tanto mi padre como Tú estaréis contentos conmigo. Mi padre se alegrará al saber que tengo el mejor guía. Al Mesías. Siempre me estaba diciendo que me buscase un buen consejero, que me hacía mucha falta”._ “Y Yo, Judas, te amaré intensamente, nadie te amará más que Yo, que soy tu Mesías. No Me defraudes nunca”. Judas se confiesa a su Maestro, como de haber sido un gran pecador, lleno de manías, envidias, y más. Un hombre carnal, que no ponía voluntad en cambiar de actitud. Un monstruo. Un malvado. “Llegué a pensar que yo era Tu primer discípulo, pero tienes otro”.”En efecto, Judas. Recuerda a los galileos que estaban conmigo en el Templo, para la Pascua. Pues bien, esos eran también Mis discípulos. En Mi corazón no habrá primeros ni últimos. Yo amaré a todos por igual, con un amor santo, pues a los ojos de Dios no hay distinción entre unos y otros. Pero sufriré mucho con los pecadores. Ahora vendrán Juan y Simón Zelote, al que conociste y estaba enfermo”. Judas dijo que sí, que era el leproso, y se extrañó que fuese ya Su discípulo, tan rápido, pues él había tenido que esperar un tiempo para conseguirlo. “¿Por qué debí esperar tanto, Señor?”_”¿Judas?”, se molestó Jesús por la protesta del discípulo, Tanto, que Judas lo reconoció enseguida y se disculpó con su Maestro. Por fin, a Juan y Simón se les ve venir con prisas por saludar a Jesús. Juan y el Maestro se abrazan, pero Simón se agacha y besa los pies del Señor, pues está muy emocionado al encontrarse de nuevo con Él. “¡Gloria a mi Salvador! Bendice a tu siervo, que sea siempre santo a los ojos de Dios, y siempre te alabe y Te glorifique y Te de gracias, por ser Tu discípulo, Señor.” Jesús pone una mano sobre su cabeza, lo bendice y le agradece el trabajo que ha realizado en Su ausencia. Le presenta al nuevo discípulo judío como él, y le pide que también esté pendiente de prestarle alguna atención, si lo necesitase. Sin embargo, ambos se miran con bastante recelo, como si no les hubiese gustado la recomendación del Maestro. Pero Juan saluda a Judas considerándolo desde ahora un hermano más. “¿Estás cansado, Simón?”._”No, Maestro. Ahora tengo salud y resistencia para seguirte, Señor. ¡Nunca me encontré tan bien!”._”Gracias, Simón. Sé que has hablado mucho del Mesías por todas partes”. “Sí, Maestro. Y hablé de Ti a un amigo mío, israelita, justo, un hombre santo, al que me gustaría llevarte pronto”. Jesús accede gustoso, pero Judas se molesta, no termina de cambiar su actitud:”¡Dijiste que vendrías a Judea, para que te conociese la gente!” De nuevo, Jesús, con total mansedumbre, le responde para apaciguarlo, que sí irá, pero antes iba a conocer al amigo de Simón. “El tiempo es breve y la gente es mucha. Al atardecer nos encontraremos por el camino del Monte de los Olivos. Cuando llegue, repartiremos el dinero a los pobres”…Una vez solos, Jesús y Simón, el Maestro pregunta al discípulo por la persona que van a conocer en Betania:”Es un verdadero israelita, Señor”. Y Simón Le explica que desea con ardor conocer al Mesías. Me dijo que estaba feliz de poder vivir en este tiempo en el que Él vivía”. Jesús iba a llevar Su bendición. Además le explicó sobre Judas Iscariote, pues quería que se encargase un poco del joven y lo instruyese con su buen ejemplo, curtido en el dolor y en el sufrimiento. Simón accede con generosidad, está siempre presto a la solicitud de su Maestro. Sin embargo, le pregunta a Jesús:”¿Te imaginas, Maestro, que este nuevo discípulo Te proporcione disgustos?” Jesús piensa que no. No obstante, aunque con los vicios que existen en la Ciudad Santa, hay que sanar sus heridas y volverlo a un corazón puro y sencillo. Simón ya es mayor; estaba cansado hasta que conoció al Rabí, al Mesías. Y ahora se encuentra capaz de afrontar nuevos retos. Jesús está contento. Le invita a acompañarlo al Templo, pues quería hablar, evangelizar al Pueblo. Y al alba, ya está Jesús con Juan, además de Simón y Judas. El Maestro les pide a sus discípulos que Le acompañen a Judea. Comprende que Simón pueda cansarse por entre los duros montes que deben subir, pero Simón quiere seguirle también, así que se arriesgará, se había curtido en el sufrimiento y la dureza cuando fue rechazado por sus amigos al comienzo de la enfermedad que tanto temían entonces, la lepra. “El milagro más grande que has obrado en mí, Señor, ha sido el curar la llaga de mi espíritu. Ahora quiero ser santo a Tu lado”. Y como de costumbre, Judas se enfada con el Maestro, porque ha obrado con Simón, consiguiendo que su corazón esté ahora libre de todo rencor. Él, Judas, siente envidia. Por este motivo, Juan, que es siempre dulce y paciente, le llama la atención por hablar mal a Jesús. Y al darse cuenta de que había sido el primero en intervenir, se sonroja:”Perdón, Maestro. Tú tenías que haber sido el primero”.”No, Juan. No Me ha parecido mal que dijeses lo que pensabas, pues tu pensamiento no está corrompido por Satanás. No os preocupéis. Vendrá un día en que tendréis la fuerza de Dios; la Sabiduría que da Su Espíritu. Y podréis juzgar en justicia. Cuando llegue la hora, vuestro Maestro hará más discípulos que irán por el mundo a predicar el Evangelio. Ahora sólo tenéis que ir a decir:”Ya ha llegado el Mesías. Acercaos a Él y escuchadle”. Cuando estéis preparados, haréis milagros en Mi nombre, en los cuerpos y en las almas”. Judas se alegra y se envanece. “¡Oh, Maestro! ¡Cómo nos admirarán todos!”. Juan mira al Señor y se entristece, intuyendo todo lo que habría de venir. Simón, entonces, con el deseo de que surja la cordura, pide permiso a Jesús para explicarle a Juan que ellos, estando con el Maestro, (que es la Sabiduría misma), no debían temer nada. “Todo lo que seamos, es obra de Dios por Su infinita Misericordia, no nuestra. Debemos cuidar de no pecar y corrompernos, porque entonces, con nuestra soberbia, arruinaremos la Misión que se nos encomienda”. A Judas le ha parecido muy bien el razonamiento de Simón, y lo felicita. Aunque sigue sin entender nada, por ello se vanagloria de ser discípulo del Mesías, piensa que serán muy admirados cuando todo el mundo lo sepa. Simón no le da la razón, no está de acuerdo y le informa que él viene de la casta de los “zelotes”, que es muy perseguida, porque entendieron mal lo que significaba la Venida del Mesías. No fueron justos a la hora de esperar al Señor. Cayeron en errores convertidos en blasfemias sobre la Verdad del Esperado. También se habían rebelado contra la ley de Roma, por lo que tanto Dios como Roma les habían castigado.”Estábamos muy equivocados, porque quisimos ver en el Mesías a un gran conquistador, a un libertador de Israel, un nuevo Macabeo”. Se habían preocupado en salvaguardar la Patria, y no en mantenerse santos, con oración sincera y constante, en preparación para la llegada del Mesías. “He sido un fugitivo, que me escondía en las cuevas de las bestias salvajes, convivía con animales, así escapaba a los centuriones romanos y de los falsos amigos, oliendo ya el hedor de la muerte. Ahora comprendo que el Mesías es el Rey del Espíritu, el Hijo del Padre, Señor mío”._”¡Cómo Me alegro de oírte hablar así, Simón! Ya estás conmigo. Vamos a Judea. Todo el que lo desee, llegará al conocimiento de la Verdad, mediante una meditación perseverante. Más tarde comprenderéis todo… Ya tenemos aquí la Torre de David. Ahora pasaremos la Puerta Oriental. Judas pregunta por qué salen por Oriente. “Mira, Judas. Vamos camino a Belén, donde nací. Deberéis decirlo a quiénes os pregunten, porque quieran saber más del Mesías, en relación con Las Escrituras. Veréis que las Profecías escritas coinciden con el conocimiento perfecto de vuestro Rabí, el Esperado. Vamos a dar la vuelta por el Palacio de Herodes”. Judas hace un comentario atrevido sobre la persona del rey Herodes:”Vieja zorra, malvada y lujuriosa”, por lo que Jesús una vez más, le reprende a causa de sus juicios.”No juzguéis, es Dios Quien juzga”…Hace mucho calor, así que el Maestro propone quedarse entre los árboles, a la sombra, hasta que el sol se ponga.
BIBLIOGRAFÍA: “Poema del Hombre Dios”,o “El Evangelio tal como me ha sido revelado”, María Valtorta. Tomo I; Ju 20,19-23; Hech2,1-40.